27

35 3 0
                                    


Cuando abrió sus ojos, lo primero que miró fue si ella aún seguía allí. Sí, ella aún estaba ahí dormida; su mano seguía entrelazada con la de él, y en la misma posición incómoda en la que dormía, ella sentía sentirse en paz.

Dudó en despertarla, así que solo la observó.

Se preguntó cómo era posible que todo este tiempo estuvieran uno al lado del otro sin conocerse... ¿acaso su mente lastimada, disociaba el hecho de que había otro ser que sufría?

Se preguntó si alguna vez cuando era niño la escuchó llorar. No lo recordaba.

Era inútil pensarlo y tampoco importaba mucho, ahora la tenía cerca, ella era su amado bosque de mano... su pequeña niña valiente.

Y ese día él tendría que ser valiente como ella. Hoy venían los amos con él.

Azul no se lo dijo porque sabía que tendría pesadillas, y la imagen de ella despertándose sobresaltada mientras llora...

<< ¡cielos, no...!>>

Cada vez que ella se despertaba por las pesadillas, él sentía que su corazón se saltaba tres latidos.

Ella comenzó a moverse, lanzaba pequeños y adorables quejidos, y entonces lo miró.

Su corazón se saltó otro latido.

— Falta poco para que me acostumbre a dormir de este modo.

Ella se desesperezó y bostezó un par de veces antes de notar que él no decía nada.

— ¿Qué pasa?

Él reaccionó como si saliera de un trance hipnótico.

— Nada, solo... ¿has dormido bien?

White lo miró a los ojos, sabía que algo le preocupaba.

— ¿Te sientes bien?... ¿Azul?

Él lanzó un cansino suspiro y bajó la cabeza antes de responder:

— Escúchame, hoy los "señores" vienen conmigo... ¡no, no, no! ¡no te preocupes! Seré fuerte... lo prometo.

— Está bien— tragó saliva para deshacer el nudo en su garganta.

— Ahora quiero que...— respiró hondo, ella frunció el ceño confundida— que te alejes de la reja e intentes dormir otra vez.

— ¿Para qué?

— Para que cuando vengan ellos, te encuentres dormida y no tengas que escuchar.

— No— él la miró fijamente— Estaré aquí contigo hasta que ellos vengan... no pienso dejarte solo ¿me oíste? No lo haré.

— Pero entonces... ¡me escucharás!

— No importa.

Él tomo sus manos entre las suyas, esa chica era obstinada, pero él haría lo mismo si fuera al revés.

— No quiero que te sientas mal, White, por favor.

— No te dejaré solo.

— Te lo ruego, no lo hagas...

— No... Me quedaré aquí contigo, no voy a dejarte solo.

Él no quería que ella lo hiciera, no quería imaginarla escuchando los gritos de él...

— Hablemos de otra cosa— dijo ella cuando él pretendía hacer otra protesta.

— Vale... ¿de qué?

Blanco y AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora