I. NI EN TUS SUEÑOS.

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Se busca chica joven, sensual, y bella para importante certamen de belleza nacional. Es lo que decía un afiche de color rosa pálido. Quien en su vida va a querer participar en semejante ridiculez. Yo preferiría un buen libro antes que maquillaje, vestidos, lentejuelas. Puras chicas artificiales son las que participan en ese concurso.

—Mira Amy, como me gustaría participar en algo así —dijo mi amiga Sarah de la manera más tonta posible.

—Estas loca o que, esos concursos son para pura chicas brutas —le dije frunciendo el ceño, me provocaba ahorcar su cuello por decir semejante tontería.

—No seas tonta Amy, ¿que no ves la tv? —me pregunto como si yo viviese en la época de las cavernas.

—¡Sarah! —dije con tono de ironía.

—Si, ¡Amy!

—A veces me pregunto cómo es que somos amigas, tu y yo somos muy diferentes —y si que lo éramos...

Sarah y yo habíamos sido amigas desde que teníamos 10 años cada una, su madre y la mía se conocieron en el salón de belleza. Sarah era igual que su madre, le encantaba el rosa, el maquillaje, las compras, en fin todas esas cosas superficiales que les gusta a las mujeres del estereotipo que creó la sociedad de mujeres perfectas. A diferencia de esto, yo iba contra toda ola de la sociedad, a mi me gustaba leer, estudiar, concentrarse en tener un buen futuro en vez de un buen chico.


—¿Qué color de tinte querrás? —se atrevió a preguntar la mujer, como si yo tuviese cara de querer ocultar mi encendido cabello rojo.

—Ninguno —dije apretando los dientes.

—Deberías teñirte el cabello de rubio a ver si te vuelves más atractiva para los chicos.

—¡Yo rubia! Si algo me parece mas tonto es una chica rubia.

—¡Hey! —se quejo mi amiga al ver el color de su cabello.

No entiendo como a algunas chicas pueden gustarle tantas cosas absurdas y superficiales. Si todas leyéramos seriamos una sociedad más culta. Acaso sería yo la única chica de verdad inteligente en el mundo.

—¡Amy! —gritó una voz que ya conocía.

—¡Karen! —por fin una chica igual normal igual que yo, con cabello castaño, escritora, si por fin alguien decente con quien conversar—. ¿Cómo estás Karen?

—Pues muy bien fíjate, ¿adivina que?

—¿Qué cosa?

—Fui preseleccionada para el certamen de belleza nacional.

—¡Cómo es la cosa! —Esta bien eso no lo esperaba, y mientras Sarah se reía a carcajadas, yo pensaba él cómo era posible que una chica tan inteligente pudiese inscribirse en algo tan vanidoso.

—Oye vale buena decisión tomaste, Amy y yo deberíamos hacer lo mismo, ¿no crees amiga? —¿Enserio me pregunto eso? ¿Yo participar en un certamen de belleza? Ni muerta lo haría.


—Pero quita esa cara amiga, ya veras como te diviertes aquí —cómo se atrevía a decir eso, una cosa era aceptar acompañarla para venir a este nefasto casting, pero engañarme para que yo también participará era demasiado, no volvería a confiar en Sarah de nuevo.

—Jamás te voy a perdonar por esto.

—Supéralo, además que sabes tu y quedamos —dijo como si eso de verdad fuera a suceder.

Una voz desde el interior de la habitación de casting llamaba al número de Sarah, a lo que está acude dejándome completamente sola, rodeada de cientos de mujeres de plásticos. Parecía que la fábrica de barbies tuvo una fuga y habían parado aquí. Cómo sea no podía ser tan introvertida así que me acerque a conversar con una chica que estaba comiendo una lata de atún.

—Hey hola, mucho gusto me llamo... —me interrumpió con un gesto de la mano antes de que me terminara de presentar y eso me enfureció.

—Disculpa, ¿acaso tienes algún problema?

—No lo siento, es que tenía la boca llena y es mala educación hablar así —me dijo con una sonrisa y mi cara de boba por todos los aires, al parecer el problema lo tenía yo.

—Oye perdona, no era mi intención, es que yo no creo en estas cosas.

—Pues si no crees en esto lárgate de aquí y deja lugar para otras —dijo con cara de pocos amigos, al parecer a estas superficiales no les gusta que se metan con su "profesión".


—¡Sarah! ¿Qué te sucedió? —dije para tratar de entender por qué lloraba como si un esposo celoso le hubiese pegado.

—Me rechazaron Amy, me dijeron que no servía para esto y que no debo dejar de estudiar.

—Pero cómo se atreven esos idiotas, ya verán que nadie se mete con mi mejor amiga.

—No Amy mejor vamon... —Sarah no había terminado de hablar cuando ya yo estaba empujando la puerta de la habitación quitando el paso a la chica que tenía el turno.

—Cómo se atreven a... —fue lo único que logré decir antes que me interrumpiera un señor con el cabello color plata.

—Si, ¿tu quién eres? —dijo mientras llamaba a su asistente para averiguar porque no había entrado el numero que tocaba.

—Yo... soy...

—Pero espabila niña, que no tengo todo el día.

—¡Mi nombre es Amy Miller! —dije como si quisiera que todo el planeta entero me escuchara.

—Así que si tiene voz. ¿Y por qué te colastes? —mientras decía eso levantaba la ceja observando de pie a cabeza todo mi ser.

—Cómo es capaz de hacerle tan semejante maldad a una mujer y además, ¿Por qué me mira de esa forma? —ya me empezaba a incomodar.

—¿Cuanto mides muchacha?

—¿Yo? — pregunte intentando entender en qué momento la conversación cambió curso a mi estatura.

—Si tu muchacha, ¿quién más?

—Un metro ochenta y siete...

—Eso es, ¡tu eres perfecta!

—¿Perfecta para qué?

—Para participar en el certamen —mis ojos se abrieron a punto de casi estallar mientras escuchaba un grito desde el otro lado de la puerta, era Sarah...

—Ni en tus sueños...

Como ser miss - Primera parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora