La historia de la noche
en la que te conocí.
Los segundos antes
del pistoletazo de salida.Los cuatro domingos
que te regalé
antes de echar a correr.
Las noches que dejé en tu felpudo
por si algún día necesitabas dormir
y tenías que buscarlas
para entrar en casa.Lo que no pensé
fue en las suelas de tus zapatos,
entrando y saliendo
continuamente.
En lo pisoteadas
que quedarían
mis noches,
con todos sus sueños.
Era un todo incluido.Pero si no lo pensé
fue porque me prometiste
hasta tu aliento.Creí que
en caso de emergencia,
podría aferrarme a él.
Que cuando llegara el invierno
me sobraría con despertarme
e imaginarte a mi lado,
pensando en que un día más
sabría de ti.
Que un día más
haría de diario
al que confiar tus más y tus menos.
El diario al que versas
cada día de tus semanas
y al que proteges con cuidado
debajo de la almohada
cada noche
por si sueñas
lo que escribes.Me hubiera gustado experimentar
la sensación esa,
de recorrerme miles de kilómetros
cada año,
por rozarte después de ocho horas
con la punta de los dedos.
Con la libertad
de besarte
sin sentir
que no hemos mudado la piel.Me confié tanto,
que te di mi vida.
Reciclé las copias,
me parece
que se han convertido en suspiros,
y la nada,
se reduce a lo que me queda.Ahora suspiro
y me reprocho por hacerlo.Después de un año,
todos los recuerdos
salen escopetados
hasta primer plano
de mi mente.Me pondré a caminar,
a ver si encuentro
un poco de paz
en estos ojitos tristes.Me llevo la cantimplora
por si de tanta lágrima
no respiro
porque si no
los ojos se ahogan.Déjame,
prefiero andar sola.
Así hablo conmigo
por el camino
y consigo sonsacarme
la razón de tanto llanto.