Parte 1

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Hoy es una noche especial después de tanto tiempo ente las sombras de mi prisión, por un largo tiempo he permanecido sin decir palabras, si pudiera decir mis palabras a través de la voz que viajar por el viento, no hay lamentos que salgan de mis labios, solo soy un objeto más de ese lugar que en algún momento fue mi propio hogar, hoy extendí mis manos hacia esos seres, son oscuros e hijos de la noche, mis amos, por ahora me reservó a revelar su verdadera identidad, por alguna extrana razón han decidido regalarme unas hojas de papel amarillento y hasta un poco sucio, una pluma que por su textura y color creó que es de un cuervo, de esos que mis pobres ojos manchados con mi pena han visto la carne devorar de las victimas de mis señores y un pequeño frasco de tinta roja que si pudiera tener alguna emosion la hubiera tirado al contacto de mis palmas, mi sangre.

En un rincón dentro de ese sotano, a la luz de la luna y acabando mi jornada de ese día trato de vagar en mi pasado, entre los hilos de lo que fue mi vida, mi muerte y el inicio de mi esclavitud, trató de perderme entre las particulas de polvo que se ven en el rayo de luz lunar, trato con todas mis fuerzas de recordar, navegar en lo que el interior de mi ser hay, inconcientemente me toco el pecho como si en verdad aun hubiera un organo, mi corazón palpirar, aprieto fuerte los ojos, si es que a esos circulos oscuros manchados con hilos carmesí reflejo de mi dolor fueran mis ojos, entonces mi memoria empieza a funcionar, si los recuerdos, el como empezó todo esto.

En verdad me tortura la mente pensar día tras día, si he perdido la nocion del tiempo, pero es asi no se en que día estoy y cuanto tiempo exacto he llevado estas cadenas que me atan por dar mi palabra a esos seres oscuros. Con esas nociones pienso que mi nombre en vida era Beatriz, y si los recuerdos de mi alma no me fallan he nacido en la Nueva España, en la gran ciudad de los Angéles, trato de recordar esos sonidos, los caballos y carretas que van por las avenidad frente a mi ventna, y ahora solo recuerdo haber visto a traves de la ventana de mi prision mientras el crepúsculo caia ha los pies de gente correr y unas enormes maquinas con ruedas extrañas y un horrible ruido.

Cierro los ojos y recuerdo o imaginó lo qu me paso, yo era una joven de 17 años cuando entre en la oscura condena, mi padre era un conservador, un idealista de las constumbres españolas heredadas de su padre, en esa época; 1810 comenzaba la fatal guerra, una guerra de libertad, esa palabra a mi vida y muerte no vendran, la tuve y elegí mal mi camino, elegí conocer y aprender del ocultismo y sus sombras, busqué aprender de la muerte y las brujas indigenas que eran la servidumbre de mi antiguo hogar, aprendí a invoncar y yo provoqué mi destino.

Una noche de luna llena con ayuda de ellas logré ver a través de las sombras, y vi por primera vez esos ojos fieros, los ojos a los que sirvo con deseo y miedo, sin embargo mi padre me vio realizando un ritual de invocación, aun creo recordar su cara de miedo, rabía y odio, además de un creciente despreció; el nos ato a los árboles para coménzar con el castigo; a mis damas de compañía las golpeo sin piedad y creo que conmigo tuvo un poco más de piedad; solo me rompió la boca y el sabor de la sangre era lo unico que podia degustar; el mismo me llevo a la palacio de la inquisición, era la deshonrra de mi linaje a ese apellido español, me vi encadenada sentenciada a muerte, ahora me rió de mi propia decisión, hubiera muerto y la condena en el infierno tal ves sería menos de lo que mis ojos ven ante esas fieras sedientas de vida, sangre y de otros placeres que solo en sus manos guías me llegaron a descubrir.

Recuerdo mi jucio ante el cardenal y su jauria de perros llamdos sacerdotes algunos originarios de mi cuidad, otros de la capital, aun me rió de ese supuesto poder divino que ejercía de manera terrenal, tan superficial esa divinidad, mientras esos hombres devotos a dios me déspresiavan a gritos y escupían; aun recuerdo que detrás de ese cuerpo de ese humano supuestamente superior qué iluminado con la gracia de un dios que también me desprecia; aparecieron cuatro ojos fieros sedientos de mi alma, mi cuerpo estaba temblando por el futuro dolor que experimentaria por las torturas, acusada de brujeria.

RELATÓ DE UNA ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora