Capítulo 31

4.8K 373 3
                                    

-Tengo que hacerlo. Ya lo sabes. Tengo un millón de cosas de las que ocuparme.

-¿Qué cosas?

-¿Cómo puedes precisamente tu preguntarme eso? Mi vida esta en crisis. Mi negocio esta a punto de hundirse y mi propio padre me ha engañado. Tengo que enfrentarme a él y luego encontrar a alguien que me ayude a entender las cifras.

-No voy a consentir que te enfrentes a esto sola.

-Está bien, de verdad. Soy más dura de lo que parece.

-Eso espero -susurro él, mirando la palidez del rostro de Alejandra-, por que parece que te podría tirar al suelo una pequeña ráfaga de viento. Si no te hubiera visto en la selva, habría creído que eres una mujer muy frágil.

-No lo soy, Rafael. Creo que ya te lo he demostrado.

-Tal vez no lo seas, pero ¿Cómo piensas enfrentarte a tu padre?

-Todavía no lo sé. Tengo un vuelo muy largo por delante entonces tendré tiempo de pensarlo.

-No sabes en qué personas de las de tu empresa puedes confiar.

-En eso tienes razón. Simplemente tendré que desarrollar un sexto sentido en un tiempo record.

-Los dos sabemos que a ti te resultaría muy difícil sospechar de la gente. Tu confías en todo el mundo -gruño Rafael, abrumado ante el hecho de que alguien mas pudiera aprovecharse de ella.

-En esta ocasión pienso emplear a un desconocido. Alguien que tenga buenas referencias.

-Yo lo haré -afirmo Rafael, sin pensarlo.

-¿Cómo has dicho?

-Quédate aquí conmigo y te ayudare con los números. No se como no se me ha ocurrido antes. Es la solución perfecta.

-No. No necesito tu ayuda.

-¿Me estas rechazando? -pregunto él, mirándola con incredulidad.

-Puedo hacerlo sola. No necesito tu ayuda.

-De entrada, no se me ocurre nadie que pueda necesitarla más.

-Tengo que hacer eso yo sola. Debería hacerlo yo sola -replico ella, levantando la barbilla-. Además, ¿Por qué ibas a hacerlo tu mejor que yo?

-Por que tengo mucha experiencia con mentirosos y ladrones y tu no. Para mi esta muy claro que debería ayudarte.

-Pues para mí no.

-Déjame que te aclare un poco más lo que te estoy diciendo. Te estoy proponiendo darte todo el dinero que puedas necesitar para mantener solvente tu negocio, enderezar tus cuentas y luego nombrar a alguien de mi equipo para que te ayude a cuidar de tu dinero de ahora en adelante.

-Es muy generoso por tu parte.

-Es lo menos que puedo hacer -dijo él, con una sonrisa, seguro de haber conseguido lo que quería.

-Sin embargo no deseo que lo hagas.

-¿No? -pregunto él, con incredulidad.

-No. Bueno, seria una necia si rechazara la oferta de alguien de tu equipo que me ayude en el futuro porque, al menos, estaré segura de que tengo a alguien en quien pueda confiar. Eso lo acepto, y te doy las gracias. Sin embargo, no deseo nada más de ti.

-Te estoy ofreciendo dinero.

-Lo sé, pero no lo quiero. Además, estoy segura de que tu tienes mejores cosas que hacer con tu tiempo que ayudarme a comprender mis cifras. Te resultaría completamente frustrante.

Como jamás se había encontrado con una mujer que no quisiera su dinero, Rafael no supo que hacer.

-Quiero ayudarte -afirmo, sorprendido de que en verdad fuera así-. Para poder echar a tu padre del negocio vas a tener que disponer muy claramente de todos los datos.

-Es cierto... -admitió ella, mordiéndose el labio-. ¿Me ayudarías con las cuentas? Estoy segura de que estas muy ocupado con tus asuntos. Siempre estas pegado a la pantalla del ordenador.

-En estos momentos no tengo demasiado trabajo -mintió-, así que estaría encantado de ayudarte con las cuentas -añadió. Además, de algún modo conseguiría que ella aceptara el dinero.

-Cuesta mucho enseñarme nada. Se me dan muy mal los números.

-Como a mi se me dan muy bien, no importa -dijo él-, aunque tendrás que decirme el mejor modo de repasarlos para que comprendas lo que te estoy diciendo.

-Oh -comento ella, muy sorprendida-. A mi padre no le importara que yo comprendiera o no. Simplemente me decía las cifras.

-Y, además, eran cifras falsas. Venga, siéntate. Vamos a empezar.

-Mi vuelo se marcha a Río dentro de cuatro horas.

-Tú no estarás en ese vuelo. No quiero que te marches.

-¿Por qué el sexo entre nosotros es tan maravilloso?

-Ésa es una razón, sí -admitió Rafael, con idéntica sinceridad-, pero tampoco quiero que tu padre soga robándote dinero de tu empresa.

Jungla De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora