¿Qué quieres de mí?

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- ¡Pamela, ya no bebas!- me ordena Arold. Me quita el vaso de las manos y hago un puchero, no es típico en mí. Seguro se me ha pegado de Ana.
- Luces demasiado ebria Pame- me dice Rosi. Me siento ebria, querida.
- Creo que vomitaré- le advierto.
- No, nena, espera, respira- dice alterada.
Doy dos pasos torpes para alejarme.
- Se me viene- digo cuando siento el alcohol en mi garganta.
- ¡Iugh!- exclama Rosi.  Se acerca y me agarra el pelo para no ensuciarlo.
Arold se acerca a mi y me agarra por la cintura cuando creo perder el equilibrio.
- Te llevaré a casa, preciosa- me dice. Dudo que me vea preciosa, estando así de ebria.
- por favor- le digo- muero de sueño.
- Es porque has bebido mucho- me abraza por la cintura hasta que llegamos a su auto. Rosi sube conmigo y me mira un poco sorprendida. Si, creo que es sorprendida.
-Es la primera vez en toda mi vida, que te he visto beber así- me dice.
Arold mira por el retrovisor y maniobra el auto para salir a la carretera. Él ha bebido casi como yo,
¿por qué no está ebrio?
- Quiero mi cama- empiezo a decir como niña pequeña.
- Ya, en un rato llegamos- me calma Rosi. Ella tampoco está ebria.
- Apura, Arold- exijo histérica.
- ¡Pamela, pórtate bien!- me grita Rosario.
- No me grites- le digo llorando. Estoy sensible joder.
- Ya ya linda no llores- oí decir a Arold. Mis ojos se van cerrando en cuanto me acuesto en las piernas de Rosario.

Siento que me elevo de improviso, quiero abrir los ojos, pero estoy muy cansada para hacerlo. Me dejo llevar por los brazos fuertes que me cargan, después de un rato siento otros brazos que rodean mi cuerpo. Abro ligeramente mis ojos y quiero protestar, pero solo logro balbucear torpemente algo que no llega si quiera a tener sentido.
Es Lorenzo quién me tiene en brazos.
- ¿ Por qué han dejado de beba demasiado? - pregunta Ana furiosa.
- Lo siento Ana- oigo la voz de Rosario- con un par de tragos se ha puesto así.
- Ella no toma Rosario, tú sabes- le recrima mi hermana.
- Lo sé, lo siento. Me despiden de ella cuando despierte.
Escucho el resoplido sarcástico de Lorenzo. Me roza en la cara su aliento. Pero no me incómoda.
- Lorenzo, ve a echarla a la cama, por favor- le dice Ana a Lorenzo en cuanto escucho la puerta cerrarse.
-Lo haré.
Camina hasta lo que creo es mi cuarto. La puerta está abierta lo cual facilita la entrada.
Me deposita con cuidado en la cama. Oh sí, mi cama, deliciosa y suave.
- Mmm.
- Te sientes bien ahora- murmura Lorenzo. Me acaricia la mejilla. Me hace cosquillas con sus yemas.
-Mmm- puedo expresar. No puedo hablar.
- Descansa Pamela, mañana vas a escucharme- susurra Lorenzo. Escucho segundos después cerrarse la puerta de mi cuarto y me quedo profundamente dormida.

Me levanto de un sobresalto y con los ojos asustados, tengo seca la garganta, no tengo agua en mi mesita de noche. ¿mi celular? Oh no. Espero no haberlo perdido. Me levanto con prisa para ir a la cocina, tengo aún el vestido puesto, me incómoda increíblemente. No tengo idea de la hora. Mi celular, lo he llevado en una cartera pequeña. No la he visto en mi habitación, no recuerdo mi cartera, maldito alcohol me perfora la mente, la cabeza me pesa y duele.
Llego a la cocina, localizo con los ojos la jarra transparente llena de agua. Bueno en realidad llena hasta la mitad. Pero es agua y lo agradezco. Necesito agua en cantidades exageradas para acabar con la resequedad de mi garganta.
Tomo dos vasos cuando por fin la siento húmeda  y normal.
Levanto los ojos hacía al reloj que cuelga en la cocina. Son las 2:50 o quizá 2:52 de la mañana.
Creo que mis sentidos recién empiezan a despertar por completo, cuando me percato del ruido del televisor y voy hasta la sala. Ana y los hermanos aún siguen allí. Ya es muy tarde, ellos deberían irse. No trato de acercarme, Ana y Cristhian tienen los ojos somnolientos. Y Lorenzo acaba de bostezar sin vergüenza al estar con ellos delante.
- Cristhian, mejor espera a que amanezca- murmura Ana- no se vayan ahora, es tarde.
- Acepto- dice Lorenzo con la voz chispeante.
Cristhian duda un poco pero termina aceptando.
- Cristhian, tú puedes dormir conmigo en mi cuarto, y tú, Lorenzo, el mueble es todo tuyo- les explica Ana.
- Ahora veo tus intenciones Ana-  responde Lorenzo con un tono pervertido en la voz.
Ana y Cristhian se ríen un poco avergonzados.

Dejo de mirarlos, porque Ana y Cristhian vienen hasta dónde estoy. Voy con rapidez a mi cuarto, me meto en el baño, tengo amarga la boca y pienso cepillarme. Decido rato después en bañarme. El agua caliente me cae por los hombros y viaja hasta el termino de mi cuerpo. Con el jabón hago masajes a mi cuerpo, los senos y el estómago es dónde me detengo por más tiempo. Me paso las manos por el rostro, e inclino la cabeza hacía atrás. Qué agradable se siente. Cuando por fin termino me envuelvo el cabello con una toalla y mi cuerpo con otra. Me observo por unos instantes en el espejo, tengo expresión relajada y sonrío porque es así como me siento.

Busco entre mi ropa algo que me quede suelto, no encuentro por ningún lado mi pijama así que algo holgado me será perfecto. Encuentro una camiseta extremadamente grande, es de Arold, me la presto después de una fiesta en su casa, me derramaron trago en mi vestido y él me le ofreció.
Me pongo un interior rosado muy infantil, evito dormir con sujetador, así que solo me pongo la camiseta. Me queda grande, un poco arriba de las rodillas, no es necesario buscar un short. Quito la toalla de mi cabello, todavía demasiado húmedo y me acomodo en la cama de manera que mi cabello cuelgue, estiro los brazos hacía arriba señalando el techo, estoy relajada y solo esperaré a que seque el cabello para poder dormir.

La puerta de mi cuarto está cerrada, lo ha estado hace un par de minutos, yo no la he abierto, inclino mi cabeza hacia atrás en la posición en la que me encuentro, Lorenzo es quién está recostado en el margen de la puerta. Me incorporo en la cama y quiero decir algo pero me detiene un gesto suyo, su dedo índice en el centro de sus labios, indicando que me quede callada.
Trae consigo mi cartera pequeña. Sonrío despreocupada porque sé que no he perdido mi celular. Cierra la puerta tras él y se acerca para entregármela. Lo miro cautelosa antes de tomar mi cartera, tacto su interior y siento la superficie de mi celular, vuelvo a suspirar y contenta vuelvo a acostarme de la forma anterior.
Espero que se vaya Lorenzo, pero se acuesta conmigo imitando la posición en la que estoy. Lo miro incrédula y su rostro no me dice nada.
- ¿Qué haces?- murmuro, cuando veo que se acerca.
- Besarte- responde  cuando tiene pegado sus labios a mi boca.

Siento la calidez de sus labios y me dejo envolver en su beso. Me inquieto cuando se torna intenso y necesitado. Pone una mano sobre mi muslo desnudo y me acaricia. Su mano sube hasta mi cintura. Me retuerzo queriendo detenerlo. Pero me agarra fuerte y me sube encima de él. Continúa besándome ávidamente, su lengua se siente increíblemente placentera.
Deja escapar un pequeño gemido y me excita. Sus manos me suben la camiseta y con recelo para que no me vea desnuda, lo detengo.
- No. No quiero esto.
Me observa sin decir nada y vuelve a besarme. Me acaricia el cuerpo con las manos, hasta que las posa en ambos lados de mi cadera, las aprieta intentando marcar un ritmo. Pero me siento tan insegura. Él solo juega conmigo. No es posible que permita este contacto y sin pensarlo dos veces. Me incorporo en su regazo.
- ¿Qué quieres de mí, Lorenzo?- le suelto sin más. Sus ojos sorprendidos y brillosos por la excitación, cambian tornándose sombríos por algún recuerdo que parece cruzarle en la mente.
Se hace el silencio en mi habitación. Se mueve para quedar acostada en la cama, a su lado. Y no dice nada.
Su respiración ahora calmada, sigue siendo muy audible. Mira el techo como si fuese algo que ve por primera vez, hasta que por fin decide verme.
- Quiero que te enamores de mi.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2016 ⏰

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