epílogo

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La pequeña Camile nació un dieciséis de octubre, la casualidad quiso que fuera el mismo día que su padre, nació sana y preciosa. Los padres de Spencer y Parker estaban conmigo en el hospital observándola, tan linda y pequeñita... tenía el color de los ojos de Spenc, aunque el pelo parecía mío y la piel era una mezcla ni clara ni oscura; sus pequeños deditos se aferraban a mi dedo y yo deseé congelar ese instante en mi cabeza por siempre.

Había decidido ayudar un poco a Parker con el gimnasio, haciendo algunas horas hasta que Camile se hiciera más mayor y después montaría mi pequeño negocio, el que siempre soñé. Los padres de Spenc se empeñaban en darme dinero que yo no aceptaba y ellos abrieron una cuenta a nombre de Camile e ingresaban todos los meses, supongo que cuando crezca se lo agradecerá.

Nunca, ni un sólo día me olvide de él, de su sonrisa, de sus ojos, de su pelo, de sus caricias, de nada. Él siguió vivo en mí y ahora en Camile. No creo volver a encontrar a otro hombre como él; me enseñó a vivir, a amar y a ser amada y nadie se había tomado la molestia hasta ahora de hacer esas cosas y por eso, le debo más de lo que jamás él se pudo imaginar. Sé que nuestra niña será increíble como su padre cuando crezca y seguro que él estará con nosotras de alguna manera para verla crecer.

18 años después

- Camile, llegarás tarde a clase.

- Mamá ya voy, nunca pensé que serías tan pesada.

- Y yo nunca pensé que entre todas las carreras eligirías ingeniería como tu padre y que en tu tiempo libre hicieras boxeo como hobby pero mira, así es la vida.

- Bueno, mamá, lo cierto es que boxeo, lo que se dice boxeo... no practico, quizás te he engañado un poco, verás, lo que pasa es que hay un chico que me gusta un poco y que...

- Ni hablar, nada de chicos y menos boxeadores

- Pero mamá, tú...

- He dicho que ni hablar, céntrate en tus estudios y punto y final, se acabó la conversación jovencita y ahora a clases.

Sí, parece ilógico que precisamente yo, no quiera que mi hija salga con un boxeador, pero la única referencia que tengo de ingeniero y boxeador no acabó con final feliz y no quiero que mi hija pase por eso, pero conociendo que sacó la cabezonería de su padre, seguro que en dos días tendré a uno más a la mesa para comer y en cierto modo, eso me hace gracia.

UN DESTINO CON DOS CAMINOS #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora