Capítulo 3

1.5K 119 10
                                    

-Hemos extirpado esto del cuerpo de la suicida. - Evelyn coge una bola plateada con las pinzas, de ella nacen hilos rojos. 

-Es un sofisticado inyector de suero simulador, con un transmisor de radio en la punta. - explica Tori.

-¿Cómo nos los quitamos? - pregunta un chico.

-No sé. Está hecho para defenderse, auto protegerse. - levanta la bola y pone una barra debajo, los hilos se enrollan en ella- Este tentáculo se enrosca en  la arteria más cercana. Si intentas quitarlo , mata al portador.

Todos empiezan a murmurar y quejarse.

-¿Y qué hacemos? -pregunta Christina angustiada.

-Tori tiene que dar con la forma de neutralizarlo antes que nada. - responde Cuatro.

-O podríamos hacer lo más lógico , y entregarla. - un chico da un paso adelante y señala a Tris.- Nadie conoce esta alianza, tenemos que aprovechar eso al máximo. Si entregamos a Tris ahora podemos ganar tiempo.

Muchos de los Abandonados vitorean a favor. Cuatro se acerca al chico. - Me parece una buena idea. Pero antes, tendrás que vértelas conmigo.

-Y conmigo.- dice Christina.

Es nuestro turno de vitorear, defendiendo a Tris.

-¡No soy yo quien tiene una bomba de relojería en el brazo! - grita él mentiras Tris se marcha. Cuatro la sigue.

La masa de gente se dispersa, camino lentamente hacia el chico que quiere entregar a Tris. No apartamos los ojos el uno del otro.

-Intenta hacerlo y no vuelves a ver la luz del sol- pese a que sostengo a un bebé, sé que todavía puedo imponer - Estarás muerto antes de que puedas tocarle un pelo a Tris.

-¿Quién me matará? ¿Tú?- ríe- ¿Ahora eres la mamá mafiosa?

-No tienes ni la menor idea de lo que puedo hacer para defender a mi familia.

Le dejo con la palabra en la boca y me voy con un movimiento diva de pelo. Aunque no sé a dónde, solo quería un gran final. Paseo por el lugar, hablando con la gente y haciendo nuevos amigos. Por fin puedo relájame, no mucho, y reír un poco. Algunos Abandonados me reconocen de cuando les daba comida. Me reconforta pensar que alguna vez en mi vida he ayudado a quienes lo necesitaban. ¿Dónde a quedado esa Alex? ¿A desaparecido, como Eric?

Eric.

Tengo que verlo, necesito explicaciones. Termino la conversación con uno de esos Abandonados y recorro el camino que recorrí ayer con Cuatro. Estrecho a Aiden contra mi pecho cuando pasamos por el pasillo donde algunos Osados y Eruditos están encerrados en las jaulas.

-¡Alexandra! ¡Dios mío! ¡Alexandra! - me paro en seco. Es..no puede ser. Me giro y recorro las jaulas una por una, mi corazón se para cuando la veo. Sí, es ella. Corro hasta su celda, ella saca los brazos por los espiados entre los barrotes y me abraza como puede.

-Jessie, joder. - nos separamos llorando.

-¡Mi madre! Cuanto has cambiado, te has cortado el pelo, estás más musculosa y... - su mirada se detiene en Aiden. -¿Es tuyo?

-Sí, se llama Aiden. - acaricia su cabeza con una sonrisa.

-¿Quién es el padre?

-Eric. - murmuro tras un rato de silencio.

-¿Qué Eric? ¿El líder de Osadía? - asiento y abre los ojos sorprendía, bueno, sorprendida es poco. - ¿Lo sabe Jeanine?

-¿Por qué debería saberlo? - me alejo un paso, ofendida.

-Alexandra, Jeanine debería saberlo todo. Es la mayor líder de Chicago, debemos informarla y obedecerla. - dice como si fuera la cosa más obvia del mundo. Cuando ve mi expresión, su sonrisa se borra. - Sabes que Jeanine solo quiere lo mejor para nosotros, ¿verdad?

-Jessie, ¿por qué estás encerrada? - pregunto con temor.

-¿Por qué no lo estás tú? - frunce el ceño y da un grito agudo, indignada. -¡Te han comido la cabeza! ¡Eres una traidora!

-No soy ninguna traidora, solo lucho por lo que es justo y correcto.

-¿Correcto? Proteger a los divergentes no es correcto, son un peligro para el sistema de facciones. - ¿es qué los seguidores de Jeanine no saben decir otra cosa?

-No, los divergentes no son...- suspiro- ..no somos los malos. Defiendes el bando equivocado.

-Tú..- no escucho el final de la frase, habla muy bajo. Niega con los ojos aguados y me da la espalda. No quiero quedarme aquí a escuchar sus sollozos, sorbo la nariz y vuelvo a caminar. Me quedo parada frente a la celda de Eric. ¿Qué le voy a decir exactamente?

-Vamos Alex, tú puedes. - murmuro.

Abro la puerta más fuerte de lo que quería, y choca contra la pared ruidosamente. Eric, que ya estaba mirando en mi dirección, ni se inmuta.

-¿Cuánto has tardado en entrar? ¿Diez, quince minutos? - se burla.

-¿Qué te a pasado? - pregunto dolida.

-¿A mí? Que yo sepa no soy yo a quien le hicieron un bombo. -dice con odio- Por cierto, la maternidad te sienta de pena.

-¡¿No soy yo a quien le hicieron un bombo?! - repito sus palabras, esta vez cabreada - ¡¿Y quién te crees que me lo hizo?! ¡No fue el Espíritu Santo, para tu información!

-¡Se que no lo fue! ¡¿Pero cómo coño sé que fue mi polla la que dejó la sorpresita?! - aguanto la respiración por unos momentos. Jamás me habían dolido tanto sus palabras.

-Por qué no he estado con nadie más, Eric. - mi voz tiembla al pronunciar su nombre, mientras intento aguantar las lágrimas. - Eres el único.

-Lo siento, no suelo confiar en las putas. - su voz es como el veneno, pero sus ojos se inundan de lagrimas.

-No sé de dónde has sacado esa mierda, pero aún así habría posibilidades de que fuera tuyo. ¿Ni siquiera quieres conocerlo?

Me mira unos segundos, después a Aiden, y creo que va a asentir. Pero cierra los ojos, dejando salir unas pocas lágrimas, y gira la cabeza.

-Bien. - susurro estrechando a Aiden contra mi pecho.

No puedo dormir, y no es algo nuevo. Necesito a Peter, y eso tampoco es una novedad. ¿Dónde diablos está?

Capítulo corto, y se a hecho de esperar. Pero es que no tengo nada de ideas o inspiración para esta historia. No creo que la borre, no todavía, pero seguramente lo haga si va a peor. Votad y comentad si os a gustado x fa!! Quiero saber si va bien o no. Gracias!

Stone Cold Donde viven las historias. Descúbrelo ahora