Ha empezado a llover. Tengo ganas de salir a la calle y sentir las gotas rozar mi piel. Ya estoy fuera. La lluvia ha cesado.
Enciedo un cigarro y aspiro. Luego expulso con cuidado. Así, despacio.
Por cada bocanada de humo se esfuma un problema. Es hermoso ver como se difumina en el cielo con formas extrañas antes de desaparecer por completo.
Se ha acabado. Miro la colilla y la vuelvo a apagar en mi antebrazo. Ya no duele, es la 20° y a penas queda espacio para más. Tendré que comenzar en el tobillo, su tocayo está totalmente ocupado.
En vez de tirarla al suelo la meto entre las cordoneras de mis tenis y empiezo a andar.
Hacía tiempo que no venia a este lugar, pero no queria reconocer que me necesitaba volver. Desde aquí puedo observar toda la ciudad.
Me hacen compañia las estrellas y comparto con ellas mis secretos.
Otra gota se ha estrellado en mi hombro. Alzo la barbilla para que choquen con mis labios. Diana.
Sé que voy a mojarme, no me importa, acaba de llegar.
Se sienta a mi lado y juega con mi pelo. Ya era hora, he desobedecido las normas para encontrarmela cara a cara.
Me giro y veo su caracteristica figura enmarcada por una luz extraña. La comparo con la silueta de mi propia mano y la del hombre de la calle de abajo que, sin paraguas, corre en busca de refugio.
Estaba en lo cierto, es irreal. Todos los objetos relacionadas con ella parecen ser perfilados con neón.
Hago memoria y recuerdo que cuando hablabamos o discutiamos la gente me miraba raro, como si de una locura se tratase. Cuando la presente en casa me mandaron directamente a mi cuarto (creian que iba borracho) y tras esa noche de supuesto desenfreno amanecí solo en mi cama...Ya no más.He resuelto el misterio. Nunca más. Acabaré con la duda. Jamás. Acabaré con ella.
FIN
