Capítulo 7: Licántropos, brujos y caras conocidas.

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En este momento estaba vacía, tanto por dentro como por fuera. ¿Cómo pude ser tan estúpida como para confiar en Mason?

Todo por Bethany. Seguramente él tampoco sabía dónde se encontraba, era su maldita sirvienta. Hacia todo por él y me traicionó. En fin, así es Mason.

Había logrado tener una maldita familia y ser feliz. Pero no, tenía que cagarla. Como siempre.

Llevaba corriendo sin dirección alguna por más de media hora, tal vez estaba yendo en círculos, quien sabe. En ese momento no podía hacer nada más que pensar en lo estúpida que había sido.

Apoyé mi espalda en algún tronco de algún maldito árbol de por ahí y me dejé caer hasta quedar sentada sobre un follaje otoñal. Las lágrimas caían sin permiso alguno y no podía detenerlas. Repetía constantemente en mi cabeza "yo siempre pude sola, siempre puedo sola y siempre podré sola".

Pero... ¿a quién engañaba?

Lo que más quería era estar rodeada de gente a quien le importaba. Quería que me otorgaran abrazos acogedores, que me preguntaran si me encontraba bien, que se preocuparan por mí, en fin. Ya que nunca nadie lo había hecho.

-¿Qué pasa?- una voz me sacó de mi eterno trance que sólo se trataba de lo mucho que me odiaba en ese momento. Me sequé las lágrimas que quedaban en mis mejillas con las mangas del buzo gris que llevaba puesto, el cuál, en realidad, le pertenecia a Alex. Miré a mi derecha, dónde se encontraba aquella persona que había hablado hace un momento. Era una chica, rubia de ojos azules como el océano. Pude ver que tenía alrededor de su boca manchas de sangre, era de los nuestros.

-Nada.- dije aboliendo su pregunta. No le iba a llenar la cabeza con mis estupideces.

-Pude olerte y sé que mientes. Repito, ¿Qué pasa?- mierda, era una licántropa.

-Mason.- si era una mujer lobo sabría de que hablaba. Se sentó al lado mio y me otorgó una mirada comprensiva.

-El imbécil te traicionó, ¿cierto?- son más inteligentes de lo que creía. Asentí cabizbaja.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- la Barbie lobo asintió.- ¿Dónde se encuentran las brujas hoy en día?- tal vez podría buscar a Bethany por mi cuenta.

-La mayoría en Europa, lo que sería Londres, Italia y Francia.- desvié la vista y comencé a meterme en mi trance de vuelta.

¿Iría a vivir a Europa? No lo creo, ni drogada me tomaba un maldito avión.

(...)

-Abrochen sus cinturones, estamos a punto de descender.- dijo la azafata a través de esos parlantes asquerosos que los aviones tienen. ¿Cómo pude permitir esto?

-Nunca pensé que convencería a un vampiro.- dijo Naomi en susurros.

-Calla Barbie lobo.- fruncí el ceño y ella solo rió.

Así es, Naomi me acompañaba a Francia. Tenía que arreglar unos asuntos con su manada y bla bla bla. Nunca le presté atención a lo que me dijo, yo solo quería ir a buscar a mi hermanita.

Cuando el avión aterrizó mis oídos casi se salen de su lugar. Tomé mi mochila y bajé de ese estúpido y asqueroso aeroplano.

Ni los libros, ni la música me ayudaron a que el viaje se pasara más rápido de lo que debía. Estuve casi 14 horas encerrada, sin comer, sin diversión y sin una gota de sueño en esa carcacha voladora. 

Naomi me las iba a pagar.

En fin, había elegido París como mi primer destino. Tenía que ir a inscribirme a la universidad de Francia si quería "pasar desapercibida". 

NO QUIERÍA ESTUDIAR, NO MÁS.

Pero, ¿qué podía hacer uno con una eternidad? Muchas cosas, pero al fin y al cabo resultaban...repetitivas. Era uno de esos momentos en lo que me gustaría ser un humano devuelta.


(...)


Naomi me había dejado en la puerta de la universidad hacía media hora y se había marchado sin rastro alguno.

-¿Su nombre?- la malhumorada y mayor recepcionista de la universidad llevaba preguntándome cosas sin sentido por casi una hora. Tenía ganas de meterle una bofetada y sacarle la cabeza.

-Mercy Moore.- dije por quinta vez consecutiva.

-¿Su edad?- ¿otra vez? Esto debe ser una broma.

-La edad de la maldita era en la que usted nació recepcionista de mier...

-¿Mercy?- ¿Quién me llamó?

Comencé a dar vueltas sobre mi misma hasta que mi vista topó con una cara conocida, al fin.

-¿Marco?- fui corriendo hasta quedar en sus brazos. El me levantó por la cintura haciendo una clase de abrazo volador. Pude notar que tenía más fuerza que antes.

-¿Qué haces aquí? Tanto tiempo sin verte.- dijo dejándome en el suelo, quedando frente a frente.

-Estoy buscando a mi hermana, como siempre. Pero pensaba quedarme unos días por aquí. Luego podrías enseñarme la ciudad.- dije coqueta y el rió.

Marco Abad, como olvidarme de él si fue quién me rescató de casi morir quemada por antorchas en el 1800. Gracias a él sigo viva, pero gracias a él Mason me tomó por su sirvienta. No sabía si odiarlo o amarlo. Marco me había ayudado en mi transición de humano a vampiro, me enseñó como cazar y como controlarme. Le debo la vida, si solo la tuviera...

-Ajá. Bueno, yo justo me estaba yendo.- rió y yo lo miré decepcionada.- Pero puedo dejarte con un amigo, si quieres. Su nombre es Zac, te va a agradar, créeme. En fin Mercy, cualquier cosa me llamas.- y desapareció.

Vaya amigo.


(...)


Hacía mucho que no cursaba la universidad, para serles sincera. No me acordaba de absolutamente nada. Saqué mi celular a hurtadillas del profesor de matemáticas y, como siempre, no tenía ningún mensaje.

La vida de una lombriz solitaria era así. 

Un chico de cabellos castaños, pelo levantado (como todos los hombres atractivos de hoy en día), ojos azules y ropa holgada se acerco sigilosamente hacia mí.

-Un gusto.- me tendió su mano junto con una alegre sonrisa de su parte. Yo solo la mire por unos segundos y luego desvié la vista hacia el profesor. Para colmo se había dignado a hablarme, ¿quién se creía? - Soy Zac.- ¿Qué? ¿Quién?

-¿Zac?- pregunté con una ceja enarcada.

-El mismo.- sonrió.

-Marco me hablo de ti.

-¿Conoces a Marco?- preguntó y yo asentí.- Vaya desgracia.- rodó los ojos y no pude evitar reír sonoramente.

Toda la clase se volteó a vernos. Mierda que ganas de cagarla tenía en estos días.

-¿Algo interesante para compartir con la clase?- dijo el profesor Roffel.

Zac negó con su cabeza y  el profesor nos miró con desaprobación luego se dio media vuelta para seguir copiando ejercicios en la pizarra que nadie entendía.

-Será un gusto para mí mostrarte la ciudad.- me guiño el ojo coqueto y... ¿coqueto? ¿Qué insinuaba este chico?- Aunque no lo creas, un vampiro y un brujo pueden llevarse muy bien.

Mercy (Aaron)Where stories live. Discover now