Wild

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Al llegar a casa me sorprendí de que no hubiera nadie, pues q esa hora suele estar, como mínimo, Marina. Ya que era ella quien siempre hacia la comida.

Mientras Ben dejaba sus cosas n mi habitación yo me dediqué a buscar la nota que siempre dejaban cuando se iban a algún sitio y yo tenía el móvil apagado por estar en clase. Inspeccionando el salón encontré encima del mueble empotrado del salón un cuaderno en el que me explicaban que iban a estar fuera de casa 3 días por un familiar de Juan Carlos que estaba en el hospital y al vivir en Barcelona se tenían que desplazar hasta allí. Cuando terminé de leerlo dejé el cuaderno en su sitio y me dirigí a la cocina.

—¿Qué pasa?— preguntó Ben entrando a la cocina y cogiendo una bolsa de gusanitos de la alacena.

—Nada. Que estoy sola unos días. Marina y Juan se han tenido que ir a Barcelona — comenté mientras inspeccionaba la nevera para decidir que hacer. —Y deja de atiborrarte a gusanitos — le arranque la bolsa de las manos —, que vamos a comer en nada.

—Perdón, perdón, señora — hizo el amago de reverencia, se arrodilló y me abrazó las piernas —, pero, por favor, no me pegue.

—Levántate del suelo, que esta mañana se olvidó barrer. Te vas a llenar de mierda los pantalones y yo no pongo otra lavadora por tus estupideces — suspiré recordando la vez que me quiso "ayudar" a hacer waffles y puso todo lleno de harina y tuve que limpiar la cocina y su ropa—. Bien— volví la vista a la nevera—, ¿Macarrones o espaguetis?

—Me da igual. ¿No son lo mismo? —Cuestionó encogiéndose de hombros. —Pasta es pasta.

—Por imbécil hoy no comes.

Puse el agua con una pastilla de Avecrem al fuego. Mientras esperaba que el agua hirviera limpié lo que no hice por la mañana sintiendo envidia de ver a Ben tirado en el sofá del salón disfrutando de la televisión por cable y explorando los canales que esta tenía.

—¡Pero si tenéis el canal Wild! ¡Mola!— Comento entusiasmado.

—¿Qué canal? —Pregunté apoyándome en el respaldo del sofá.

—El Wild—repitió mirándome. Dándose cuenta, por mi cara de confusión, de que lo que preguntaba era que emitían. No el nombre. —Echan documentales sin censura. Vamos, que puedes ver cómo unos leones destripan y se comen una gacela.— Continuó con una siniestra sonrisa.

—Que macabro — murmuré. Volví a mis tareas observando de reojo a Ben viendo atento como unos buitres estaban disfrutando del festín que se estaban dando con los restos de un jabalí.

Habiendo terminado el tiempo de la pasta y el sofrito de esta, le grité a Ben desde la cocina que se levantase para poner la mesa.

—Pero estoy viendo como comen los lémures. ¿No puedes esperar un rato? — Preguntó poniendo ojitos, lo que no funcionaba nunca y se pensaba que, por arte de magia, ese día iba a funcionar.

—Vale, tú sigue viendo a esos bichos comer. Que el que no va a comer vas a ser tú. — Respondí desde la cocina.

Tras escucharle bufar y el sonido de como arrastraba los pies por el parquet, apareció en la cocina. Como un alma en pena deambulando por los últimos lugares que pisó en vida, agarró los platos y cubiertos y los colocó en la mesa. Volvió a por las servilletas, la coca cola y las varillas de metal para poner la cacerola en la mesa. Mientras tanto, yo terminé de darle los últimos toques de orégano y llevé la comida a la mesa. Ben se sirvió primero y, como si no hubiera comido en días, se puso a  devorar la pasta de su plato.

—Hijo, pero mastica. Que te me vas a morir.

Ejque em ji cadja no como tab jiendijo con la boca llena. Lo le miré con cara de confusión, pues no entendí ni media palabra. Él tragó y repitió la frase. —Que en mi casa no como tan bien. La nevera siempre está vacía, los armarios tienen telarañas y cada vez que me llevo algún táper de aquí, vuela.

—Pero, aún así, aquí nadie te va a quitar la comida. Así que, relájate y come despacio. Hablando de comer, ¿podemos ver otra cosa que no sea ver como comen los carnívoros de la Sabana? ¿Eh, señor carroñero?

—Carroñero no. A mí me gusta cazar y elegir mis presas.— Esa frase la dijo de forma alegre y con cara de felicidad. Lo cual, fue bastante perturbador.

Habiendo terminado de comer, recogimos todo y nos pusimos a jugar unas partidas online al COD Black Ops III.

—Y... ¿que hacemos esta tarde?—Peguntó Ben.

—Pues lo que estamos haciendo ahora, ¿no?

—Killy, tienes que salir más de casa— comentó pausando la pasrtida—. Ya oíste a tu psicóloga. —esta vez me quitó el mando para que lo mirase—, debes salir de tu zona de confort.

Yo me refunfuñé mientras me cruzaba de brazos y me encogía en el sofá.—Pero es que no quiero salir. Hay criaturas extrañas y parecidas a mi.

—No hace falta que vayamos a la Puerta del Sol, podemos ir a algún otro sitio.

—¿Cómo cual?

—¿Lugares abandonados?— medio preguntó y digo medio, porque íbamos a ir a alguno, sí o sí.

—Vale— bufé. —Pero no nos vamos muy lejos.

Sigo Siendo Tu Mejor Amigo (Ben Drowned )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora