Premonición

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Esa mañana me fue más difícil el despertar. Tenía los ojos pegados y se me dificultaba la visión por las legañas que tenía en los ojos. Con resignación apagué la canción On my Own, la cual usaba de despertador. Y observé toda la habitación perdiéndome en un puto fijo de esta.
-Kilian, levántate ya. ¡Que al final vas a llegaras tarde!- Se escurrió ese grito por las rendijas de la puerta.

Somnolienta miré fijamente el punto donde se encontraban dos paredes y el suelo. Ahí me acordé del truculento duelo que había tenido. En verdad había soñado tal atrocidad de mi mejor amigo. Me había degollado en mitad de un pasillo en ambulatorio de Sadaina. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al recordar esa hoja afilada abriéndose paso por mi garganta y seccionado todo lo encontraba a su paso provocando que me ahogara en mi propia sangre.

Con pereza me levanté y sin ganas alguna abrí las puertas del armario y me puse lo primero que pille. Al mirarme al espejo vi lo que por primera vez en años no me pasaba, me vi guapa. Las mayas negras y la sudadera del New yorker combinaban con las playeras azules de Adidas del mercadillo. Me hice una trenza a un lado y me volví a mirar al espejo.
-Como una princesa. - Suspiré.

Me dirigí al salón y, a través del marco de una ventana, que conectaba la cocina con el salón, se encontraban: un vaso de leche humeante, el bote de Nesquik, una bolsa de magdalenas y un paquete de galletas María.

-Buenos días... - Bostecé con mucho cansancio mientras ponía las cosas del desayuno en la mesa del comedor. - ¿En serio tengo que ir a clase? - Cuestioné con esperanza de que me dejara quedarme el casa leyendo algún libro o jugando.
-Pues si. Acaba de empezar el curso y no es plan de que desde ya estés faltando- me dijo con su sonrisa.
- ¿Eso quiere decir que mas adelante puedo faltar?- solté ilusionada.
-No. - Ese "No" tan seco me quito de un plumazo toda la alegría.-Anda, desayuna ya, que al fina llegaras tarde.

Mientras desayunaba me puse a pensar en el sueño que había tenido. ¿Cómo pude soñar tal barbaridad sobre mi mejor amigo? Era lo único que pasaba por mi cabeza. Desde hacía años mis sueños habían estado plagados de cosas extrañas y pesadillas, pero ver a Benjamín matarme a sangre fría se llevaba la palma.

Una nueva alarma interrumpió mi reflexión sobre el sueño que había tenido. "La medicación" parpadeaba en la pantalla acompañado de una música digna de un politono de los años 90. Y, con desgana me dirigí a la cocina para tomarme los antidepresivos.
Habiendo terminado todos mis quehaceres matutinos me puse en marcha hacia el instituto.
Durante el trayecto me encontré con otra alma en pena a la cual le entusiasmaba la idea de tener que levantarse por la mañanas para ir a estudiar.

Como todas las mañanas que nos encontrábamos bajó del árbol del cual estaba colgado dispuesto a darme uno de sus típicos abrazos que te rompen tres costillas, pero me acordé del sueño y le esquivé instintivamente.
-¿He hecho algo malo?- preguntó extrañado, pues aun siendo reacia al contacto humano, a él nunca le negué un abrazo.
-No, es solo que hoy no estoy para abrazos.- Contesté encogiéndose de hombros y sintiéndome mal por, seguramente, haberle hecho sentir mal.
-Si necesitas hablar ya sabes.
-Si, claro.

Nos pusimos en marcha hacia el centro mientras hablábamos de temas muy triviales.
Al llegar al edificio cada uno tomo un camino diferente para llegar a su clase y pasarlas a nuestra manera. En mi caso yo me pasé las tres primeras horas en mi mundo e ignorando toda burla o cachondeo hacia mi persona. Y en el caso de Ben lo más seguro sea que se quisiera cortar las vena por ver el inminente cero que se aproximaba en su boletín de notas.

Aun habiendo sonado la campana que indicaba el recreo Miguel no paraba de explicar la fórmula para sacar la ecuación de una recta. Hasta que no nos lo explicó todo no paró y porque varios estuvimos bufando para ver si se daba por aludido, pero el hombre no solo era ciego, si no que también sordo. Tras salir estuve esperando a Ben en la fila para comprarme un bono para el bocata y por fin apareció. Subimos al comedor a por mi bocata y bajamos al patio.

-¿Y tu que tal el examen?- el solo bufo. - O sea, que bien -.

-Ja ja ja, que gracioso. ¿Y tu que tal con audiovisuales?-yo solo me encogí de hombros, tampoco quería hablar de que pasaron de mi propuesta para el corto. -Dejame adivinar, han cogido la propuesta de la princesita pasando olímpicamente de la tuya.
-¿Cómo lo... ?
- Soy adivino. - Me abrazo de la cintura.
El timbre sonó y tuvimos que volvimos a clase. Con desgana, por supuesto. Porque es un verdadero aburrimiento tener que estudiar, no, corrijo, memorizar algo que no te gusta. Te sientes como en una cárcel por un crimen que no has cometido. Y tras otras tres interminables horas en las cuales parecía que el tiempo se reía de mi acabaron las clases por ese día.

Ben y yo nos volvimos a encontrar en la salida, pues Marina me había dejado llevar a Ben a comer a casa.
Al llegar a mi casa descubrí una coincidencia con un sueño bastante escalofriante. Parte de mi sueño fue premonitorio. De eso me di cuenta cuando, al llegar a mi casa la encontré vacía. Cosa que me extrañó bastante porque a esa hora como mínimo debería estar Marina. Y por otra parte estaba la nota que había encima de la mesa del comedor. En la cual me explicaban que estarían fuera por unos días por el fallecimiento de la madre de Jose María. Y eso, quieras que no, asusta. Y mucho. Ya que si esto ha pasado puede que la otra parte del sueño también lo haga.

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Tengo una pregunta para ustedes. ¿A alguno se considera un viciao' de los videojuegos?
Si es así menuda decepción, en uno de los capítulos anteriores dije que Ben le puso la pausa a un juego ONLINE y naide dijo na'. Vaya gamers.

Sigo Siendo Tu Mejor Amigo (Ben Drowned )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora