El comienzo del final:

1.2K 80 54
                                    

Apenas comenzaba el verano en aquel lejano valle montañoso, en el que se encontraba un enorme y viejo castillo. Los días habían estado ventosos y poco a poco el clima empezaba a cambiar para mejor. El castillo estaba limitado por un extenso bosque y un profundo lago, donde vivían diversas criaturas. Allí funcionaba un colegio para pequeños magos y brujas, que cada nuevo año volvían para ser instruidos. Habían transcurrido ya un par de años desde que había sido reconstruido, tras la histórica batalla que se produjo allí, en donde Lord Voldemort, el mago más tenebroso de todos los tiempos, fue destruido y la paz volvió a reinar de nuevo entre la comunidad mágica.

De los graves destrozos producidos en el lugar, como consecuencia de dicha batalla, no quedaban ni vestigios y de ésta sólo perduraban recuerdos que habitaban en la mente de las personas que la vivieron con sufrimiento, como una marca de fuego permanente. Una marca que duraría por años como una enseñanza de las consecuencias de la maldad que se apoderó de esa época y de muchos de ellos.

Avanzaba la noche en el viejo castillo y por sus oscuros corredores iba caminando una mujer mayor, enfundada en una bata a cuadros escocesa y con una redecilla en el cabello. La luz de la luna iluminaba sus pasos cada vez que pasaba por una de las tantas ventanas que poseía el lugar. Sus lentes estaban un poco torcidos en su puntiaguda nariz. Era la profesora McGonagall, la actual directora del colegio. Estaba muy enojada, casi furiosa, iba con los puños apretados y murmurando palabras duras. Su destino era su propio despacho y, al acercarse al lugar, el silencio que la había rodeado durante todo el camino se quebró con un barullo de voces cada vez más fuerte. No, no estaban cantando... Parecía como si una docena de personas hablaran a la vez y a los gritos, sin escucharse, todos juntos en un compás de estridente e insoportable ruido.

Al llegar frente a la fea gárgola, que custodiaba el despacho de la directora, el ruido era como para despertar al castillo entero y la profesora, que ya estaba furiosa, emitió un sonido de frustración. El feo bicho de mármol le pidió la contraseña como de costumbre y, como de costumbre, la profesora lanzó un suspiro de molestia y le dijo las palabras claves. Pensaba que era totalmente inútil ya que ella misma la había inventado, pero las reglas eran las reglas y el bicho parlante de mármol no entendía.

La grotesca gárgola se hizo a un lado y apareció una puerta detrás de ella, la mujer la atravesó y quedó frente a la escalera de mármol que subía en espiral hasta la puerta de su despacho, tal cual lo haría una escalera eléctrica. El ruido en ese pequeño lugar cerrado por cuatro paredes era casi insoportable.

La profesora McGonagall se subió a la escalera que la transportaba mientras pensaba, ya harta, que era hora de que aquello parara. Había tenido que lidiar con ellos desde que fue confirmada como directora de Hogwarts y ya estaba cansada. Habían traspasado el límite. ¡No lo soportaba más!

Mientras caminaba hacia el despacho se le había ocurrido una idea para cortar aquella absurda cuestión de un solo tajo, no le agradaba tener que hacerlo, pero no había otra solución y ya había probado con todo lo que tenía a mano. Los recursos se le habían acabado y el problema era que no lo soportaba más. No quería oír ni un solo grito más...

Al llegar a la puerta del despacho, se detuvo la escalera y la profesora avanzó, intentando recuperar la paciencia para no estallar en como una bomba atómica. Estaba por entrar, con la mano en el picaporte, cuando se paró de repente... A su mente se le vino un pensamiento...

De pronto, recordó cómo había empezado aquello... ¡Y cómo olvidarlo!, había sido una absurda catástrofe.

La histórica Batalla de Hogwarts, en la cual Lord Voldemort había muerto, sólo hacía muy poco que había terminado y ese verano estaban reconstruyendo el castillo para tornarlo habitable. Al morir el anterior director, ella quedó a cargo y junto con profesores, alumnos y voluntarios, se habían dedicado a la tarea de levantar otra vez aquel hermoso lugar antes de que comenzara el año escolar y los alumnos volvieran a habitarlo como todos los años. Habían decidido que el prestigioso colegio Hogwarts no iba a cerrarse.

La Batalla de los RetratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora