Capítulo 3

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Los días han pasado bastante aburridos, mi vida consiste en estar en el hospital y hacer mi tesis, no he hablado con Maite desde hace unos días, y con Sebastián ni hablar, sólo me llamo para reclamarme por las fotos que teníamos con los de Of Mice & Men y el hecho de que él no los conoció, quizá suene raro pero extraño los momentos en los que pasaba todo el tiempo al lado de Sebastián y no para malinterpretar, es en el hecho de que es mi mejor amigo y me la paso muy bien a su lado, me relajo y todo parece ser fácil, y aunque sea difícil de creer no sé ni en qué día estoy, hoy iré a mi casa, trataré de avanzar lo más que pueda.

Al salir del hospital tomé un taxi hacia mi casa, me sentía demasiado agotado y no sé en qué momento me quedé dormido, el taxista me tuvo que despertar al llegar a mi casa, así que con flojera le pagué y entre a mi casa, mi mamá al parecer estaba durmiendo así que sólo subí a mi cuarto y al ver aquella escena desperté en un golpe.

No lo puedo creer, sabía que ella era perfecta y si bien la perfección no existe creo que hay excepciones, ella se ha ganado todo mi amor y yo espero haberme ganado su corazón, y si bien sabía que esta mujer es detallista, esto sobrepaso mi imaginación.

Ahí se encontraba ella parada, junto a mi cama con un vestido negro que entallaba todo su torso y era suelto de abajo, y usaba unos tacones negros muy altos, muy pocas veces he visto a esta mujer de tacones, los aborrece con toda su alma y casi siempre los usa por obligación, no sé cómo le hace en el trabajo. Atrás de ella en la pared de mi cuarto se leía ¡Feliz cumpleaños!

En la mesa se encontraba comida y en la cama había unas cajas, debo admitir que no sé cómo lo logra, pero siempre termina sorprendiéndome.

Entonces me acerco a ella, y a pesar de 6 años a su lado no ha cambiado absolutamente nada, con cada paso que doy para estar a su lado late más rápido mi corazón y mi estómago se revoluciona, la abrazo y algo dentro de mí se desata, no quiero dejarla ir, quiero que esté a mi lado por siempre. Al separarnos me entrega las cajas y al abrirlas me quede atónito.

En la primera caja se encontraba perfectamente doblada un poco de ropa, y al desdoblarlo no lo podía creer, era una camisa blanca, era perfecta, al comenzar a verla Maite se acercó y me abrazó mientras susurraba "para tu graduación", al fondo de la caja se encontraba mi perfume favorito, Dios, esta mujer cada día me enamora más.

Al abrir la segunda caja que era más pequeña que la primera vi un montón de papel en tiras, pero al meter mi mano encontré una pequeña botella que al sacarla resguardaba un pequeño barco, éste era hermoso, la caja también contenía unas cartas, que decidí leer después. En ese instante sólo supe abrazarla.

- Gracias amor, eres la mejor – dije soltándola.

- Espero te haya gustado.

- Me encanto.

- Que bueno porque el barco en la botella me costó mucho hacerlo.

- ¿Tú lo hiciste?

- Claro, soy un estuche de monerías.

- Eso lo sé mi amor – dije riendo.

- Bueno, espero igual te encante eso – dijo mirando hacia arriba.

Y al mirar no podía creer de lo que mis ojos eran testigos, todo mi techo estaba pintado, era un perfecto cielo con estrellas, esta pequeña obra de arte hecha por mi hermosa novia era completamente perfecta, combinaba de una manera maravillosa el color azul con el rosa y el morado de tal manera que era como si vieras una nebulosa en persona, esto sólo me demuestra que Maite me conoce perfectamente.

- ¿Te gustó? – Pregunto con una tierna mirada.

- Es increíble amor – dije aún observando el techo.

IrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora