Cap. 12

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Cuando bajó a desayunar a la mañana siguiente encontró una nota de Lay en la mesa de la cocina.

Estamos citados con Tom y Shannay a las seis media en el City's.

Control de daños. Dos parejas proyectando una imagen de felicidad y unión, asegurándose de obtener la suficiente atención como para conseguir que apareciera una fotografía en las páginas de sociedad de la prensa del día siguiente. Era un modo de contrarrestar las insinuaciones.

¿Habría advertido Lay a Rosa que iban a cenar fuera?

Hyuna escribió una nota y la sujetó con un imán a la puerta de la nevera.


El City's era uno de los restaurantes más selectos de la ciudad y había sido elegido deliberadamente porque era especialmente frecuentado por los ricos y famosos.

—¿Crees que funcionará?

Shannay alzó su copa de champán en un silencioso brindis.

—¿Qué más da? —dijo con una sonrisa—. Lo cierto es que vamos a disfrutar de nuestra mutua compañía y que vamos a comer de maravilla.

Hyuna asintió y también alzó su copa.

—¿Qué más podemos pedir?

—Podríamos invitar a Gervaise y a Emile —dijo Shannay con expresión traviesa.

—Eso sería llevar las cosas un poco lejos.

—¿Tú crees?

Todos rieron mientras el camarero se acercaba a tomar nota.

Estaban comiendo el plato principal cuando Hyuna captó el destello de un flash.

—Paparazzi —anunció rápidamente en voz baja.

El fotógrafo fue rápido... probablemente necesitaba serlo para poder acudir al resto de lugares en que se divertían los ricos y famosos de la ciudad.

—Misión cumplida —declaró Shannay cuando el reportero desapareció.

Tras los postres permanecieron un rato más charlando en el restaurante, disfrutando de la camaradería de su amistad.

—Debemos repetir esto —Lay tomó a Hyuna de la mano y enlazó sus dedos con los de ella mientras salían.

—¿Qué tal la semana que viene? —sugirió Tom.

—Hablamos para confirmarlo.

Tras las despedidas, cada pareja se encaminó en la dirección en que tenían el coche.

Una vez en el Mercedes, Hyuna apoyó la espalda contra el respaldo del mullido asiento con un suspiro. Le aguardaba una semana muy ajetreada de trabajo y necesitaba descansar.

El sábado por la mañana, Hyuna acudió a casa de Anamaria a tomar el té, como había quedado.

Calculaba que su abuela no tardaría más de diez o quince minutos en abordar el tema por el que la había convocado, pero en cuanto entró en la sala de estar vio que tenía el periódico en cuestión a mano.

—¿En qué estabas pensando? —preguntó la anciana sin preámbulos a la vez que señalaba la foto en que aparecían los hermanos Champeliere con Shannay y Hyuna.

Hyuna suspiró.

—Quedé con Shannay para ir al cine. Después fuimos a tomar un café. Allí nos encontramos con dos amigos que se sentaron a nuestra mesa.

—Dos hombres junto a los que fuisteis fotografiadas —especificó Anamaria.

¿Por qué se sentía como una alumna recalcitrante a la que la directora del colegio hubiera convocado a su despacho?, se preguntó Hyuna.

—Fue algo espontáneo y totalmente inocente.

—Por supuesto —dijo Anamaria de inmediato—. Pero no es eso lo que parece. El comentario que hay bajo la foto da pie a la especulación, y sólo añade gasolina a las tonterías que esa estúpida actriz va haciendo por ahí.

Una discreta llamada a la puerta anunció la llegada de la asistenta con el té. Anamaria hizo una seña para indicar que ella misma se ocuparía de servirlo y la asistenta se fue en cuanto dejó la bandeja en la mesa.

—Supondría una ventaja que pudiera hacerse un anuncio—dijo la anciana tras servir el té.

Hyuna decidió que la mañana acababa de empezar a empeorar.

—¿Antes de la concepción? —preguntó, sin poder evitar un toque de cinismo en su tono.

Anamaria entrecerró los ojos.

—¿Te preocupa tu aparente incapacidad para concebir?

Hyuna decidió que nunca iba a tener mejor oportunidad para aclarar las cosas.

—Lo que me preocupa es que estés sacando a relucir ese tema de continuo.

Anamaria irguió los hombros y respiró profundamente.

—¿Dormís... juntos?

—¿Te refieres a si mantenemos relaciones sexuales? —Hyuna estuvo a punto de soltar una risita histérica—. Con mucha frecuencia —¿y por qué no llegar hasta el fin de las aclaraciones?, decidió antes de añadir—: Y no, no utilizamos ninguna clase de protección.

¿Fue rubor lo que captó tras el colorete de las mejillas de su abuela?

—¿Qué te parece si dejamos ya el tema? —continuó con suavidad—. Empieza a resultar tedioso.

—Muy bien. Te pido disculpas.

Hyuna no recordaba una ocasión en que su abuela hubiera pedido disculpas a alguien. Desde luego, nunca lo había hecho en su presencia.

—Gracias, abuela.

Matrimonio de ConvenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora