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Dante POV

"Recuerdo que dolía, mirarla dolía."-Stuck in love


Nunca pude sentir de forma tan cercana esta frase hasta que la vi por primera vez; se sentaba a tres bancas de distancia, llevaba su cabello negro en una coleta alta, sus labios tenían un ligero rosa natural y en su mirada un tono oscuro hacía realzar el gris de sus ojos, se veía incomprensiblemente hermosa y no, no me refiero solamente a su exterior, me refiero más a su esencia, a su interior. Quizá me arriesgue a sonar cliché cuando os diga que ella era diferente, pero en mi defensa solo podré decir que es mejor sonar cliché a callar verdades.

Katrina J. Coleman, ese era su nombre...ese era el nombre de aquella muchacha a le que le gustaba fingir, le gustaba fingir que la clase que compartíamos le era aburrida, le gustaba fingir ser alguien que no tenía la menor intención de hacer amigos, le gustaba fingir que era fuerte, le gustaba fingir que estaba bien, pero... ¿Os digo algo? Ella puede fingir todo lo que quiera, pero una mirada, una sonrisa, y hasta el más leve gesto lo confesará todo, y es en ese preciso instante en que los muros que ha creado desaparecen completamente, mostrándote por fin el lugar más profundo de su alma y el verdadero y más puro extracto de su realidad. Yo había tenido la buena fortuna de estar en el momento exacto en el que eso ocurrió y siendo completa e irrefutablemente honesto con ustedes, me limitaré a decirles que fue el fragmento de segundo más majestuoso que he tenido en mucho tiempo. Tal vez piensen que exagero, y tal vez lo haga, pero... ¡Al diablo! Ni con todas las palabras del mundo podré lograr que se imaginen ni el 1% de lo que sentí en aquel momento, es decir, entrar en el punto más recóndito de un ser humano es algo realmente sublime, y aún más si aquel humano es tan cerrado como ella, con solo una mirada pude entender lo que ocultaba ¿Acaso no es esto lo suficientemente celestial para esconderlo bajo un eufemismo extralimitado?

Después de aquel día, mi forma de verla cambio soberanamente pues empecé a mirarla no solo con mis ojos sino con mi mente, empecé a observar y analizar cada uno de sus movimientos y aunque estas acciones lleguen a sonar psicópatas, tuvieron buenos resultados. Descubrí cómo era Katrina, aprendí de ella, reconocí su accionar, empecé a divisar lo que antes me era invisible y entonces las respuestas llegaron solas.
Sabía que la clase no le aburría, sabía que era la mejor en ella, y hasta me atrevería a decir que dicha asignatura era su favorita; lo sabía por la forma en la que anotaba todo mientras pensaba que nadie la miraba, lo sabía por la forma en la que masticaba su lápiz para evitar acotar algo en los temas que le causaban euforia. Lo sabía porque me había tomado la molestia de conocerla entre la umbría, entre el silencio.

Katrina era tan fría que quema y tan rota que corta, era como un día nublado, fría y de color gris, se veía triste y cansada, como si estuviese a punto de explotar, pero eso no podía quitarle su radiante luz, porque indudablemente ella era hermosa, era inteligente, decir que era inefable sería quedarme corto, porque para mí lo era, para mí era eso y más. Lástima que no todos puedan verlo, pero... ¿Quién los puede juzgar? Después de todo, la belleza y la verdad, está en los ojos de quien la mira.

Nunca fui del tipo de persona que cuestionaba lo que sucedía, pero eso fue una de las que cosas que cambiaron en mí cuando la conocí. Dejé de creer en las coincidencias y empecé a inquirir los hechos, me rehusaba a pensar que las cosas sucedían porque sí y aunque actuaba como un intento de detective—y fallaba olímpicamente—ya tenía varias hipótesis comprobadas. Katrina, la chica huracán, estaba rota y yo me encargaría de unir todos los pedazos de su alma y corazón.

Llegué para quedarme chica huracán, y no me importan las turbulencias que ocurran en el camino. Simple y llanamente, no me iré.


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