Capítulo 14

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-Carlos y Filomena -dijo-. Ellos se ocupan del cafetal junto con su familia y algunos trabajadores.

-¿Esos niños son suyos? -pregunto Alejandra, mirando a los pequeños.

-Son sus nietos. Sus hijos están trabajando en los campos.

-Un verdadero negocio familiar...

En aquel momento Filomena dio un paso al frente y dijo algo en portugués.

-Filomena dice que se alegra de que hayas venido aquí para que ellos puedan tener la oportunidad de mostrarte lo que están haciendo.

La pareja la condujo hacia los árboles, mientras hablaban rápidamente y movían las manos. Alejandra miro a Rafael para que le tradujera lo que los ancianos estaban diciendo.

-¿Qué dicen?

-Te están contando que el café crece en la sombra de la selva. Así, no se destruye el entorno natural y, además, los árboles fijan en nitrógeno al suelo y esto ayuda a que crezcan los arbustos del café. Además, no arrancar los árboles ayuda a evitar la erosión del suelo y protege al café de las inclemencias del tiempo. De este modo, los niveles de azúcar se incrementan y mejoran el sabor del café.

-Además las hojas caídas proporcionan nutrientes y ayudan a impedir que el suelo pierda humedad -afirmo Alejandra-. Diles que se los beneficios de cultivar así el café. Todos mis cafés tienen un mural en el que se relata el modo en el que se cultiva el café. A nuestros clientes les gusta saber que están preservando una pequeña parte de la selva tropical.

-Y también se trata de una buena estrategia de marketing, de eso estoy seguro -replico Rafael con desprecio.

A continuación, él se volvió y comenzó de nuevo a hablar con Filomena. Ésta comenzó a gesticular y mirar a su marido. Las voces se levantaron y, entonces, la mujer se cubrió la boca con la mano y los ojos se le llenaron de lágrimas.

Muy preocupada, Alejandra miro a Rafael para que le tradujera lo que estaba ocurriendo.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Qué están diciendo? ¿Qué es lo que pasa?

Con una mirada de determinación hacia su marido, Filomena dio un paso al frente.

-Voce toma un cafezinho?

Alejandra interpreto que Filomena la estaba invitando a tomar un café, por lo que asintió con entusiasmo antes de mirar a Rafael para confirmar lo que creía que le había dicho.

-¿Me está invitando a tomar un café?

-Te está ofreciendo su hospitalidad. Dadas las circunstancias, es mucho más de lo que te mereces. Acéptalo.

¿Más de lo que se merecía?

-¿De que estas hablando? ¿Por qué esta Filomena tan disgustada?

-Ellos quieren invitarte a un café y, a cambio, esperan de ti sinceridad. El juego se ha terminado, Alejandra -añadió, mirándola con frialdad.

¿Juego? ¿Qué juego?

Desgraciadamente, Alejandra no tuvo tiempo de preguntarle nada más porque Rafael ya se había marchado con Carlos y Filomena. Alejandra tuvo que seguirlos a lo largo del sendero. Mientras caminaba, vio que además de café cultivaban una variedad de plantas. Se lo pregunta a Rafael.

-Sí. Es un modo de minimizar los efectos de las enfermedades y las pestes.

-Debe de ser muy duro para ellos. Todo depende de factores que no pueden controlar, como el tiempo.

-No todos los factores que no pueden controlar son cosas como el tiempo -comento Rafael, justo cuando llegaron a la casa.

Se sentaron y, muy educadamente, Alejandra acepto la taza de café que le entregaron.

-Está delicioso -dijo, tras dar un sorbo-. Sabe incluso mejor aquí que en casa.

Se produjo un largo silencio y, entonces, Filomena empezó a hablar con tal pasión que su esposo extendió una mano, como si estuviera tratando de silenciarla.

Alejandra dejo la taza de café sobre la mesa.

-¿Qué es lo que ocurre? ¿Qué es lo que Filomena está diciendo?

-Filomena quiere saber por qué, si te gusta tanto el café no estas dispuesta a pagar un precio justo por él.

Alejandra quedo en silencio un momento mientras digería las palabras.

-Nosotros pagamos un precio justo. Es precisamente este café lo que hace que nuestro negocio sea especial. La calidad del producto.

-Sin embargo, la calidad tiene su precio, ¿verdad Alejandra? Resulta difícil sacar beneficios si se está pagando mucho dinero.

-¿Me estas sugiriendo que no pagamos un precio justo por el café? Puedes consultar los números.

-Lo he hecho. ¿Por qué te crees que me he negado a extender el préstamo que te hice? -le espeto él.

-Porque yo no había reportado beneficios. Porque... ¿Me estás diciendo que te has negado a prorrogar nuestro préstamo por el precio que pagamos por el café? Si es así, has cometido un error. Creo firmemente en pagar un precio justo por materias primas de calidad.

-¿A quién?

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Jungla De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora