Parte 10

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si tuviera un cuerpo de verdad, estaría llorando sin consuelo, se que si tuviera pie, los azote me harían sacar aullidos  de dolor, lo único que se es que los hilos de sangre recorren lo que en apariencia son mis mejillas que salen de mis cuencas oscuras, alguna vez tuve ojos, hoy no tengo nada, odio cuando Irais me lastima, a veces no se si es lo que más le gusta, y con estas lagrimas sangrientas continuare mi relato estas paginas mugrosas, ¡alguien me leerá?, si es así, reza por mi.

Yo era un demonio encantador, mis bellos ojos al carmín a la luz de la luna, mis labios tan carnosos, y una lengua que no debió pronunciar nada, en una noche de fiesta, aun con temor de que el ejercito revolucionario pasara por mi mansión, aunque mis amos estaba atentos de lo que Porfirio Díaz hiciera en la presidencia de nuestra nación,  en fin ellos estaban aliados a el, muchas veces lo vi en fiestas en el Palacio de la capital, y en una de esas fiestas, lo vi a el, un chico vestido con uniforme de capitán, el simple aroma de su piel me causo una inmensa sed, había un toque en el que mi curiosidad no pudo contener.

El chico de cabello castaño claro, y unos ojos miel, su uniforme hacia notar una postura que no pude evitar observar la forma de su espalda, y muy segura de mis encantos demoníacos me acerque a el,  me volví una coqueta, mostré mi pecho, y reí risueña ante el, pero este hombre era distinto, siempre me esquivo, y se rehusó a bailar conmigo, yo enfurecí.

Molesta, espere a que estuviera solo, mientras me ofrecía a la lujuria de otos, me bese frente a otros ante sus ojos, y deje que las manos de otros me tomaran frente al, tratando de leer sus pensamientos, pero no pude hacerlo,  no podía poseer su mente y eso lo hacia un verdadero reto.

Cuando la velada trascurría, y vi que mis amos el centro de atención de la fiesta, yo me volví loca por el capitán, entonces lo acorrale saliendo de la biblioteca de aquel palacio, mire sus ojos y el solo pudo sonreír con ironía,  - Beatriz es tu nombre, demonio- , Me quede helada ante aquella forma de hablarme y de la nada me tomo por el cuello con una fuerza que no era humana, sus manos como fuego hacían quemaduras en mi piel, y su expresión ante la mía era de completa paz.

¿Quien era el?, nunca me había cruzado con un ser como el, tan dispuesto a matarme, tan dispuesto ha hacer pedazos mi cuerpo, pero en sus ojos tan dispuestos a ayudarme a encontrar la salvación,  -¡Aun les lloras demonio?-  ahogue un gemido, después de 100 año el sabia que había hecho con mi familia y su pregunta sobre mi arrepentimiento me hizo crecer desde el interior una rabia, como pude me quier la mano de mi cuello y respire aire.

El se encontraba parado y yo hacia caído sobre las faldas de mi hermoso vestido azul, el me miraba con una sonrisa estúpida en los labios,  y susurro -Mi nombre es Uriel, y se quien y que eres Beatriz-; la rabia se congelo ante la declaración de su nombre, y lo notoria de mi debilidad,  el tenia de ventaja quien y que era, y el solo aparentaba ser un capitán.

el que se hincara en cuclillas frente a mi solo me hizo desearle mas, una ligera luz roja le cubría, no era el rojo de la sangre, más bien era un rojo cálido, como de amor,  Uriel, aun es mi condena,  me desgarra recordar,  y le odio, pero el nudo en mi garganta me dice que aun le amo.

Quiero abrazar este recuerdo plasmado como si el aun estuviera conmigo, como si aun tuviera piel, como si aun pudiera ver sus ojos miel, malditas lagrimas carmesí, dejen de salpícar este papel asqueroso, dejen de rodar de mis cuencas vacías, pero los hilos que aprisionan mis labios no me dejan  soltar un gran lamento de dolor y pena,  pero Beatriz deja la estupidez, si tus amos te ven llorar te darán razones de verdad para llorar. 





RELATÓ DE UNA ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora