El reloj despertador me levantó bruscamente de mi sueño, lo tomé apagando el timbre. Me estrujé los ojos aún medio dormido me levanté de la cama siendo para mi muy temprano pero tenÃa prácticas de arquerÃa con mi tÃo. Me duché con agua tibia‚ al bajar a la cocina me encontré con Greta haciendo en desayuno‚ le miré moverse por la cocina con su mirada resignada.
- Greta‚ lamento mucho lo que pasó. - le dije un poco avergonzado por lo que habÃa hecho Oscar.
Una suave sonrisa lastimera dibujó su pálido rostro‚ mi pecho se oprimió un poco al verle.
- No tiene por que preocuparse joven‚ yo se que usted nos habÃa visto antes asà que... - suspiró‚ preparando el desayuno‚ le miré impotente. Puso mi desayuno en la mesa‚ comà con rapidez queriendo irme.
Mis primos George y Alfred se sentaron a mi lado antes de levantarme‚ sonreà de sus tonterÃas. Ellos me arreglaban el dÃa, me ponÃan de humor cuando no lo estaba. Una vez terminaron de comer nos encaminamos hacia su padre. Un grupo de 11 chicos, mis primos, y yo estábamos caminando entre la maleza del monte, todos con arcos en mano; un entrenamiento de mi tÃo, toda figura de madera con forma de mono debÃamos derribarlo, yo estaba con Alfred a mi derecha y George a mi izquierda, atentos a cualquier movimientos, estuvimos mucho tiempo caminando una ves nos dispersamos, ellos al lado mÃo pero mi mente estaba en otra parte, Gustav y la chica con la cual lo habÃa visto el fin de semana. De repente a varios metros de nosotros apareció una figura de madera, rápidamente reaccioné antes que mis primos, apuntando mi flecha, tensando mi arco y soltándola con todo el impulso posible, atravesando la madera; uno menos dije en mi mente George me felicitó al igual que Alfred.
Al final del entrenamiento, no habÃa visto a Gustav al parecer habÃa faltado; no le di verdadera importancia a pesar de que le habÃa extrañado en todo este tiempo que tenÃamos sin vernos, sin contar el brusco encuentro el fin de semana anterior. Aún me daba vueltas en la cabeza la chica que estaba con el aquel dÃa ¿quien era? No lo sabÃa pero tampoco me interesaba saber; la llama que habÃa entre nosotros ya casi no tenÃa la misma esencia, habÃa algo diferente y la verdad intuÃa que era, tenÃa mucho que ver con las JH•, nos estábamos distanciando cada vez más y eso no parecÃa importarle en lo absoluto. Tomé mis cosas para volver a casa, rechacé la propuesta de mis primos sobre ir al rÃo, no tenÃa ánimos para ir con ellos. Volvà a casa dejando mi arco y caraj en el armario debajo de la escalera que daba al segundo piso. Me llamó la atención las voces que se escuchaban provenientes del salón, disimuladamente me acerqué viendo a mis padres charlando amenamente con un señor de abundante bigote canoso al igual que su pelo pulcramente peinado hacia atrás variando entre castaño y blanco por las canas y la edad.
Me invadió la curiosidad, mis ojos se posaron en el cachorro a sus pies de color blanco, hocico fino y pequeño, de ojos marrones y brillantes, me alejé de la puerta sin ser visto, subà a mi habitación, una vez llegué me estiré en la cama de sábanas suaves, con pereza queriendo dormir, con la cama seduciendome a echar una siesta.
Abrà los ojos sin darme cuenta de que me habÃa quedado dormido, miré a la ventana viendo que ya oscurecÃa, me levanté de la cama quitándome la camisa quedando con la camisilla, justo cuando iba a quitarme los pantalones tocaron la puerta de mi habitación, abrà la puerta viendo que quien tocaba era Gustav. Me quede de piedra ¿que carajos hacÃa él en mi casa?, mi boca se secó al ver sus ojos de plata, su suave cabello dorado y su elegante traje negro, inconscientemente mojé mis labios con mi lengua, tenÃamos casi dos semanas sin vernos; la sensación que recorrió mi cuerpo fue estremecedora, tanto que vi como la piel blanca de su rostro se erizaba. Nuestras miradas lo decÃan todo y nada al mismo tiempo, no habÃa necesidad de palabras, mi corazón latÃa velozmente, bajé la mirada, sus ojos me hechizarÃan, me aparté de la puerta con la intención de cerrarla pero su gran mano me lo impidió. Le dejé pasar mientras me sentaba en la silla delante de mi escritorio, Gustav entró, le escuché cerrar la puerta, se sentó delante de mÃ, mirando mi postura
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Cyril 1920
Fiksi SejarahPrólogo Cyril Dietrich, nacido en el seno de una familia tradicional y moralista alemana en 1920. A sus 16 años era el mejor de su clase, escritor de bellos poemas y novelas; a sus 21 años se encontraba en un fuerte dilema entre su reputación y fama...