I.

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Keth era la universidad más grande de la ciudad, pero no tenía un nivel superior a Morfan Kan ni mucho menos a Lunds. Se trataba de un edificio de dos plantas a cinco minutos de mi fraternidad. Tenía una buena selección de profesores, pero la mayoría eran antipáticos o demasiado responsables. 

Un grito femenino me desconcertó y me giré en dirección de donde provenía. Era Ane, la novia de Zack. Ane estaba buena y era muy guapa, pero era demasiado alegre para mi gusto. No había segundo en que no la veía con una sonrisa puesta en su bonita cara. 

+ ¡Hola chicos! 

Luke la saludó con una sonrisa y un aburrido "hola" sin emoción alguna, algo que le sentó mal. Yo opté por cogerle el sombrero veraniego que llevaba a la cabeza y ponérmelo mientras se quejaba como una niña pequeña.

- No estamos en verano, no sé si te habías dado cuenta. -bromeé.

+ No es mío, subnormal. -dibujó una sonrisa en su rostro.

Le pregunté de quién era con la mirada, pero me miró incómoda y esbufó:

+ De nadie, déjalo. -me cogió el sombrero y puso morritos.

Luke la besó y estubieron diez segundos metiéndose lengua. Yo y Zack los pasámos mirando las nuevas alumnas de segundo curso ya que las otras ya nos la habíamos tirado todas. Oí que Luke y Ane susurraban algo, y rapidamente supe que me escondían algo.

- ¿Tú sabes algo de lo que traman esos dos? -dije con un gesto de cabeza.

- Que va, vamos a hablar con la que está sola -señaló una morena bebiendose un zumo mientras se concentraba con los horarios de clase- y le damos la bienvenida a Keth.

- Creo que paso.

Los dejé atrás y entré en la universidad a comprarme algo para desayunar. Enseguida ví a Karla, la camarera más agradable del mundo. Trabajaba en Keth para el bar desde hacía solo dos años, y me parecía un encanto.

+ ¡Cuánto tiempo, cabrón! -gritó, bromeando.

- ¿Qué tal, Karla? -sonreí como un imbécil.

+ Has crecido cantidad, déjame verte bien. 

Nos reímos al unísono y pensé que era una de las pocas personas dentro de la universidad que no me caía del puto culo. Era educado con ella, algo que me costaba ser especialmente con profesores.

+ ¿Un bocadillo? ¿Un zumo? ¿Un croissant?

- Un bocadillo de queso, por favor. 

+ Un euro, campeón.

Pagué, me despedí de ella y salí hacia fuera más contento de lo que había entrado. 

Me quedé parado a mitad del camino. Lo primero que vieron mis ojos fue aquella melena rubia, que caía frágilmente en los hombros desnudos de aquella desconocida. Después, me fijé en sus grises ojos, profundos hasta no más. Joder, cuando bajé a sus piernas casi se me pone dura, con ese culo respingón que me pedía a gritos que lo acariciara. Y esos pechos que bailaban en su camiseta estrecha amarilla. Sus tejanos y sus converse conjuntaban a la perfección y se me esbozó una sonrisa tonta de lado. Zack, Luke y Ane se acercaron a mi y la rubia los siguió por detrás, hablando con Ane de manera divertida.

- ¿Pero qué cojon...

- Cállate, Maxon. Yo también quise tirármela, y la ví primero. - Zack meneó la cabeza, indignado.

La rubia soltó un comentario feminista que ignoré.

+ ¿Esque aquí todos sois unos mujeriegos de mierda o qué os pasa? -dijo malhumorada.

+ Es mi mejor amiga, Maxon. Ni la mires. Estudiaba en Lunds pero ha decidido hacer un cambio de aires. No le jodas la estancia en Keth.

No supe si reír o echarme a llorar. Unos pechos así merecían ser tocados y esas piernas ser entrelezadas. Zack también lo pensó, pero le prohibieron igual que a mí. La única solución era comprobar si se dejaría llevar por mis encantos, ignorando a Ane. Me acerqué a ella, y cuando la tuve bien cerca le solté:

- ¿No te han dicho nunca que tienes unas piernas preciosas? Y fíjate qué ojazos.

Me dió la espalda y resopló.

+ ¿Quieres dejarlo? No me acostaré contigo.

Ane me riñó, tal y como esperaba.

+ ¡Maxon! ¡Zack ya lo superó, cállate y déjala en paz! ¡Díle que serás su amigo!

- No se puede ser solo amigo de esta preciosid...

+ ¡Maxon!

- Está bien. Seré su amigo, ¿quieres ser mi amigo? -la sonreí, y su mirada se fijó en mi hoyuelo, lo que me hizo sentir mejor.

+ Si no te intentas meter en mis bragas cada dos segundos, sí.

Me reí. Me pareció divertida, y guapísima. Aún más de tan cerca.

- Te lo prometo. -suspiré.


Obsesión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora