X.

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Las noches de Maxon Lambels terminaban siempre perfectas. ¿Entonces que había ocurrido esta vez? Estaba triste y ni sabía por qué. Quizás me sentía muy solo, quizás no era tan fuerte como solía pensar. Diez minutos después, ví una luz que se encendía. Venía de la cocina. Me levanté extrañado, y ví a Serena tomándose un vaso de zumo.

+ ¿Te he despertado? -dijo, con total timidez.

- No. Estaba aburrido mientras te lo montabas con Zack.

+ ¿Yo? -dijo sorprendida- Vuelve a la cama, Erik, que estás muy mal.

Su risa me envolvió en una sensación de calidez. 

- No te hagas la tonta. Hacéis buena pareja.

Si Zack la quería, adelante. Podían hasta salir juntos. Al fin y al cabo, Ser era mi amiga. Pero que no la utilizara, porque esa idea me removía el estómago.

+ Solo nos acostamos a veces.

- ¿Por qué?

Me salió la pregunta directa, sin pensármelo dos veces. 

+ ¿Por qué tu te acuestas cada día con diez chicas distintas? Es lo mismo.

Dejó el vaso en la encimera y sus profundos ojos grises se clavaron en mis pupilas. 

- ¿Por placer?

+ No te hagas el imbécil. 

- Pero... ni las beso. Es penetrarlas y hacer que ni las conozco. Vosotros os besáis, joder.

+ Entonces es mi follamigo, que sé yo. No es asunto tuyo, no me meto yo en tus conquistas. -pareció molesta.

- Buenas noches, amargada. -sonreí.

+ Buenas noches, idiota.

Y sin decir nada más, me fui hasta mi habitación. Cerré la puerta, me tiré en la cama y me quedé dormido con la luz abierta.

Obsesión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora