—Oli... ¡Olivia! —grité al ver a mi hija saltar del pasamanos del parque y caerse.
Cerré mi libro y me desplacé hacia los juegos para levantarla y ver su rodilla. Estaba sucia y lastimada. Vi sus ojos verdes humedecerse mientras un puchero se asomaba en su rostro.
No era la primera vez que lidiaba con caídas y raspones. Con Olivia comenzaron cuando se había golpeado con la esquina de una mesa. Apenas tenía un año y en aquel entonces yo estaba alimentando a Nash tan cansada que jamás me percaté hasta que su llanto desconsolado hizo eco en cada rincón de la casa.
Toda mujer que haya sido madre debió pasar por la fase sobreprotectora irracional cuando se trataba del primogénito. Si bien amaba a ambos por igual, por Olivia sentía cierta tendencia a observarla más o a preocuparme más. Con Nash en cambio, ya tenía campo y experiencia, por lo que no resultó novedoso ni abrumador.
El corazón me daba un vuelco cuando la veía contener sus lágrimas así que besé su frente y extendí mis brazos. Su cuerpo de seis años se aferró a mi torso con cada pierna en mis costados y sus brazos extendidos rodeando mis hombros.
—Vamos a ver eso —La llevé a la banca en la que me encontraba hacía un minuto y me senté con ella en mi regazo.
—Me duele —masculló con la voz ahogada.
—¿Me crees si te digo que mamá lo curará?
Tomé el bolso que había dejado en la banca. Allí traía solución desinfectante, gasas esterilizadas y vendas. Siempre estaba preparada: Olivia y Nash se caían o se lastimaban tantas veces en un mes que la prevención formaba parte de mi rutina.
Tomé una toallita con desinfectante y percibí el terror en la mirada de mi hija.
—Tranquila princesa... Lo haremos como siempre —Le indiqué—. Yo la paso para que no se infecte con gérmenes y tú...
—Y yo soy una niña fuerte —Me interrumpió.
—Esa es mi princesa —Sonreí orgullosa y volví a besar su frente—. Respira profundo.
Ella lo hizo mientras trataba de aplicar la solución desinfectante con la presión justa entre delicadeza y limpieza. Por suerte no protestó ni lloró. Quité la sangre y la tierra del área afectada y, cuando estuvo limpia soplé un poco. Luego tomé una gasa y con una banda adhesiva la coloqué sobre la pequeña herida. Guardé todo en el bolso y besé su rodilla.
—Listo cielo ¿Te dolió?
—Un poquito, pero ahora no —Se soltó de mi agarre y se puso de pie para regresar a los juegos, sólo que esta vez acompañó a Nash en el arenero.
Miré mi reloj de pulsera instintivamente. Estaba bastante acostumbrada a estar en constante ocupación de alguna responsabilidad por lo que se había convertido en un mal hábito.
Era mediodía y eso significaba otra junta de socios de vuelta en el edificio de la compañía.
Finch nos llevó a casa de mis padres dónde deje a mis bebés para que almorzaran y pasaran la tarde, y luego me trasladó hacia la oficina. Mientras atravesábamos la ciudad, una llamada de Dinah me despertó de mi pequeña siesta de diez minutos.
—¿Qué pasa Dinah?
—Lauren tenemos una sesión en media hora, ¿dónde demonios estás?
—¿Es hoy? —«Mierda. ¿Cómo se me había olvidado?».
—Ajá, los de publicidad ya llegaron —Se oía desesperada.
—Diles que estaré en una hora. Tengo una junta en este momento.
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Beyond Infatuation ; Camren
عشوائيLauren cree que tiene todo bajo control. Siempre se repite a sí misma que puede con cualquier cosa: desde dirigir la junta de su propia cadena hotelera hasta criar a dos niños sin ayuda de nadie. Camila cree fervientemente que su pasado no afectará...