Capítulo 5

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Sentí la molesta claridad entre mis párpados los cuales abrí incómodo por la luz de la ventana de una habitación desconocida. Los recuerdos de la noche anterior se colaron en mi mente produciéndome un fuerte dolor en la cabeza.

Me incorporé en la cama lentamente, me agarré la cabeza cuando me vino una fuerte punzada en ésta recordando los momentos anteriores junto a Gustav la noche pasada de la cuál poco o nada recordaba.

Estuve sentado en la cama descompuesta durante varios minutos, reflexionando, me di cuenta de que estaba desnudo y pegajoso de sudoración u otros fluidos; Gustav entró interrumpiendo momento conmigo mismo. Sonrió al verme.

- buenos días - me dijo sentándose a mí lado

- buenos días - le correspondí el saludo con la voz áspera por el sueño. Sonreí cuándo su mano de largos dedos acarició mi mejilla con lentitud, cerré los ojos dejándome llevar por el suave toque.

- ya llamé a tu casa, le dije a tu madre que pasamos la noche bebiendo cerveza - sonrió como un niño qué acababa de hacer una travesura.

- ¿Qué le dijiste que? - le pregunté incrédulo, como se le ocurría decirle a mi madre que me pase la noche bebiendo. Mi ceño se frunció mirándole molesto. Me levanté rápidamente de la cama sintiéndome repentinamente ofuscado. Gustav me miró serio y me sostuvo cuándo me maree por levantarme tan deprisa. Aparte su mano de mi

- ¿Y ahora que te pasa?

- ¿Cómo pudiste decirle a mi madre eso?, ¿Qué crees que pensará de mí? - le dije alterado él me miró serio. Una sonrisa torcida se instaló en sus labios

- ¿Y qué querías que le dijera? ¿Que te dejaste follar drogado, eso querías? - me dijo, yo me quedé estático porque sabía que era capaz de hacer algo que se propusiera. Me crucé de brazos con la cabeza gacha y la culpa rondando mi estómago como un retorcido malestar; caminé hasta el baño lejos de su penetrantes ojos grises. Le escuche suspirar profundamente cuándo pasé por su lado, me tomó del codo deteniendo mi caminar

- ya basta. Hice algo de comer

- si. Déjame ir al baño - le dije haciendo referencia a mi codo el cuál aún me sujetaba. Me soltó despacio mientras me miraba.

- sólo calmate ¿si?

Asentí y me fui al baño a ducharme. Sentí el agua caliente en mi piel dándome una excitante sensación de alivio, llevándose los rastros de la noche anterior consigo. Al terminar de bañarme me vestí y me senté en la pequeña mesa para dos redonda, a comer junto a él. Le miré por el rabillo del ojo mientras seguía con mi desayuno; él iba bien vestido con una camisa blanca, chaqueta azul marino a juego con su pantalón de tela, su cabello rubio peinado hacía atrás y hacía arriba elegante y rebelde. No pude con la curiosidad le pregunté

-¿Vas a salir? - intenté parecer desinteresado

- si, voy a salir.

- ¿Y se puede saber adónde?

- mi padre me inscribió en un programa gobierno llamado «juventudes hitlerianas». Y hoy debo hacerme unos exámenes. - ¿Las juventudes hitlerianas? - ¿Para qué cojones quería ir con aquella banda de asesinos hipócritas?. Un montón de jóvenes que desgraciadamente creían en todo eso del Reich de los mil años. Me quedé estupefacto mirándolo - ¿Qué?

- ¿Enserio piensas ir? - le miré sin poder creérmelo. Me respondió asintiendo sin apartar la vista de su desayuno. Le miré mientras el seguía sin prestarle atención a mi incredulidad; había escuchado de las juventudes, estaban organizando una revolución social en la comunidad judía. Los judíos aparecían en los periódicos a diario, declarando sus espantosas muertes. Me había conmovido a gran escala las acciones alemanas ya que a los judíos los trataban como perros enfermos que había que separarlos de los sanos. Me levanté súbitamente de la mesa llamando su atención, tomé mi gabardina de lana negra, mi abrigo verde musgo y me puse mis zapatos con rapidez. Quería alejarme de él lo más pronto posible, antes de que le dijera algo indeseado. Ya listo para irme me tomó el brazo con fuerza dándome la vuelta

- ¿Que crees que haces?

- sueltame, Gustav.

- no te entiendo. Un momento estas feliz y al otro te molestas..

- ¡Por que haces que me moleste! ¡con tus acciones! - le grité, el frunció el ceño

- ¿Cuál es tu jodido problema? si voy a hacer las pruebas o no es mi problema no el tuyo. Deja de joderme con idioteces.

- idioteces... entonces no querer perderte es una idiotez, debería irme y no volver. Entonces tu harás todo lo que te venga en gana y follarte a quién tu quieras , quizás estás cansado, no sé...- le dije y mientras hablaba mi voz me amenazaba con quebrarse me di media vuelta abriendo la puerta de madera oscura dispuesto a irme, justo cuando sentí su mano sujetar mi muñeca con fuerza deteniendo mi salida

- Cyril por favor...

- déjame Gustav, no quiero... - no pude terminar la oración pues me había empujado contra la puerta cerrándola con mi cuerpo, tomando mi rostro para estampar un fuerte beso en mis labios, tomar mis muñecas con una sola mano y las pasarlas por encima de mi cabeza, dejándome preso entre su cuerpo y su boca dominante que me besaba con avidez. Correspondí al beso al sentir su lengua juguetear en mis labios, le permití el acceso, me soltó la muñecas, pasé mis brazos por su cuello, Gustav paseó sus manos ásperas por mis muslos enfundados por el pantalón del cual se deshizo rápidamente, quitó la gabardina de mi cuello y el abrigo verde dejándome solo con la camisa, me apoyé en sus hombros tomando impulso enredando mis piernas en su cintura sin despegar mis labios de los suyos, me dejé desnudar por sus ásperas manos. Su boca roja y dominante bajó a mi cuello mordiendo, besando, chupándome la piel dejándome marcas rojizas sobre las de la noche anterior que se empezaban a notar con un ligero color violeta. Abrió su cremallera dejando fuera su miembro ya despierto y endurecido cómo sable, se pegó aún más aplastándome contra la puerta, gemí, cuando frotó su hombría contra la mía ya erecta; tanteo con su punta mi entrada introduciendo su falo de golpe, un fuerte y agudo gemido salió de mi garganta al penetrarme.

Con rapidez empezó a embestirme mientras yo trataba de mantener el bajo volumen de mis gemidos. Su rostro estaba enterrado en mi pecho chupándome los pezones, jale su cabello rubio despeinado por el acto, subiendo su rostro para besar esos labios que tanto placer me daban. Su mano bajó a mi miembro masturbandome, abrí mis ojos azules retorciendome de placer entre los brazos del hombre que amaba y que traería tanto dolor a mi vida. Me masturbó rápidamente mientras me penetraba, tapó con su pulgar mi punta impidiendo que me corriera, maldición, esa era su intención dejarme a medias. Un sollozo lastimero salió de mis labios. Con sus grandes manos amasaron mi trasero con fuerza dejando sus manos dibujadas en mi blanca piel. Subió su rostro besándome, acariciando su lengua con la mía; en medio de nuestro acto ilegal, escuchamos pasos fuera de la puerta, en el pasillo. Gustav detuvo sus movimientos tapando mi boca con su mano izquierda, me tensé, apreté mis piernas en su cintura, él seguía embistiendo lentamente ahogando mis jadeos en su mano los movimientos detrás de la puerta se hicieron más fuerte cómo pisadas.

Yo estaba tan tenso que empezaron a dolerme sus embestidas a pesar de ser lentas, mis ojos se cristalizaron ¿acaso nos descubrirán? ¿de esta forma?.

Los pasos se alejaron con lentitud mometos después, una sensación de alivio me recorrió completo erizando mi piel, Gustav continuó con sus sacudidas penetrandome fuertemente contra la puerta, con su mano en mi miembro masturbandome, no me dejaba correrme su dedo en mi uretra. Gemi cuando una fuerte oleada de placer me sacudió por completo, clavé mis uñas en su espalda vestida por el saco azul marino, apartó su mano de mi boca dejando que gimiera a rienda suelta, tomó un puñado de cabellos de mi nuca guiando su boca a la mía, nos besamos obscenamente, su lengua acariciando la mía, acarició mi cabello caoba oscuro con su mano izquierda, dio sus últimas estocadas fuertemente derramando su semen en mi interior, se apoyó de mi pecho desnudo dejando besos por toda la extensión, apartó su mano de mi miembro dejando que me corriera abundante. Caí en sus brazos débil y sin fuerzas para mover un solo dedo.

Con su frente apoyada en mi hombro, fue subiendo hasta mis labios con tiernos besos, se deleitó besando mi clavícula izquierda, besando el lunar en esa zona, un suave suspiro salió de mis labios, aún abrazados, unidos por un acto carnal. Me bajó con cuidado, me sujeté de sus hombros para no caerme, nos encaminamos a la pequeña habitación, dejándome en la cama con delicadeza; se arregló la ropa descompuesta, le miré medio dormido, cansado, se me acercó y besó suavemente mi boca

- duerme, cuando vuelva te llevaré a tu casa - me dijo acariciando mi mejilla, asentí lentamente cerrando los ojos, cayendo en un sueño profundo.

Cyril 1920Donde viven las historias. Descúbrelo ahora