No lo entiendes.
Nos conocemos ya dos años, pero da igual. Que ignorante yo. Que ignorante tú.
Quisimos ser amigos, solo amigos. Creí que no eras para mi, que pegabas más con otra y que yo , como mucho, sería tu amiga. Lo dejé ir. Lástima que tus ojos de mar no se fijaran antes en los mios de tierra. Se estaba de lujo a tu lado ¿sabes? Si, como ir en un velero, viento en popa, cortando olas.
Y luego distancia. Kilómetros. Despedidas. Promesas.
Menos mal que lo cumpliste, te he podido volver a ver.
Pero aún no entiendes. No me entiendes.
No soy como el resto. Suelo pillar las indirectas, aunque mi naturaleza sea desgranar rápidamente el asunto. Ese es mi problema, o soy demasiado sutil o te lo explico claramente. Va a ser eso, que no te dabas cuenta de mis planes para alcanzarte, de mis estrategias para verte y estar a tu lado, de mis malditos escalofrios al rozarte.
No te dabas cuenta de que buscaba la mejor perspectiva para verte, de que me encantabas cubierto de crema solar, ni de que deseaba observar tu mirada de más cerca con la excusa de espandirla bien por tu rostro.
De vez en cuando se te escapaba un piropo y yo, sorprendida, no sabia como reaccionar. Que mal yo. Que mal todo.
Ahora resulta que tu tambien sentias escalofrios y que me buscabas a todas horas. Te contradices y duele. Tienes razón y duele.
Dices que esto no es una via para encontrar el amor. Contamos la distancia, las horas, las despedidas, el resto....no sale rentable, lo sé.
5 veces pregunté que te pasaba cuando, en vez de eso tuve que llevarte conmigo y haber hecho desaparecer la pena a base de besos.
Pero ya da igual, se han impuesto de nuevo los kilometros.