Pov. Amelía
Llegamos al restaurante, ella se sentó e instintivamente me hice al lado de ella, no tengo idea porque, trato de excusarme a mi misma pensando que es para evitar la mirada acosadora de la señorita Montés, César se hace en frente a nosotras. Llega el mesero y nos toma la orden.
- A mi y a la señorita denos una pasta a la marinera. - Dice Sanabria pidiendo por el y por la periodista.
- Emm no gracias, a mi deme un filete en término medio con una ensalada de berenjena. - Interrumpe la señorita Montés, lo cual me causó mucha gracia, mas tardé lo molestaré. Él sólo se queda callado.
- A mi deme lo mismo que la señorita. - No es por lucirme pero en serio lo que había pedido sonaba apetitoso.
Llegó lo que habíamos ordenado y comenzamos a comer. Ya había pasado algún tiempo, se hacía raro que ella no hubiera comenzado a preguntar.
- Me extraña que no aproveche el momento para comenzar su interrogatorio señorita Montés. - Le dije sin mirarla a los ojos, restándole importancia.
- Inspectora Jiménez, déjeme decirle que tengo valores y sé que aprovechar su hora del almuerzo y su descanso, hacer mi trabajo no me parece de lo más ético. - Me sorprendió su respuesta, así que no hice más que darle un sonrisa, la más sincera que le he dado, ella me respondió igual, lo cual me asombró, porque su sonrisa era increíblemente bella.
Continuamos comiendo, César no decía nada, bastante apenado quedó, pobrecillo, pero se lo merecía, ya le he dicho que a veces es demasiado apresurado.
El silencio se tornaba incómodo, así que decidí acabar con él.
- Bueno señorita Montés, cuenteme de usted. - Le dije mirándola a los ojos.
- ¿Es una especie de interrogatorio inspectora Jiménez? - Me dijo mientras levantaba una ceja.
- No, solamente quiero hacer tema de conversación. - Su pregunta me había hecho sentir algo mal.
- Oh, lo siento, no quería sonar que tan en serio. - Dijo apenada, estaba algo sonrojada por no decir mucho. - Bueno, emm tengo 25 años, vivía en Seattle, pero hace tres meses me mudé aquí a Nueva York. - Sanabria aprovecha la oportunidad para integrarse a la conversación, supongo que la vergüenza ya se le fue en su mayoría.
- Oh que bien, si podemos saber y no es muy impertinente ¿Por qué te has mudado? Digo, Seattle es muy lindo y calmado a comparación de Nueva York.
- Pues es que por ser tan calmado no podía desarrollar en su totalidad la investigación que estoy haciendo, además había terminado con mi novia y pues creí que era la mejor oportunidad para empezar de nuevo.
César casi se atraganta con su bocado al escuchar la palabra "novia" y yo casi me atraganto de la risa que me había causado su cara, sus planes de conquista de había ido al suelo, por eso supuse que no hablaría más, muchos errores en una conversación, y el silencio continuó un poco más, hasta que llamé al mesero para que me trajera la cuenta.
- ¿Cuánto es? - Preguntó la señorita.
- No te preocupes yo pago. - Le respondí, mientras le pasaba mi tarjeta débito al mesero.
- No, no quiero ser molestia.
- Lástima ya pagué.
No hizo más que una cara de resignación, nos dispusimos a ir a na comisaría, en la puerta me dijo.
- Hasta luego inspectora Jiménez, nos veremos mañana para que vuelva a insistirle para la entrevista.
- No - Respondí, ella agachó la cabeza, asintió y se disponía a dar la vuelta pero le detuve. - No vendrá a insistirme ya que su muestra de ética en el almuerzo me ha dejado buena impresión suya. - Meto mi mano en mi chaqueta y saco una tarjeta. - Aquí esta mi tarjeta, llámame cuando crea conveniente, accederé responder algunas preguntas después del trabajo.
Ella tomó la tarjeta algo sorprendida. - Muchas gracias inspectora Jiménez.
- No hay por qué, espero verla pronto, señorita Montés.
- Por favor llámeme Carla. - Esbozó una pequeña sonrisa.
- Bueno, entonces llámame Amelía. - Le respondí, sentía que de alguna forma mis nervios comenzaban a alborotarse.
- Esta bien, hasta luego Amelía, hasta luego inspector Sanabria. - Dijo mientras nos estrechaba las manos a César y a mí, que a propósito había olvidado su presencia.
- Adiós. - Respondimos los dos.
Luego de que la señorita Montés, digo Carla se fue, Sanabria y yo nos dirigimos a mi oficina.
- Bueno, hasta que caíste en sus encantos. - Dice César mientras se sienta en mi silla.
- ¿De qué demonios hablas?
- Bueno, pagaste su comida, accediste a la entrevista, le diste tu número, comenzaste a llamarla por su nombre y pides que te llame por el tuyo. - Dice mientras, cada aspecto lo contaba con uno de sus dedos.
De la misma forma, con mis dedos comencé a decir. - Pagué también tu comida, ella iba a pagar y era mas justo que alguien pagara la comida de su amigo y la de una desconocida a que ella pagara el almuerzo de dos desconocidos, a los que fue a acompañar a almorzar por que uno de ellos la invitó. - Dije mientras lo señalaba, continúe. - Le di mi número porque accedí a la entrevista, accedí a ella porque por lo menos se abstuvo a hacerla en pleno almuerzo, lo que demuestra ciertos principios que no han mostrado los otros periodistas que suelen venir y por último, ella fue la que pidió que llamara por su nombre, yo le pedí lo mismo por cortesía. Lo más importante es cuando ella te corrige por haber pedido por ella, ah no. - Le dije sarcásticamente. - Lo mejor fue cuando te dijo que había tenido novia y todos tus planes de conquista se fueron por el fregadero. - Respondí mientras soltaba una carcajada.
- Bueno ya estuvo bueno. - Dijo mientras se ponía de pie. - Querida amiga, tienes el camino libre con la linda periodista, ve y recupera mi honor. - Esto último lo dice con voz de caballero medieval.
- No, no tendré nada con ella, ya sabes nada del trabajo. - Le respondo.
- Pero si ella no es de trabajo.
- Va a saber de mi trabajo eso la convierte en parte de él, además sabes lo que pienso de los periodistas, son personas entrometidos, imagínate como sería si hubiera sexo de por medio.
- ¡Dios! Definitivamente él le da pan al que no tiene dientes. - Dijo exagerando sus gestos, y a su vez saliendo de la oficina.
Yo sólo pude reírme de su actitud, y continúe con mi trabajo.
Holiiii, espero que si les gusta comenten algo. *me siento sola*
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Te Tendré A Mi Lado
BeletrieAmelía es capitana e inspectora de una comisaria de Nueva York, alguien centrada en su trabajo, sin pensar en nadie más, es una mujer complicada, pocas veces alguien logra conocerla al menos un poco más de lo que aparenta ser, pero todo cambiará cua...