Capítulo 24

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-¿Quién te ha hecho esto? -le pregunto, tratando de contener las lagrimas-. ¿Quién hizo que te sintieras así respecto a las personas? ¿Sobre las mujeres?

-¿Por qué las mujeres siempre quieren hablar de sus competidoras? Tu eres la que ocupa ahora mismo mi cama. Con eso debería bastarte.

-Me das mucha pena...

-No. Lo que ocurre es que soy realista en lo que se refiere a las mujeres. Ni espero ni quiero nada más.

-Pues yo si, Rafael. Yo espero y deseo mucho mas -dijo ella, tratando de empujarlo aunque sin conseguirlo.

¿Y que mujer no? Y lo tendrás -prometió, con voz suave y seductora-. Todo lo que quieras. Creo que descubrirás que soy un amante muy generoso.

-¿Generoso? ¿De verdad crees que estoy hablando de dinero?

-No se trata solo de dinero -ronroneo él, dándole un beso sobre el hombro que no dejo lugar a dudas de a qué se refería.

Una vez mas, Alejandra trato de apartarse del el.

-¡No quiero tu dinero! Quiero que confíes en mí. Quiero que creas que soy inocente. Debe de haber algún modo de demostrarte que yo no hice nada.

Rafael, visiblemente irritado y molesto, apretó los dientes.

-No me interesa nada de eso, minha paixão. Lo único que quiero es tenerte debajo de mi, completamente desnuda. No me importa nada más.

-Pues a mi, si.

-Olvídate de tu negocio -le ordeno el, antes de besarla en la boca-. Ya no lo necesitas.

-Por su puesto que lo necesito. ¿Cómo puedes decir algo así? ¿Por qué iba a tener que dejarlo?

-Porque ahora tienes una alternativa y mucho más lucrativa.

-¿Acaso crees que yo seria capaz de aceptar tu dinero? -le pregunto ella, mirándolo boquiabierta-. ¿Acaso crees que me importa el dinero? ¿Crees que soy ese tipo de persona?

Alejandra cerró los ojos y llego a la conclusión de que, efectivamente, Rafael sabía muy poco sobre ella. ¿Era culpa de el? No. Era uno de los riesgos que se corrían al dejar que la pasión dominara al pensamiento racional.

Sabía que, de algún modo, lo amaba. Increíble. No sabía como había ocurrido, pero había ocurrido. Se había enamorado de él. No de la imagen fría y distante que presentaba al mundo, sino del hombre que había debajo de las barreras que había levantado. Solo había conseguido ver retazos, pero había sido suficiente. Además, si él no revelaba de si mismo nada más, no importaba. Lo aceptaba tal y como era. Lo amaba tal y como era.

Tal vez ella misma ocultaba tantas cosas, había descubierto un profundo dolor dentro de él. Había sentido el vínculo. De algún modo, se había enamorado de un hombre que no deseaba su amor. De hecho, no quería el amor de nadie.

Al ver que Rafael se encogía de hombros, Alejandra dejo a un lado sus pensamientos.

-Tal vez sea un cínico sobre el amor, pero eso no significa que no comprenda lo que necesitan las mujeres. Eres maravillosa en la cama. Anoche me dejaste sin respiración. Durante el futuro más cercano, no quiero que centres tu atención en nada más que en mí.

-Eso no va a ser posible, Rafael -afirmo ella, sintiendo que la magia de la selva y de la noche anterior habían finalizado-. Tengo que solucionar este problema. Se lo prometí a Carlos y Filomena.

-Simplemente te estoy diciendo que no te faltara el dinero.

-¿Me estas diciendo que me vas a pagar por acostarme contigo? ¿Es eso?

Presintiendo cierto peligro, Rafael entorno la mirada y se aparto de ella.

-No. No es eso lo que he dicho.

-¿No? -Replico ella, sentándose en la cama-. ¿Acaso no estas ofreciéndome ingresos? ¿Regalos? ¿Más dinero del que yo seria capaz de gastar?

Al mirarlo, le pareció que el sarcasmo de sus palabras no le afectaba en absoluto. Estaba tumbado en la cama, observándola con indiferencia y con una irónica sonrisa en el rostro. El calido ambiente de seducción había desaparecido por completo. Se mostraba frío con ella. Distante. Incluso parecía algo aburrido.

-Por supuesto. Puedes imaginar las fantasías más avariciosas que quieras.

-En este momento, mis fantasías tienen que ver con tirarte a una piscina llena de pirañas hambrientas -le espeto-. ¡De verdad creía que había esperanza para ti! Pensaba que bajo esa coraza que enseñabas al mundo había un ser humano decente y bueno. Un ser humano que había sufrido mucho, tal vez. Ahora me he dado cuenta de que eres tan frío y vacío como aparentas...

Entonces, tomo los pantalones de camuflaje y empezó a ponérselos.

-Te estas comportando como una niña que tiene una rabieta, algo que es completamente innecesario. Te lo repetiré otra vez. No me importa que te hayas quedado con el dinero. Eso pertenece al pasado y yo jamás vivo en el pasado.

-¡Eso no en cierto! Es precisamente en pasado lo que te convierte en una persona tan fría y tan sospechosa -rugió, mientras tomaba su camisa y se la ponía-. Te repito que yo no me he quedado con ese dinero -añadió, con un gesto de frustración-. No se por que me molesto en decirte esto cuando resulta evidente que no eres capaz de ver el bien en nadie. Lo siento mucho por ti, Rafael. Lo siento mucho. No se lo que ella te hizo, pero, evidentemente, lo hizo muy bien.

Una repentina ira se reflejo en los ojos de Rafael.

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