IV. Y AHORA QUÉ.

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Por ser tan necia era la razón del porqué a mí me pasaba todas las cosas malas. Perdí la única oportunidad de posiblemente tener éxito. Con esto no me refería al tonto certamen, sino a mi preciado blog. Sin material que subir durante dos semanas, las entradas a este, bajaban de una forma considerable. Haciendo que pensara incluso clausurarlo.

—Amy, ¿Y ahora qué harás? —preguntó el mujeriego de Harry, recostándose en mi sofá.

—No se, supongo que lanzarme de un edificio —vacile, haciendo un espacio a su lado.

—Que chistosa... Oye y, ¿por qué no vas y hablas con ese viejo de cabello plateado del que tanto te burlas?

—Si claro... debe ser que yo soy la más bella de todas y por eso el va a eliminar a otra para que yo entre.

—Qué vas a saber tú, quizás sí lo haga.

—Hey, pero miren a los tórtolos —Muy probable que Sarah se volviera loca para decir esto mientras entraba a la casa.

—Hey Sarah, ve si me logras ayudar con Amy —Harry no podía entender que no lograría nada con eso.

—Ya bájenle a la presión ambos.

—Amy, ¿acaso no quieres de vuelta tu éxito, tu blog? —Auch, Sarah dio en el punto justo.

—Es verdad Amy —secundo el mujeriego.

—Bueno pero si tanto les interesa, ¿por qué no buscan ustedes la forma de que entre?

Era muy posible que acabara de cometer un grave error al decirle esto a ellos dos, pues le acababa de dejar en total libertad para hacer lo que se les antojase y en mi nombre.


—Colitas, ven acércate —dijo la única persona que se atrevía a llamarme de esa manera... Mi abuela, Berenice Vidal de Castile, una de las damas más distinguidas de la ciudad, repetía siempre.

—¡Abuela! Te he dicho mil veces que ya no me gusta que me digan así.

—Soy tu abuela y te digo como desee, ¿entendido?

—¡Sí comandante! —obedecí colocándome a su lado.

—Te quiero mostrar una cosa Colitas —otra vez con ese tonto apodo, el hecho de que a los once me gustaron muchos las colas, para ella se quedaría así toda la vida.

—¿Qué cosa abuela?

—Cuando tuve tu edad, «debió ser hace mucho, pensé» Yo participe en un certamen de belleza.

—¿¡Cómo!?

—Sí Colitas, y además gane también.

Esta bien... Ya había muchas cosas absurdas, pero esta, era la peor. Mi abuela si no pudiera ser la mujer menos superficial del mundo, pero inteligente si era, tanto como para yo creer que jamás había realizado semejante estupidez. A diferencia de su hija, mi madre, que eso si me lo esperaría de ella.

—Abuela, ¿cómo pudiste hacer eso?

—A mí no me sermonees, mira que tu estabas haciendo lo mismo hace poco.

—Lo sé abuela, pero eso era distinto... creo.

—No Colitas, es casi parecido... Yo era como tú cuando joven, odiaba lo superficial que podían ser las mujeres, entonces...

—Abuela, por favor, la historia corta.

—Bueno en fin... Mi madre al ver lo poco femenina que era a veces, decidió inscribirme en uno, incluso contra la voluntad de mi padre.

—Ah entonces fue que te obligaron, así sí entiendo todo.

—Pero no te creas, yo pensaba como tu, hasta que entre y ver qué ser una miss, no era nada fácil y se necesitaba incluso más inteligencia de la que tenía.

—No creo eso... —espeté sonriente.


—¿Mamá a dónde me llevas? —pregunté a mi madre sin saber hacia donde conducía.

—No te puedo decir o Sa...

—Déjame adivinar... esto fue idea de Sarah, ¿no?

—Se suponía que no podía decirte nada, pero creo que metí la pata.

—Y hasta el fondo... Como se te ocurre ayudar a Sarah.

—Perdón hija pero es que era la única opción o sino nunca aceptarías.

—¿Aceptar que?

—Hija, solo te pido que tengas paciencia.

—Mamá tienes hasta tres para soltar todo lo que sabes o te...

—Mira ya hemos llegado —seguro se alivio de hacerlo, porque sino la mataría, aunque fuera mi propia madre.

Cuando me asomé por la ventana del auto vi que habíamos llegado a un restaurante muy famoso de la ciudad. No tenía la menor idea de que tramaban Sarah y mi madre, pero seguramente luego me desquitaba con ellas. Solo deseaba que no fuera nada vergonzoso o humillante, es decir, algo al estilo de una mujer superficial, como ellas.

—Hola chica poco femenina que intentó participar en un certamen y no quedó —voltee y Harry estaba ahí viéndome y sacando estas palabras de su boca.

—¿Pero cómo? ¿Tú también?

—Sí, pero tranquila vale, que esto no será nada malo, ¡créeme!

—No se porqué, pero no confió en ninguno de los tres.

—No seas tonta y bájate de una vez, que el tiempo corre y las oportunidades vuelan.

—Sí, esta vez no llegaras tarde de nuevo.

¿Tarde de nuevo? ¿Las oportunidades vuelan? O no, si estaba en lo correcto creo que, Harry y Sarah Habían conseguido su cometido.


—¿Qué hace en este sitio niña? —vociferó mi "viejo amigo Osmel".

—Yo...

—Ella está aquí, porque quiere una segunda oportunidad señor Sousa —interrumpió mi amiga antes de que yo metiera la pata nuevamente.

—¿¡Una segunda oportunidad!? Por favor niña no me hagas reír.

—No sea tan malo señor, ella tiene muchas ganas de participar...

—¿Y qué? Muchas más también quieren, pero la triste realidad es que no todas pueden, además yo a ella le di muchas oportunidades y al final me decepciono.

—Es eso... —masculle viéndolo a los ojos.

—¿De qué hablas Amy? —preguntó Sarah.

—¿Si, de que hablas? —secundo Osmel.

—Usted me elimino porque lo decepcione, es eso, ¿cierto?

—Si muchacha, a mí me fascinaba tu forma de ser, lo testaruda y replicona que eres. Eso es lo que ando buscando en una miss.

Junto a Harry, Sarah y hasta mi callada madre que desde que llegamos no había pronunciado ni una sola palabra, habíamos quedado perplejos por lo que escuchábamos. A Osmel Sousa, el preparador de mises mas famoso y exitoso del país, le encantaba mi forma de ser. ¿Acaso era una broma?

—Por favor, se lo ruego, necesito esta oportunidad, si lo vuelvo a decepcionar no me volverá a ver de nuevo, se lo prometo.

«Acabo de vender mi alma al diablo».

—Mmm... Bueno déjame ver como caminas modo pasarela.

Tratando mi mayor esfuerzo al caminar como modelo, lo hice, claro está, me tropecé con lo primero que se cruzó en mi camino.

—¡Niña pero que torpe! No definitivamente no puedo incluirla en el certamen en ese estado.

—¿Y ahora qué? —le susurre a Sarah mientras ayudaba a levantarme.

Como ser miss - Primera parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora