Al llegar a la mansión de la familia, Perla invitó a su amiga a acompañarla a su alcoba. Allí, le contaría historias sobre fiestas que las chicas del colegio organizaban, con el Colegio Militar de varones.
- ¡Ni te imaginas las fiestas que salen, Valeria! Chicos del último año del Colegio Militar, asistían a las fiestas que organizaban las chicas del último año de nuestro colegio. ¡Por Dios, lo que daría por volver a verlos! El año pasado conseguí ingresar gracias a que una de las organizadoras, era la líder de mi agrupación y nos hizo entrar de incógnito a todas. Esa vez, conocí a un grandote que egresaba ese año y bailamos toda la noche. ¡Ay, estuvimos cerca de concretarlo! - contaba Perla muy emocionada.
- ¿Pero qué pasó que no pudieron? - preguntó Babi Valeria.
- En el momento que habíamos quedado en ir a la cocina para hacerlo, nos cayó la poli encima. Un vecino nos había denunciado por ruidos molestos y vinieron a parar todo. Yo lo observé todo desde la cocina y vi como a mi grandote se lo llevaban detenido, por haber agredido a un oficial. Me quedé tan triste esa noche. La policía detuvo a todos los participantes y llamaban a los padres para que los vengan a buscar. Yo conseguí zafarme, escapando por el patio trasero y conseguí perderme en la oscuridad de la noche. Si mis padres se enteraban, adiós libertad. - relató Perla.
- ¡Dios mío, qué mala fortuna! - expresó Valeria
- La verdad que sí. Pero aun así, mi pensamiento quedó en que iba a ser mi primera vez, pero bueno... El reloj quiso retrasarlo un año más - dijo Perla sonriente.
- ¿Y si este año lo organizas tú? - propuso Valeria.
- No creo, mi madre no lo permitiría. - respondió Perla - Precisamente sobre ese tema mi madre me previno, ya que este tipo de fiestas es blanco fácil de delincuentes y malhechores. Es más, una vez me contó su historia: Estaban en plena celebración con sus amigos, cuando un grupo de pandilleros ingresó a la casa arrasándolo todo. Entre ellos, hubo uno en especial, que a pesar de todo lo que le había hecho, supo robarle el corazón. Ese tipo era conocido como "Hache" o algo así y tenía mucha fama a causa de sus desmanes públicos. A su vez, me contó que en ese entonces tenía una amiga, la cual terminó abrochada al amigo de ese tal "Hache". Una noche, el amigo de Hache tuvo un accidente fatal, que terminó con su vida y casi mata a la amiga de mamá. Hache se puso como loco y hasta llegó a agredir a mamá. Ella se fue del lugar espantada, porque el dulce hombre que había conocido en ese malviviente, había muerto con su mejor amigo. Y para peor, su amiga de toda la vida, prefirió seguir a ese tipo en lugar de acompañarla y consolarla. Por todo lo sucedido, mi madre teme que esa historia se repita conmigo. - Terminó relatando Perla.
- Por Dios, pero que historia más triste amiga. - opinó Valeria.
- Sin embargo, a lo que le tengo miedo no es a lo que me pase a mí. Sino a la verdad, sobre si mi madre realmente ama a mi padre o si sigue enamorada de ese "Hache"- dijo Perla.
- ¿Por qué supones eso? - preguntó muy alarmada Valeria
- Porque veo en mamá algo que me hace dudar. Y cada vez que papá quiere demostrarle su afecto, ella es como que no reacciona de manera amorosa. Como si no estuviese enamorada de él. Como si no lo amase.
- Perla, si hay algo que es seguro, es que si el primer amor ha sido verdadero, deja una huella difícil de borrar. Pero aun así, nunca dudes si tu madre ama o no a tu padre. Ellos se aman, velo de esa forma. - Intentó aconsejar Valeria.
- ¿Pero de qué sirve jurar un amor vacío, eh? - preguntó Perla casi al borde de las lágrimas.
Valeria trató de contener a Perla, que se había emocionado relatando esa historia de amor. La conversación finalmente fue interrumpida por el llamado de Babi desde la planta baja: