Era un lunes por la mañana,una mañana en la que hasta el sol se había cansado de alumbrar todo a su paso...y no lo culpo, sé lo jodidamente difícil que es tratar de ser un rayo de luz en medio de toda la oscuridad.
Aquel día tuve que despertar exageradamente temprano, una tormenta estaba a punto de presentarse y como consecuencia, tenía que ir a tomar el metro hacia el instituto lo antes posible porque simple y llanamente aborrecía la idea de quedar atrapada en la estación por horas.Tomé una ducha rápida y no sólo se debía por mi apuro, la fría temperatura del agua de la regadera tenía parte de ver con ello. Al salir, me vestí con una sudadera negra, unos pantalones de mezclilla, mis viejas converse y mi pequeña mochila gris.
Bajé las escaleras con suavidad, e intentando hacer el menor ruido posible pedía internamente evitar el encuentro mañanero con mi madre, o aún peor, con Buss, el cerdo de mi padrastro. No me sorprendió que mis plegarias fueran soberanamente ignoradas, tenía conocimiento pleno acerca de mi mala fortuna... Buss apareció de la nada, tomándome por una clara sorpresa y provocando que cayera de bruces en el último escalón. Dolió.
Buss río escandalosamente mientras me levantaba con brusquedad desde mi muñeca.
—¿Qué sucede nena?–susurró asquerosamente cerca de mi cuello–¿Acaso te pongo nerviosa?
—Sí – respondí con una sonrisa fingida–siempre me ha puesto nerviosa una cercanía tan peligrosa con un troglodita, es más, pensaba que ya estaban extintos... pero veo que no–espeté masticando con rabia cada palabra–hasta podría jurar que eres indudablemente, una muy repugnante prueba de ello. — Sentí su mirada clavada en mi con fuerza, podía escuchar el crujir de sus dientes y de forma simultánea, sentí la presión en mi muñeca volverse más fuerte.
- Así que muy listilla- gritó mientras levantaba mi mentón obligándome a mirarlo- No eres más que una idiota - exclamó antes de abofetearme y dejarme caer al suelo con dureza.
Escuché el grito ahogado de mi madre, quien seguramente acababa de despertar. Buss volvió a levantarme con fuerza y nuevamente un chillido se hizo presente.
-¡Miranda, cállate!-espetó con severidad hacia mi madre, quien os aseguro que no dirá ni hará nada, ella simplemente... no lo detendrá.
En un movimiento rápido, solté mi muñeca del agarre de Buss y como acto seguido, escupí con reverenda desafección en su execrable rostro, éste se quedó inmóvil por un momento, notoriamente trataba de asimilar lo que había hecho y aquel desconcierto me dio el tiempo suficiente para poder escapar junto al estruendoso sonido de la puerta al cerrarse.
Corrí lo más rápido que mis pulmones, mis piernas y la lluvia me permitían, corrí sin mirar atrás, corrí sin rumbo fijo, corrí deseando tener un lugar al cual llegar...solo corrí. La lluvia y su espesor había aumentando considerablemente con el paso de mi huida, ya en este momento me encontraba totalmente empapada, sentí frío y no solo de forma física...este frío invadía mi alma y me hacía sentir la soledad cual eterna caída libre en un abismo sin fondo ni final; mis pasos cada vez se hacían más lentos y pesados ya no me quedaban fuerzas para seguir, me sentía profundamente agotada , tenía la mirada fijamente incrustada en el suelo y una única intriga rondando mi mente ¿Qué haría después?
La vida es una calle en sentido único... así que Cariño, sigue adelante.
Las palabras de mi padre retumbaban en mi cabeza con grandes masas de ironía-Seguir adelante-Bufé- Admiro tu forma de seguir adelante papá, seguir el camino fácil.La estación no se encontraba muy lejos del lugar en el que me situaba, sin embargo, no me sentía en condiciones de seguir caminando. Tomé la decisión de entrar a un pequeño café bar; éste tenía un toque hogareño, propagaba una tranquilidad genuina, y no les miento al decirles que el olor que demandaba el lugar era exquisito. Me senté en la mesa más lejana de aquel salón, la temperatura de mi cuerpo estaba entrando en calor y esto ...esto se sentía jodidamente bien. No pasó mucho tiempo para que un mesero emperejilado tomara y trajera mi orden, un café simple, algo que podía permitirme pagar.
Las gotas de lluvia bajaban en un roce suave contra el viedril de la ventana, recuerdo vagamente la emoción que solía sentir, cuando de niña imaginaba que era una carrera que las gotas hacían para dejar el aburrimiento de lado, cuando de niña, todo lo que podía ser utopía...me era posible.
-¿...hace, no crees?-una voz vibrante se encargó de sacarme abruptamente de mi periplo mental, ésta provenía de un muchacho de tez morena,cabello ondulado, de contextura física normal, alto, y de pronfundos ojos oscuros y rasgados-Deberías cambiarte, estás húmeda...podrías contraer un resfriado-lo miré con claro desconcierto y añadió- Sé que llevas una blusa roja en tu mochila, en serio, deberías cambiarte.
-¿Te conozco?-Susurré confundida, ignorando lo que había dicho anteriormente
-Veo que no...- exclamó mientras se acomodaba en la silla frontal de mi mesa- Vamos al mismo instituto, compartimos la clase de literatura
- No te recuerdo-respondí sin mirarlo- Tal vez me estás confundiendo con alguien más, mi nombre es Katrina...- me interrumpió
- Katrina Coleman-completó- Katrina...como el huracán más destructivo de la historia-susurró casi inaudible-no estoy errado. Yo te conozco... ahora sé que tú a mi no, pero yo a ti si, ¿Entiendes?- bufó mientras acomodaba su cabello con nervisismo.
Reí ante su enredo de palabras, ¡vaya! este muchacho se había hecho un lío-Entendí hombre, entendí-hice un ademán con la mano restándole importancia- Así que...¿Huracán destructivo?
-Oh-Exclamó arrepentido-no quise decir que eras destructiva...
-Tranquilo-susurré interrumpiéndolo-Lo soy, de ello no tengas dudas-le dí una sonrisa ladeada, dejé el pago del café en la mesa y salí de aquel lugar, directo hacia la estación.
***
Alguna vez escuché que la vida es el boceto no pintado de un tren... Pensé que era una broma, pero con el paso de los años, aprendí su verdadero significado; en un tren hay vagones, en la vida hay etapas, en un tren suben y bajan personas, en la vida entran y salen personas... Personas que pueden dejarte una marca y ser significativas, y otras que obviarán su estancia en ella. La vida es el boceto no pintado de un tren, porque en ella recorreremos un viaje... y de nosotros dependerá que valga la pena.
Bajé del metro. Las 8:50 am, llevaba un ligero atraso en mi clase de latín, pero siéndoles sincera, no me importaba. Las clases del Sr. Gordon estaban basadas en el uso correcto de halagos hacia las 'populares' del salón, y de razones por las cuales personas como yo nunca les llegaremos ni a la suela de sus tacones. Pura mierda.
Caminé hacia el baño del instituto, necesitaba revisar mi mejilla... tal vez si tenía suerte, el frío de la lluvia había impedido que ésta tomara un tono morado. Mi mejilla llevaba un rosa encendido, como rubor... De payaso pero rubor de todas formas. Me apoyé contra el lavabo, una lágrima amarga chocó contra el mismo.
— ¡No llores joder, no llores! – espeté con rabia al reflejo triste que demandaba el espejo– hemos pasado por esto antes–susurré mientras limpiaba ferozmente las lágrimas en descenso– saca a la perra sin corazón que eres... por favor – apoyé mi nuca a los azulejos del baño y en un suave roce aterricé en el suelo.
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Memorias De Una Muerta...
أدب المراهقينTodos alguna vez estuvimos llenos de sueños e ilusiones, todos alguna vez creímos en fantasías, todos alguna vez gozamos del acto de vivir... Pero, ¿Qué sucede cuando los sueños e ilusiones desaparecen?, ¿Qué sucede cuando dejamos de creer en la...