Capítulo 6

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La luz del sol entraba a raudales por las ventanas, por lo que Rafael Medina pudo ver perfectamente como ella palidecía.

Tu juego ha quedado descubierto, guapa? se dijo, preguntándose cómo había podido ser tan ingenua y pensar que él no iba a descubrir lo que estaba ocurriendo en su empresa. No era que no fuera inteligente, porque lo era. Los números cuadraban perfectamente y nadie se había dado cuenta de lo que él había visto.

A primera vista, las cuentas no parecían mostrar nada más que un negocio al que le estaba constando despegar. La estrategia de Alejandra Álvarez del Castillo de mostrarse amable y conservadora podría haber surtido efecto con un hombre menos cínico y experimentado con el sexo opuesto que él. Otro hombre se podría haber sentido impresionado por que ella admitiera tan abiertamente su desilusión por la falta de beneficios. Otro hombre podría haber creído su inocencia. Afortunadamente para Rafael, y desgraciadamente para Alejandra, su especialidad eran las mujeres avariciosas y sin escrúpulos. Si no hubiera sido así, tal vez jamás habría descubierto que el Café Brasil no era lo que afirmaba ser y que Alejandra Álvarez del Castillo distaba mucho de ser la empresaria generosa y magnánima que fingía ser.

El hecho de que hubiera tenido la caradura de presentarse allí para suplicarle que siguiera invirtiendo en aquella pequeña farsa era una evidencia más de su avaricia y de su falta de conciencia.

En circunstancias normales, Rafael hubiera hecho que uno de sus empleados se ocupara del problema, pero había decidido que se ocuparía personalmente del caso de Alejandra Álvarez del Castillo.

Tras mirar la perfecta manicura de las uñas y el cabello brillante de su invitada, sintió una profunda ira en su interior. ¿Resultaba evidente que ella no conocía el significado de la palabra privación?. ¿Sabía aquella mujer lo que era tener frío y hambre, lo que se sentía al tratar de dormir sin tener un techo sobre la cabeza? Por supuesto que no.

Estaba dispuesto a apostar a que la mayor dificultad que le había representado su vida hasta aquellos momentos era que zapatos ponerse todos los días.

Cuando Alejandra Álvarez del Castillo se puso en contacto con él para pedirle una reunión, la reacción inicial de Rafael había sido negarse. ¿Por qué perder el tiempo con ella? Sin embargo, después había decidido tratar el tema de un modo diferente.

Venganza.

Alejandra Álvarez del Castillo había destrozado muchas vidas y estaba a punto de volver a hacerlo. Alguien debería hacer que se enfrentara a las consecuencias de su falta de escrúpulos. Debería sufrir. Rafael aún no había decidido como, pero lo estaba pensando.

Al mirarla en aquellos momentos, ataviada con un traje que, sin duda, le había costado un obscena cantidad de dinero, con unos zapatos que sugerían sexo y esperando que el extendiera el préstamo que había hecho para su empresa. Rafael supo que había tomado la decisión correcta.

Mientras observaba sus hermosas piernas, se preguntó hasta donde sería capaz de llegar mujer para conseguir su propósito. Era una pena que él jamás permitiera que su vida sexual se mezclara con sus negocios. La química que existía entre ellos había resultado evidente desde el momento en que ella se engancho el zapato en el sendero. Se había inclinado para desengancharse el zapato y aquel gesto le había permitido a Rafael contemplar una tentadora visión de un sujetador de encaje y un hermoso escote. El cabello rubio le había cubierto el rostro al inclinarse hacia el suelo.

Durante un momento la ira que Rafael sentía se había sentido superada por un potente deseo sexual que prácticamente le había resultado doloroso. Fue entonces cuando ella se dio cuenta de su presencia. En aquel momento, se aferró al maletín que llevaba como si de ello dependiera su vida. Aquel simple gesto había servido para Rafael aplacara su libido y recordara el motivo de la presencia de Alejandra Álvarez del Castillo en su casa.

Dinero.

Aparte de su brillante cabello, de su tentador escote y de las largas piernas, Alejandra Álvarez del Castillo no era diferente de ninguna otra mujer avariciosa. Aparto los oscuros recuerdos de su pasado con determinación y decidió concentrar toda su ira en aquella mujer.

No era de extrañar que el señor Álvarez del Castillo no la hubiera acompañado. No habría querido que nada diluyera la imagen virginal y pura que ella presentaba con su camisa blanca y el brillante y rubio cabello. Si hubiera estado frente de un jurado, este habría sido capaz de absorberla de asesinato.

-¿Y por qué tendría yo problemas para dormir por las noches? -pregunto ella, por fin, con un gesto se asombró en el rostro.

Rafael se contuvo para no contarle nada de lo que sabía y así poder terminar con la reunión tan rápidamente como pudiera. Eso sería demasiado fácil para ella. Rafael no quería que todo terminara tan fácilmente para Alejandra Álvarez del Castillo.

Decidió que iba a sufrir. Quería que ella sintiera la preocupación y la incertidumbre que había infligido a otros. Además, veía en sus ojos que estaba preocupada.

-¿Por qué cree usted que no duermo bien por las noches? -preguntó, con sus enormes ojos cafés abiertos de par en par-. Será, por supuesto, porque no hago más que preocuparme de cómo iba a pagar las deudas si usted me cancela el préstamo.

-¿Está usted preocupada?

-Por supuesto -respondió ella, con una tímida sonrisa-. Muchas personas dependen de mí, pero una se tiene que olvidar se eso porque, si no, se vuelve loca.

-Es decir, que usted no piensa en los demás.

-Bueno -dijo ella, frunciendo el ceño-, resulta difícil no hacerlo cuando se es responsable se sus ingreso, pero es importante no permitir que los sentimientos afecten a lo que hay que hacer, porque en ese caso todo el mundo sufre.

Los negros recuerdos del pasado volvieron a despertar en la cabeza de Rafael. En aquella ocasión, no hubo manera de detenerlos.

De repente, volvía a tener ocho años. Estaba completamente solo, muerto de hambre, asustado?

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Perdón iba a publicar ayer pero se me paso. Espero que les guste ❤

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