Capitulo 11

68 4 1
                                    

PERSONAJE OCULTO

Hace tres días que debió llegar. Hoy por fin sabré de mi hija. Seguro que no tardará en venir, eso espero. De pronto se abre la puerta.

- Te tardaste mucho. Dime, Jazmín está con la manada del joven Alfa.

- Sí, mi señora. Me tardé más de lo debido porque ese chupasangre se acercó a ella. Por fortuna, Miguel entendió el mensaje que le di y fue a tiempo por ella.

- Bien. Mis hijos, ¿están enterados?

- Sí, mi señora.

- Encárgate de los preparativos de nuestro viaje.

- Sí, mi señora. Me retiro.

Me siento muy cansada. Tanto tiempo en buscar y al fin encontré lo que buscaba. Pronto te tendré en mis brazos.

'''

Hoy es un nuevo día. No quiero abrir los ojos, quiero seguir durmiendo, pero lamentablemente los pajarillos que hay afuera no me dejan dormir.

- Buenos días, hora de despertar.

Entró Rocío con una charola con mi desayuno.

- Rocío, no era necesario traer el desayuno aquí.

Ella, con una risa, me contestó:

- Mi Alfa quiere que estés lo más cómoda posible, así que ordenó que te trajera el desayuno a la cama.

- Qué considerado. ¿Te puedes quedar aquí, por favor?

- Como ordene mi luna.

Le dije que no era necesario que me dijera Luna y que me podría llamar Jazz, pero ella se negó. Me tendré que acostumbrar.

- El Alfa me pidió que le dijera que después del desayuno, se arreglará y se pusiera el vestido azul.

- ¿Qué vestido azul?

Se acercó a una puerta y de ahí sacó un precioso vestido azul. Entre pláticas, risas y bromas se nos pasó el tiempo.

- ¿Ya terminó?

- Sí, ya terminé.

- Prepararé el baño.

Ella se fue al baño y yo me metí al vestidor de mi clóset y empecé a desnudarme. No es que me vaya a quedar aquí, pero tampoco puedo ser descortés con ella. Salió del baño con una gran sonrisa.

- ¿Lista?

- Sí.

Me fui al baño y empecé a relajarme. En estos veintidós años de mi vida, jamás me había relajado tanto. Quería estar así para siempre, pero fui interrumpida por Rocío recordándome que tengo que estar lista antes de las doce del mediodía.

- Está bien, Rocío. En seguida salgo.

Tomé la toalla que se encontraba a mi derecha y me pare para envolverme en ella. Salí del baño, y me encontré con tres cajas de madera con grabados muy bonitos.

- Lo mandó el Alfa. Son accesorios para que te los pongas. Pertenecieron a la madre del Alfa. Cada generación, en especial las Lunas de la manada, heredan las joyas de la Luna anterior. Es una tradición de siglos.

- Es un muy bonito detalle, pero no sé si me quedaré.

- Usted, Luna, no se puede ir. No nos puede dejar. Es digamos que la madre de toda la manada, la que dirija por buen camino a esta manada.

- Es que todo esto es demasiado para mí. No sabría manejar todo lo que conlleva ser Luna.

- De eso no se preocupe, nosotros la ayudaremos. No nos abandonará.

- Está bien, lo pensaré.

- Basta de tanta plática y déjeme arreglarla. Son las once y media y tenemos poco tiempo para dejarla bella.

Me hizo una coleta con tres trenzas, formando un triángulo, y adornos dorados. Mi maquillaje es sencillo por orden de Miguel. Me puse un brazalete que está arriba del codo con un grabado muy bonito, un collar precioso. Y por último, una tipo corona o diadema en forma de V que Rocío se encargó de ponerme en mi frente. No entendía por qué tantos detalles si solo es un simple paseo por la manda.

Se escuchó un toque en la puerta, y era Miguel. Me vio y en su mirada se veía un brillo.

- Estás muy hermosa, gracias Rocío.

- No hay de que, Alfa. Me retiro, mi trabajo aquí ha terminado.

- ¿Lista para conocer a nuestra manada?

- No, pero si no me sacas ahora, me voy a arrepentir.

Salimos de la habitación y de la casa para ir a lo que a mí me parece un patio trasero, pero me equivoqué. No simplemente se trataba de un patio. A lo lejos se pude ver casas y personas, niños y hasta ancianos afuera por las calles. Todos voltean a verme, me sonrojo porque no estoy acostumbrada a tanta atención.

Seguimos caminando rumbo a lo que parece un entarimado que me imagino que usan para reuniones y esas cuestiones. Se tocó una campana y todos, en minutos, se reunieron frente al entarimado. Cuando llegamos ahí, subimos por el lado izquierdo. Había al menos 4 personas esperándonos. Miguel se adelantó, saludando a su madre, me imagino yo, después a su padre y al último a Petter y a otro muchacho del cual desconozco su nombre.

Después todos se voltearon hacia mí.

- Mi luna, ven.

Para no ser grosera y mostrar una mala educación, me acerqué muy lento hacia ellos.

- Mamá, Papá. Quiero presentarles a Jazmín, mi Mate.

- Querida, un gusto. Por fin llegaste a nuestras vidas. Bienvenida a la familia.

Me sorprendió mucho el recibimiento de su madre. Por otro lado, su padre solo me dijo:

- Un gusto. Bienvenida.

Enseguida se volteó su padre y empezó a hablar a su gente.

- Hermanos y hermanas, estamos aquí reunidos para darle la bienvenida a nuestra Luna, Jazmín.

Se volteó y se dirigió a nosotros.

- Vengan.

Miguel me tomó de la mano y nos acercó a su padre.

- Yo, Jhon Black, te nombro a ti, Miguel Black, como nuevo Alfa de esta tu manada, para que la lleves por el buen camino y la protejas de todos los peligros que nos acechan. Juras protegerla con tu vida y guiarla por un camino correcto y mantener la paz.

Miguel, muy orgulloso, respondió:

- Lo juro.

Después, su madre avanzó hacia mí y me puso una tiara y me dijo:

- Yo, Martha López de Black, te nombro a ti, Jazmín Vega, como nueva Luna de esta tu manada, para que junto a tu Alfa, guíen por el buen camino, protejan con su vida a esta manada. Juras guiar y apoyar a tu Alfa, protegerlo y mantener la paz.

No sabía qué responder, pero no podía negar que sentía algo por él. Así que respondí:

- Lo juro.

Y con esas palabras, me cayó un gran peso en mis hombros. Dios, ¿qué rayos acabo de hacer?

ATRAPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora