11

51 3 1
                                    


POV "Narradora"

Él no había dormido en toda la noche porque sabía lo que pasaría en la mañana; era el día de lo que ellos llamaban ducha.

Pero no entendió muy bien cuando, en vez de él, fueron con ella primero. Eso le parecía un poco sospechoso.

Se acercó a la ventanilla, escuchaba cómo los señores le ordenaban que se desvistiera, y él apretaba sus puños resistiendo el odio.

<<No te preocupes— se decía— solo limpiaran su cuerpo>>

Se repitió aquello tratando de convencerse. De hecho, lo estaba logrando... hasta que escuchó el grito de su joven vecina y una orden odiosa del amo Leandro.

Mordió su labio inferior aguantando su rabia, y no se detuvo aun cuando la sangre le empezaba a bajar por la barbilla.

<< Resiste... solo un poco>>

Caminó por su celda, otra vez estaba pasando.

POV "Él"

No, ahora no... su grito, su llanto ¡Maldición!

¡por qué me tiene que pasar ahora?

Esas voces, qué odio y cuánto temor les tenía.

Tan dominantes, los malditos castigadores.

Pero ¿quién era yo?

Solo una escoria encerrada, con miedos, sin derechos...

Y ellos eran los amos, ¡Los señores!, que recompensaban el buen comportamiento y que no toleraban los errores.

Sus torturas. Sus órdenes. Sus burlas.

<< Vamos... cálmate un poco>>

Inhalé y exhalé, aguanté la respiración por 30 segundos y volví a respirar, lo hice varias veces para poder serenarme.

Pero ese último grito hiso que se rompieran todas las posibilidades de serenidad.

Ese grito...

Fue tan... desgarrador, inhumano, cargado totalmente de una agonía que quería darse a conocer, fue un grito que me hiso volver a caer en ese oscuro hoyo negro y abismal.

¿quién soy yo para hacer algo?

¿quién soy yo para hacer algo?

Mi vecina, mi niña...

Ella es fuerte.

Ella resiste.

Ella...

Ella no puede dejarme aún.

Ella aún no se puede ir.

Tengo que hacerla sonreír.

No quiero perderla.

¿por qué siento que la necesito?

¿la necesito?

¿por qué?

Quizá porque... quizá porque sin ella siento que estoy loco. Que soy un demente.

Pero sé que estoy demente.

Pero con ella me siento en paz.

Mi jovencita... no, ella no es mía.

Pero tampoco quiero que sea de ellos.

Ellos son malos, la dañan por dentro y por fuera.

Estaba sentado al lado de la ventanilla, otra vez sentía que todo estaba mal.

Pero yo no estoy mal ¿cierto?

¡maldición! No ahora.

La presión en el pecho, el nudo en la garganta, la fuerza del odio impotente frente a acciones encadenadas, no lo resistía.

No podía aguantar.

Soy tan débil.

Ella tan fuerte y yo tan débil.

— Es... ¿estás ahí?

¿esa era su voz? No lo sabía, jamás la había escuchado hablar... qué voz tan dulce.

— po... por... por favor.

No, ella se sentía mal.

¿pero cómo podía calmarla, cuando yo misma estaba colapsando?

— por favor, dime que estás ahí... No me dejes sola tan rápido... por favor no me hagas esto— No, mi niña fuerte, ella lloraba— háblame, no me dejes tan pronto, te lo ruego.

Su mano pálida yacía sobre el dintel y entonces algo se calmó dentro de mí.

Y pude corresponder a esa pequeña guerrera, su mano estaba tan fría, temblaba.

Ella. Tan trémula y bella, su mano en mis labios fue un alivio...

Era una hermosura invisible, de un ser que, por miedo, no se dejaba ver.


-----------------------------------------------------------------------------------------------

-----------------------------------------------------------------------------------------------

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Más o menos así se ponen uno de los dos cuando entran en crisis.

Les quiere 

Nath H.

Blanco y AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora