São Paulo Brasil,
30 de junio del 2014
Elizabeth caminaba en círculos por todo su departamento, no sabía cómo se había decidido a convertirse en una mujer tan cruel y ruin, porque lo era, pues estaba usando a Darren, quien había sido más que compasivo y comprensivo con ella y su principal fuente de apoyo cuando su aún esposo había decidido engañarla con la guapa tentación de María. Sí, Liz estaba utilizando a Darren para olvidar a Allan y para que este a la vez la dejara tranquila.
Todo comenzó cuando el ángel de Darren Oliveira terminó por echar a su ex amigo y ahora enemigo del departamento de su amada Elizabeth y le confesó que todavía tenía sentimientos hacia ella. Quizá había sido muy pronto, pero lo que él más quería era recuperar lo que alguna vez perdió y fue suyo, su querida Elizabeth, a quien recuperaría y no pensaba perder por segunda vez. Sólo era cuestión de tiempo para que él pudiera tenerla de regreso y le demostrara todo el amor que le tenía y que le daría, si ella le diera una oportunidad.
Sorprendentemente Darren había incinerado el pasado, había olvidado que la mujer a quien más había amado lo traicionó con un amigo suyo. El corazón de este hombre era tan grande que había olvidado por completo algo tan terrible como el pecado que cometió la muchacha. No había duda de que él era un hombre de buen corazón y para nada rencoroso, cualquier otro en su lugar habría maldecido a esa persona que le rompió el corazón y la habría borrado de su memoria para siempre — pero él no lo hizo — y por esa razón, Liz se sentía más culpable por haberlo aceptado.
Una parte de ella quería aprender a quererlo de nuevo, pero ya lo había llegado a hacer sin proponérselo y otra, quería llegar a amarlo como él se lo merecía, pero Liz no sabía si llegaría el día en que pudiera hacerlo... si es que ya lo hacía y no se había dado cuenta de ello aún.
Todo había sucedido tan rápido que todavía no había podido asimilar el hecho que dentro de 2 meses volvería a ser una mujer libre. Los trámites del divorcio habían prosperado y Allan tendría que dárselo así se opusiera, el haberse convertido en bígamo lo había condenado.
— En dos meses todo estará dicho. — tomó asiento sobre el sofá de su sala y dio un vistazo a los papeles del juzgado una vez más. No podía creer que su historia de amor con Allan estaba a punto de llegar a su fin, claro que no de la manera en que esperó.
«Se suponía que el casarse era para toda la vida.» Suspiró y posteriormente recargó su cabeza sobre el mueble. Estaba cansada de pensar en que había sido traicionada.
— Se suponía que estaríamos juntos toda la vida. — susurró con tristeza.
¡Grave error! Había sido un error desde que puso los ojos en él y abandonó a la persona que verdaderamente la respetaría y amaría para toda su vida.
— Quizá merezca todo lo que me esté pasando, ya que le hice tanto daño a muchas personas.
Y sí lo había hecho, antes que empezara una relación con el canalla de Ferreira, ella le había roto el corazón a Darren y había roto su compromiso con él, pero también había destruido a una mujer que jamás le había hecho daño alguno, a Ariana, la ex novia de Allan.
Estaba pagando todo el mal que había hecho, pero ella sola no había sido la culpable, sino también el traidor de su esposo, quien traicionó a su amigo y destrozó a una mujer que también lo amaba. Por otro lado, María de Souza tan sólo había sido una pieza más del ajedrez, si bien le había robado al hombre que alguna vez creyó amar, ella no era la culpable de la infidelidad de Allan, puesto que, si no hubiese sido ella, habría sido cualquier otra mujer, pero ¿Qué más daba? Ya estaba hecho, además Liz tenía que recordar el dicho:Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón.
Es decir que María los tendría, pero ella no.
— Elizabeth, ¿estás lista? — le preguntó Darren, quien esa noche se había ofrecido a prepararle la cena, puesto que quería sorprenderla y consentirla.
— ¿Qué? — contestó ella distraída.
Él sólo sonrió.
— Te pregunté si estabas lista para cenar, — volvió a repetirle aún con una sonrisa en el rostro —, ya está todo listo y no olvides que después de cenar, iremos a bailar. Salir te hará muy bien, es bueno distraerse de vez en cuando, ¿no? — agregó mientras colocaba el vino sobre la mesa.
Liz asintió, se dirigió hacia la mesa y tomó asiento.Todo encajaba a la perfección, la mesa estaba perfectamente arreglada, la comida se veía deliciosa y el vino era perfecto para la ocasión, quedaba perfectamente con los platillos que Darren había preparado.
— Espero que te guste. — ¿Y cómo no hacerlo? Si el pollo al strogonoff era su platillo favorito.
— Gracias, — musitó la muchacha —, y gracias por recordar lo mucho que me gusta este platillo.
— Sabes que nunca podría olvidar lo que te gusta, — Darren se incorporó a su asiento y tomó la mano de su amada —, no recordarlo sería como olvidarme de ti y sabes que no puedo hacerlo, jamás lo haría mientras viva. — agregó.
¿Por qué tenía que ser tan bueno con ella? ¿Por qué cada vez que se sentía la peor persona del mundo por haberle hecho lo que le hizo, él tenía que sonreírle y reconfortarla de esa manera?
¿Por qué Darren no era capaz de odiarla?
Ella merecía su odio. Sin embargo, él pensaba todo lo contrario y lo que Liz desconocía era que él estaba al tanto de sus pensamientos y de sus planes. Conocía bien el hecho que ella tenía como plan, darse una oportunidad con él tan sólo para ver a su rival revolcarse del dolor, mas ahora, ella estaba arrepentida y no sabía cómo decírselo.
— Darren...yo, yo...no sé cómo decírtelo. — Elizabeth jugueteaba con los cubiertos sobre la mesa, no podía mirar a los ojos al ángel que tenía al lado. Se sentía tan mal de lo cruel y egoísta que había estado siendo —. Tengo que decirte la verdad...
— Olvídalo, ya la sé y no te pediré explicaciones, porque la he sabido todo este tiempo. — la interrumpió, sorprendiéndola por completo.
— ¿La sabes? — inquirió no creyendo aún en sus palabras, ¿cómo era posible que él supiera lo que pensaba decirle?
¿A caso era una especie de adivino?
— Así es, — asintió —, no necesito que me digas nada, todo lo quieres decirme, lo he podido leer de tu mente.
¿Qué clase de humano podía leer la mente de otro? ¿O es que Darren no lo era?
Ese pensamiento era totalmente ridículo y Elizabeth más que nadie lo sabía.
— ¿Cómo es que tú...cómo es que...? — le había llamado mucho la atención su comentario que se vio tentada a preguntarle, pero desafortunadamente falló. No pudo culminar la pregunta.
— ¿Ibas a preguntarme cómo es que pude leer tu mente? ¿Era eso lo que querías preguntarme, Elizabeth? — Muy serio el muchacho lanzó la pregunta y ella no pudo evitar tragar saliva.
Liz asintió y súbitamente, su eterno amante pasó de una expresión seria a una muy dulce, hasta se podría decir que a una muy risueña.
— Querida Lizzie, siempre has subestimado mis habilidades. Puedo hacer más de lo que crees y soy capaz de más de lo que tú piensas.
¿Qué estaba intentado decirle?
— Además, siempre has sido como el cristal, no es difícil ver a través de ti, — agregó, dejándola totalmente sin palabras —, y, por último, te falta conocer muchas cosas más de mí, cosas que jamás supiste cuando estuvimos juntos y con las que dejarás de verme como lo que soy. — finalizó, dejando a Liz más confundida que nunca.
¿Qué es lo que le había querido decir con eso?
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Amor Por Venganza
ChickLitA una joven como Elizabeth nada le hacía falta, pues tenía amor, salud y toda la dicha que pudiera desear. Sin embargo, todo eso acabó cuando su supuesto ángel destrozó acabó con lo que consideraba una vida feliz, ahora sólo el fuego de la venganza...