-Tengo que hacerlo. Ya lo sabes. Tengo un millón de cosas de las que ocuparme.
-¿Qué cosas?
-¿Cómo puedes precisamente tu preguntarme eso? Mi vida esta en crisis. Mi negocio esta a punto de hundirse y mi propio padre me ha engañado. Tengo que enfrentarme a él y luego encontrar a alguien que me ayude a entender las cifras.
-No voy a consentir que te enfrentes a esto sola.
-Está bien, de verdad. Soy más dura de lo que parece.
-Eso espero -susurro él, mirando la palidez del rostro de Alejandra-, por que parece que te podría tirar al suelo una pequeña ráfaga de viento. Si no te hubiera visto en la selva, habría creído que eres una mujer muy frágil.
-No lo soy, Rafael. Creo que ya te lo he demostrado.
-Tal vez no lo seas, pero ¿Cómo piensas enfrentarte a tu padre?
-Todavía no lo sé. Tengo un vuelo muy largo por delante entonces tendré tiempo de pensarlo.
-No sabes en qué personas de las de tu empresa puedes confiar.
-En eso tienes razón. Simplemente tendré que desarrollar un sexto sentido en un tiempo record.
-Los dos sabemos que a ti te resultaría muy difícil sospechar de la gente. Tu confías en todo el mundo -gruño Rafael, abrumado ante el hecho de que alguien mas pudiera aprovecharse de ella.
-En esta ocasión pienso emplear a un desconocido. Alguien que tenga buenas referencias.
-Yo lo haré -afirmo Rafael, sin pensarlo.
-¿Cómo has dicho?
-Quédate aquí conmigo y te ayudare con los números. No se como no se me ha ocurrido antes. Es la solución perfecta.
-No. No necesito tu ayuda.
-¿Me estas rechazando? -pregunto él, mirándola con incredulidad.
-Puedo hacerlo sola. No necesito tu ayuda.
-De entrada, no se me ocurre nadie que pueda necesitarla más.
-Tengo que hacer eso yo sola. Debería hacerlo yo sola -replico ella, levantando la barbilla-. Además, ¿Por qué ibas a hacerlo tu mejor que yo?
-Por que tengo mucha experiencia con mentirosos y ladrones y tu no. Para mi esta muy claro que debería ayudarte.
-Pues para mí no.
-Déjame que te aclare un poco más lo que te estoy diciendo. Te estoy proponiendo darte todo el dinero que puedas necesitar para mantener solvente tu negocio, enderezar tus cuentas y luego nombrar a alguien de mi equipo para que te ayude a cuidar de tu dinero de ahora en adelante.
-Es muy generoso por tu parte.
-Es lo menos que puedo hacer -dijo él, con una sonrisa, seguro de haber conseguido lo que quería.
-Sin embargo no deseo que lo hagas.
-¿No? -pregunto él, con incredulidad.
-No. Bueno, seria una necia si rechazara la oferta de alguien de tu equipo que me ayude en el futuro porque, al menos, estaré segura de que tengo a alguien en quien pueda confiar. Eso lo acepto, y te doy las gracias. Sin embargo, no deseo nada más de ti.
-Te estoy ofreciendo dinero.
-Lo sé, pero no lo quiero. Además, estoy segura de que tu tienes mejores cosas que hacer con tu tiempo que ayudarme a comprender mis cifras. Te resultaría completamente frustrante.
Como jamás se había encontrado con una mujer que no quisiera su dinero, Rafael no supo que hacer.
-Quiero ayudarte -afirmo, sorprendido de que en verdad fuera así-. Para poder echar a tu padre del negocio vas a tener que disponer muy claramente de todos los datos.
-Es cierto... -admitió ella, mordiéndose el labio-. ¿Me ayudarías con las cuentas? Estoy segura de que estas muy ocupado con tus asuntos. Siempre estas pegado a la pantalla del ordenador.
-En estos momentos no tengo demasiado trabajo -mintió-, así que estaría encantado de ayudarte con las cuentas -añadió. Además, de algún modo conseguiría que ella aceptara el dinero.
-Cuesta mucho enseñarme nada. Se me dan muy mal los números.
-Como a mi se me dan muy bien, no importa -dijo él-, aunque tendrás que decirme el mejor modo de repasarlos para que comprendas lo que te estoy diciendo.
-Oh -comento ella, muy sorprendida-. A mi padre no le importara que yo comprendiera o no. Simplemente me decía las cifras.
-Y, además, eran cifras falsas. Venga, siéntate. Vamos a empezar.
-Mi vuelo se marcha a Río dentro de cuatro horas.
-Tú no estarás en ese vuelo. No quiero que te marches.
-¿Por qué el sexo entre nosotros es tan maravilloso?
-Ésa es una razón, sí -admitió Rafael, con idéntica sinceridad-, pero tampoco quiero que tu padre soga robándote dinero de tu empresa.
ESTÁS LEYENDO
Jungla De Pasión
RomanceQuerría un hombre tan guapo y sexy como Rafael Medina ayudar a una chica como Alejandra Álvarez luego de saber su secreto?