CAPÍTULO 6

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Se podría suponer que estaba nerviosa... Bueno, estaba aterrada. No sabía qué es lo que podría esperarme la mañana de aquel lunes.

No había podido conciliar el sueño. Sólo pensaba en Lauren, en su hija y en el estúpido anillo de matrimonio. ¡Mierda! Esa mujer me tenía derretida. Me ponía tan caliente que el sólo pensarla ya causaba estragos en mi vientre y en mi entrepierna. No era normal.

No me gustaba que me provocara de tal manera, ni mucho menos me agradaba el hecho de seducir a una mujer casada. Era tan paradójico sentirme emocionada y asustada a la vez.

Tenía que alejar cualquier pensamiento sobre Lauren. Debía hacerlo desde temprano antes de que sea demasiado tarde. Por el bien de todos, y por el mío propio, no me iba a involucrar con ella más allá de lo que mis principios me ordenaran. Sin embargo, por más promesas que intenté hacer me fue imposible no utilizar mi computadora e investigarla.

Lauren Jauregui era la fundadora y presidente de la junta directiva de una cadena de hoteles en Florida que llevaba su apellido. ¿Cómo es que no lo noté antes? Ah sí, estaba muy ocupada pensando en ese glorioso escote que llevaba el viernes. Según su destacadísima pero resumida biografía había finalizado los estudios secundarios a los dieciséis años y para entonces ya había sido admitida en Harvard para estudiar administración y finanzas. Se licenció a la edad de casi veinte años con aquel emprendimiento en pleno auge, y con un estúpido novio que le había pedido matrimonio.

Aquella mujer era más importante de lo que yo supuse apenas la conocí. Se había casado con su novio de toda la vida (asqueroso) y al parecer se embarazó al instante. Bradley William Simpson, un magnate en el mundo de las consultoras financieras. Rico, arrogante y muy a mi pesar: atractivo.

Mientras más investigaba, más me dolía el pecho y más me consumía una rabia inexplicable ante aquel hombre. Lauren era sin lugar a dudas, una mujer de muy bajo perfil, pero tan exitosa como mi padre. Se mantenía alejada de la prensa sensacionalista, de las cámaras y apenas había aceptado un par de entrevistas en todos estos años.

Gracias a mi curiosidad y a mi capacidad para hackear sistemas y decodificar programas muy complejos podía encontrar lo que quisiera de ella y de su vida. Pero entonces me sentí culpable, y no tenía sentido stalkear cuando podía obtener la información desde la fuente, y de paso, acercarme a ella. Me conformé con aquella biografía y decidí que todo lo que tuviera que descubrir acerca de Lauren, sería a través de ella.

La calma que había prometido guardar para aquella mañana de nuestro encuentro programado jamás apareció. No sabía qué ponerme, no quería que me viera como una adolescente con tatuajes pero tampoco quería perder mi estilo.

Observé mi armario vacío y la pila de ropa tendida en mi cama. Tenía un par de tacones que alguna vez usé y creí que era el momento perfecto para volver a darles uso. Me coloqué unos pantalones de gabardina oscuros y una camisa sin mangas cerrada hasta el cuello. Me observé en el espejo y estudié mis brazos. No estaban repletos de tatuajes, apenas eran seis, pero eran bastante vistosos.

«Mierda me veo como una chica de fraternidad».

El look me sentaba cómodo e hice una nota mental para comenzar a comprar más zapatos con tacones porque tuve que admitir que me agradaban más de lo que creía.

Luego de una inspección decidí tomar la chaqueta de cuero negra y me la coloqué. Me veía más formal que de costumbre. No parecía una adolescente, los zapatos eran súper cómodos y no perdía mi estilo. Apliqué maquillaje oscuro sobre mi cara, como siempre, y suspiré frente al espejo cuando hube acabado.

—Listo —Asentí con una sonrisa satisfactoria en un pobre intento por disimular el temblor de mi cuerpo.

«Lauren se vería más petisa si estoy con tacos... ¡Deja de pensar en ella por el amor de Dios!»

Beyond Infatuation ; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora