Contigo nada tenía sentido. Le dabas color a tus párpados con el pintalabios granate, teñias tus labios con el colorete y del rimel prescindías, a tus mariposas no le hacian falta. De vez en cuando, te quedabas mirando al horizonte, a la nada, al vacío. Tu vacío. Como si estuvieras esperando a algo (o a alguien). Preferías el blanco en las cartulinas de trabajo. Blanco puro (como tú). Decias que así el resto de colores podrian mostrarse en todo su esplendor.
Encontrabas la felicidad entre notas de alegria y si estabas triste escuchabas melodías aun mas tristes para acordarte de tu risa y echarla de menos.
A veces te llamaban loca por tus carcajadas espontáneas. Pero joder, eso era vida.
Recuerdo cuando las únicas lágrimas que recorrian tu rostro eran de la risa que te provocaban mis chistes malos.
¿Cómo adivinar ese hueco en tu interior? Parecías primavera.
Estabas llena de flores, y en cada flor una sorpresa, una nueva sensación.
Recuerdo cuando comenzaste a bailar, por qué sí, sin música, por qué te apetecía y era suficiente.
¿Te acuerdas del atardecer en la playa? Aún guardo tu foto de perfil. Estabas sonriendo.
He quemado, sin querer queriendo, algunas de tus cartas. Lo siento. Fue el impulso del hecho de saber que ya jamás recibiré ninguna.
¿Sabes? Si sacan el amor como tema de conversación, yo te saco a ti.
Suelen pensar que me dejaste por otro o que ya no me quieres. Ojalá sea solo eso, porque entonces podría volver a verte. Pero eso ya es imposible, ahora si te veo será en otra vida.