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Nota: Ambientar la lectura con la canción de galeria.

les quiere

Nath H. 



POV "Narradora"

El catre chirrió cuando ella se movió, y una gastada semi-sonrisa apenas curvó sus labios cuando vio el papel doblado en el piso.

Esperó unos segundos para levantarse, sus piernas dolían mucho, sus brazos con cortes finos se hallaban torpemente vendados, e hiso todo lo posible para moverse sin lastimarse.

Cuando el papel estuvo entre sus dedos, se sentó en el piso con la espalda apoyada en la gruesa y rasposa pared de cemento. Y a su lado derecho, la ventana abarrotada.

Él, que se encontraba en la misma posición, pero con la ventana a su izquierda, escuchó el débil sonido de una hoja siendo desplegada, y casi se alegró. Sin embargo, aún no escuchaba alguna muestra de vida; fue así hasta que un papel arrugado cayó a su lado.

Lo leyó rápido:


"Creo que tengo quince, ellos me dijeron que tenía quince, también me dijeron una vez que les pregunté, que estaba allí desde los cinco años; les creí porque no recuerdo nada más que estar encerrada aquí...

Y no tengo nombre, ¿es normal tener uno?

Tu vecina que tampoco tiene nombre "


Sonrió melancólico, él tampoco sabía si era normal tener un nombre. Pero eso no importaba mucho.

En la misma hoja escribió:


"¿Puedo verte?"


Y la lanzó.

— Sé que estás cerca de la ventana— No escuchó respuesta por parte de la fémina, así que solo agregó: — No sé si es normal tener un nombre.


La chica abrazó sus rodillas aguantando las inmensas ganas de ceder al llanto, por alguna razón, sentía un gran pánico en ese momento, ese miedo no la dejaba hablar.

Y es que había tantas razones para tener miedo: ¿y si los amos venían y la azotaban de nuevo? ¿y si mira al otro lado y no ve a nadie a pesar de seguir escuchándolo hablar?

El nudo en la garganta no la quería dejar respirar, hasta que no aguantó más y tomó aire para soltarlo en forma de sollozos y lágrimas.


— Por favor no llores, dime qué hice mal— él siguió hablando, pero ahora con temor en la voz— Lamento mucho haberte hecho llorar, pero no sientas miedo ¿sí?, sé que eres fuerte Pequeña Mujer, así que... si te hace sentir mejor, no me dejes verte, pero déjame solo...— la voz de él empezó a temblar— solo déjame asegurarme de que no eres producto de una mente demente como la que probablemente es la mía.

Él extendió su mano y esta se quedó en el dintel rasposo y entre dos barrotes convenientemente separados.

*

El llanto se detuvo. No hubo sonido que probara algo. Nada; solo el frío y las intensas ganas de decaer.

Hasta que una mano suave y cálida se posó sobre la suya y se entrelazó.

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(/-\) ... 

(/-º)... 

(~u~)/ Hola otra vez.

Espero que les guste el cap. Está hecho con amor, esfuerzo y canciones tristes.

hasta el sgte cap.

NATH H.

Blanco y AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora