Parte 8

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Me encontraba perdida entre esos dos seres oscuros, mis amos,  aun lo estoy,  pero la noche de mi trasformación, en lo que me convertí, en un demonio impuro que termino por destruir su hogar humano, pero esas sensaciones tan placenteras aun inundaban mi cuerpo,  mis amantes habían hecho un buen trabajo,  y todo ese lugar solo era un sitio de pecado, el principio de mi infierno.

El crepúsculo se comenzaba a notar, asi que el sitio de mi crimen seria descubierto por los humanos,  me vestí con  esas ropas negras,  con aroma a sangre,  mis amos de igual manera se hicieron de sus ropas, pero ellos de una manera mas presentable, la loca del lugar era yo, pero apenas era un demonio recién creado.

Salimos como espectros del lugar,  dejando todo cerrado por dentro,  el acto seria un crimen del mismo demonio, obra de satanás y yo una bruja,  ¿Pero la bruja no pudo hacerlo?, sus restos son los mas fríos y putrefactos del lugar, las risas de la idea macabra,  que la santa fe se apiade de aquellas pobres almas.  ¡Maldición!  mente de loca, demencia de pensamientos, por un momento me atormento, por el otro disfruto de las penas ajenas,  ¡Loca!

Esas almas, esas que aun espero si hayan encontrado el camino al descanso y no a la esclavitud como lo es la mía,  una materia suspendidas en los hilos del destino,  pero aun me falta escribir más, aun debo escribir con mi sangre,  aun quiero ser recordada como la bruja, el demonio, la esclava.

En esos momento nos refugiamos lejos de la Capital de mi Linda Puebla,  y nos dirigimos a la capital del país,  en la Ciudad de México me divertí como demonio,  conocí la corrupción del poder,  la seducción del pecado, la belleza del crimen,  era presentada como pariente de dos extranjeros hermosos, adinerados en búsqueda de la riquezas de esas tierras conquistadas.

La euforia de la Guerra de libertad,  nada más delicioso que encontrar victimas entre los campos de batalla,  liberales o conservadores, la sangre es sangre y la muerte el fin en común,  mi señora y yo eramos fantasmas, leyendas de borrachos,  como la llorona, pero no tanto como gritar ¿Donde están mis hijos?;  eramos mujeres hermosas que devorábamos el alma de hombres perdidos por los caminos;  mitos creados por el tiempo, por el miedo del pueblo. 

Ahora comprendo la tristeza de esa alma,  tan condenada a vagar, como yo a las cadenas,  el mismo pecado compartimos,  mancharte las manos con la sangre de tus familiares, ella mato a su hijos, yo a mis padres....  ¡hay mis padres! debería gritar por los pasillos de mi prisión; pero yo no tengo voz,  yo no puedo desahogar mi dolor en lamentos. 

Regresando a los recuerdos de esa época por que yo siempre divago entre mis ideas,  yo era el pariente de esos demonios,  un año basto para que mi antiguo hogar fuera un lugar maldito que nadie deseara habitar,  pero mis amos,  yo quería volver a estas paredes que el día de hoy me rodean, esta casa había sido subastada y Andru ahora era el dueño de este lugar de sangre. 

Tiempo que todo hace borrar, a veces de manera lenta, otras de manera fugaz,  años pasaron para que la gente de la ciudad de los ángeles perdiera el recuerdo del funeral sangriento de la bruja,  después esas salas, esos lujos, las fiestas eran lo que se percibía en este lugar,  cien años no eran nada para un demonio que vivía con otros, había perdido mi humanidad,  no sabia que era la compasión, no sabia que era la piedad, solo aprendí de lealtad, y por faltar a ella mi condena comenzó...  





RELATÓ DE UNA ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora