Capítulo 12

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Sebastián

He terminado de leer las cartas de Matías, la mayoría estaban ensangrentadas y eran intentos de cartas que nunca terminaban, pero al final hubo unas terminadas, como si no se pudiera marchar si no dejaba huella con sus palabras.

Desde que las acabe de leer no dejan de brotar lágrimas de mis ojos, la gente me ve raro porque muchos piensan que los hombres no deberían llorar, pero a la mierda, no tengo porque ser como todos esperan, mi mejor amigo esta debatiéndose entre la vida y la muerta allá adentro y el amor de mi vida murió hace poco, hoy se puede ir mucho a dónde quiera la sociedad si no entiende este dolor tan grande.

Al leer todo esto me he puesto a pensar en muchas cosas. Y es que él no sabía cuanto la amaba, ella ni siquiera lo notaba pero eso no significaba que no fuera con toda el alma, que no la amara con cada fibra de mi corazón y por ella daría cada suspiro de mi vida.

Estaba tan embargado en mis pensamientos que no me di cuenta que el doctor había llegado y se encontraba frente a mi.

- Puede pasar a ver a su amigo - Fue lo único que menciono y desapareció por el pasillo.

Me levante y seguí las instrucciones de la recepcionista para poder llegar a dónde estaba mi mejor amigo, pero al entrar al cuarto me arrepentí de no haberme preparado antes.

Al verlo mis ojos comenzaron a picar y las lágrimas luchaban por salir por más que me esforcé por no caer y es que como no sentir todo esto, si la imagen que estoy presenciando es algo que nadie debería de ver.

Mi mejor amigo se encontraba tendido en esa cama de hospital, en un cuarto deprimente, acostado pero sin ser él, sin vida, sin luz, con máquinas a su lado checando todo su cuerpo, con tubos entrando por el mismo, allanando su mundo, su cara es pálida como las paredes, no parece mi amigo, su cabello le cubre los ojos y sus manos están a los costados, con vendas en las muñecas que aún parecen tener rastros de sangre, como sí su alma se tratara de escapar aún.

No sé si me escucho o sólo fue por inercia pero salió un leve quejido de su garganta, así que me acerque, me senté a su lado en la cama y comencé a peinar su cabello, como lo hacía Maite cuando trataba de calmarlo y hacer que se sintiera mejor, estoy consciente de que no es lo mismo y no lo será jamás pero debe estar tranquilo, ya ha pasado por mucho.

Después de unos minutos la enfermera me indico que debía dejarlo descansar, así que salí a caminar por las calles, es de madrugada, se fue volando el día.

Vagaba por las calles, confundido, herido del alma, quería cambiar todo pero no podía hacer nada, por más que lo intentará Maite no volvería, y Matías no dejaría de tener ese enorme dolor en el pecho que día con día lo asfixiaba y no lo dejaba vivir.

Y en ese preciso momento, despavorido, le rogué a Dios y al diablo que se tuvieran el uno al otro, que nada hubiera pasado, que le diera unas horas más a su lado, porque se lo merecen, porque se amaban con el alma, porque cuando ellos se miraban no parecía importar nada, porque eran el vivo ejemplo del amor verdadero, del que no hay, del que ya no existe, y en ese preciso momento lo comprendí, los primeros días culpaba a Matías, pero jamás lo mencione porque es mi mejor amigo y jamás haría nada para dañarlo, pero en este momento, ha estas horas de la noche lo comprendí, él cometió errores, sí, ¿Y?, eso no disminuye ni un poco cuanto la amaba, todos somos tontos en algún momento de la vida, pero aún así ella lo amaba con todo su ser, aunque se equivocará una y mil veces, porque así es el amor, el amor de verdad.

Y lo odie, muchas días de mi vida lo odie por eso, porque él la tenía, ella lo amaba, él la podía besar, pero lo más importante, él le podía decir cuanto la amaba y cuanto significaba para él, y no es que yo nunca se lo dijera, el problema es que ella siempre lo vio como amistad, ella nunca notaba mi cara de tonto al mirarla, ella nunca notaba cuanto la admiraba por ser simplemente ella y nunca se dio cuenta que yo siempre estaría para ella, que aunque me llamara a las 3 de la mañana yo iría hasta donde ella estaba porque era lo más importante para mi. Trate de olvidarla, quizá igual que Matías, la trate de ahogar en alcohol y olvidarla con otras mujeres, pero soy realista, nadie hubiera podido sustituir a esa hermosa mujer.

Trate de verla como amiga, pero entre más la conocía y hablaba con ella me enamoraba más y más, ella en ningún momento noto todo esto, siempre estuve con ella en las buenas y en las malas, nunca deje que viera eso de mi, no se lo merecía.

Y así se me fue la vida, amándola en secreto, deseando que cada día de su vida fuera feliz, intentando que nada la dañara, Matías no era tonto, sabía que estaba perdidamente enamorado de ella, pero nunca trato de alejarme, en el fondo entendía, entendió que se necesita estar ciego para no amarla.

El día que sucedió el incidente con el jefe de Maite me di cuenta de lo que sería capaz de hacer por ella. después de golpear a su jefe temblaba, no podía creer lo enojado que estaba, que persona tan asquerosa, como trato de hacerle eso a la mujer más maravillosa que puede encontrarse en toda su triste vida, lo deje casi inconsciente y sólo porque Maite llego a separarnos, si por mi fuera lo hubiera matado. 

Hay algo que no le conté a Matías y no porque me lo haya pedido Maite, más bien porque nadie debería tener esa imagen en la mente, ese día Maite iba vestida como todos los días de trabajo, una falda formal, una camisa blanca y un pequeño saco pero obviamente ese día no se veía igual que siempre.

Cuando la estaba esperando afuera para que me contara todo, no sé porque pero no me imagine nada de eso, ella salió corriendo de la empresa, pero Dios, no lo podía creer, salió corriendo y me abrazo, se deshizo en mis brazos, llorando, enojada, llena de rabia. Cuando por fin la logre tranquilizar hice que me contará todo, mientras lo hacia yo la observaba, tenía el cabello enmarañado, revuelto, desecho, su camisa estaba desabotonada, rota de los botones, su falda estaba rota por un lado, no traía nada de sus cosas, y sus tacones estaban rotos.

No termino de explicarme lo ocurrido cuando me metí a la empresa, los de seguridad me intentaron detener pero me importo muy poco lo que esos ineptos me podrían hacer, subí hasta dónde estaban las oficinas de esa área, por suerte ya había ido una vez, busque la oficina de ese desgraciado y toque a la puerta, en cuanto él me abrió me le fui a los golpes, no podía detenerme, hasta que Maite me quito de encima de él, fuimos por sus cosas, y nos subimos a mi carro, por suerte ese día no había llevado el suyo Maite.

En cuanto nos subimos a este y avanzamos un poco Maite comenzó a llorar, mientras veía su regazo, tenía su celular en las manos, estaba desecho por el golpe que había recibido, tenía la pantalla rota pero aún funcionaba, ella observaba una foto de Matías. Le suplique que saliéramos para que se sintiera mejor, sabia que se sentía sola, y ella acepto, pero antes me pidió que la llevara a su casa para que se cambiara, cuando subí a ver si estaba lista vi toda su ropa y sus cosas en la basura, no dije nada, nada era más apropiado que sólo abrazarla.

Me costo mucho hacer que se sintiera mejor, pero después de tantas tonterías y un millón de fotos parecía ser la Maite de siempre.

Cuando llegue a mi casa no podía dejar de llorar, golpee mil y una veces mi saco de box pero el enojo no parecía irse, no era justo por lo que estaba pasando ella, y eso me mataba, porque no podía evitarle ni un poco el dolor.

Ese día, ese día me di cuenta que siempre estaría enamorado de ella y que no importaba por todo lo que tendría que pasar yo la quería ver feliz, yo la cuidaría, pero falle, le falle a la única mujer que he amado toda mi vida y eso me mataba cada día.



IrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora