2_ Pensando en ella (CliMon)

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Tenía mis dudas, sabes, nunca quise caer en el estúpido estereotipo mediocre y absurda-mente redundante y repetitivo de que la chica "nunca se enamora del mejor amigo"... No podía su-cederme eso a mí. Yo era más notable y tu eras más despierta.

O así te quise pensar, para no matar mis vanas esperanzas.

Siempre tuve ese ridículo pensamiento de, no sé, que te darías cuenta de la manera en la que te miro, como si una luz especial se encendiera en mis ojos cuando te cruzabas por mi campo, pero nunca lo notaste, eso no fue duro, al menos no del todo. No era como si una simple mirada te fuese a decir lo desquiciado que me traías, no soy tan imbécil, histérico y mucho menos mediocre.

Aunque, sí pensé un centenar de veces, que mis huidas a tu encuentro, en cualquier punto de la ciudad, del país, incluso del mundo entero, hacia ti, como polos opuestos llamándose por inercia e inconsciencia, serían un índice específico para que lograras vislumbrar un atisbo de controversia en mis sentimientos por ti; pero tampoco lo notaste.

Valla, comenzabas a ser menos atenta de lo que esperé, pero no menos lista, inteligente o perfecta.

Más tarde pensé en la posibilidad de irte de frente, lo normal y más frecuente, ir directo a lo sincero y profundo, lo que te gusta de mí, una palabras lindas y acribilladas entre medio por sinónimos complejos y de alto contenido textual, dignos de mis dotes a la hora de hablar del amor, éste sentimiento puro y blanco, porque así me lo haces sentir, que me causa tu simple sonrisa. Pero me dejé estar, y lo maldije.

Si tan sólo hubiese advertido que mi peor enemigo sería el tiempo, pues ¿qué te digo? Te habría gritado mis intenciones contigo, mucho antes de haberlas entendido del todo, porque no siempre estuve seguro de amarte, pero sí de querer pasar el resto de mis días contigo. Y allí erré primera-mente, dudé de lo que hoy me arranca el aire... Si seré idiota, uno de los más grandes.

No uno de esos que se burlan de la mujer que alegan amar, sino de esos que se dejan arrebatar el amor por el primer prototipo de ideal que se les cruza por el frente.

¿Por qué siempre les gusta el chico malo? Es decir, no bastaba conmigo al final del día, que tuviste que regalar tus ojos que tanto añoré recibir, a un rubio marginado de lo que le dicta su interior. Porque no le interesas, y lo sabes, maldita seas Clary, lo sabes cómo si supieses que al cortarte un dedo, sangre roja, espesa y vital para tu organismo, correrá de allí. Lo sabías entonces, y lo sabes ahora que te aleja bajo el pretexto de una hermandad pobremente revelada.

Pero a ti te importa eso, tanto como la mierda que me haces sentir, porque no soy suficiente, y no es tu culpa, eso es lo peor, me haces pensar que es mi jodida culpa por dedicarme tanto a ti y a todo lo que te compete. Es mi culpa haberme enamorado de tu sonrisa fácil y tus ojos de huracán, es mi culpa ser el desastre que dejas cuando pasas, cuando me miras, cuando sonríes y no es para mí.

¿Cuánto daño puedes seguir haciéndole a un corazón que ya no late?

Porque hasta eso he perdido por ti y tu egoísmo. No sé cómo expresarlo de otra manera, lo siento, pero eres una mujer fría conmigo, que todo te he dado y que nada obtengo a cambio, más que ésta soledad que me regalan tus mensajes jamás recibidos, jamás escritos, jamás pensados para mí. Porque todos son para él, y a mí que me muerda un vampiro.

Que me ataquen los lobos y que el sol queme mi piel, jodida-mente ultra sensible ante su luz. Una luz que antes me daba vitalidad, y ahora me regala muerte.

Y a mí de verdad me gustaba mucho la luz del sol, su calor, sus rayos acariciando mi piel en verano, abrigándome en invierno, apoyándome en tu ausencia. Porque eso era la luz que ahora me niega su fuerza, era el sustituto perfecto de tu risa, de nuestras conversaciones, de tu mano sobre la mía, y de todo lo que hacíamos juntos y que ya no se repetirá.

Rafaél tenía razón, seré un mundano hasta el día que me resigne a sentimientos terrenales e innecesarios, como los que me atan a ti; yo creí que intentaba sumirme a su perversión y mandato, pero me estaba ayudando, no sólo quería volverme un completo, sino que me daba la punta perfecta para alejarme de ti, y ser un hombre libre, inmortal y vacío, pero libre al fin de éste dolor que me aturde cuando nombras a Jace.

Me has roto el corazón, Clary, más de lo que un mundano común podría tolerar, siendo esta bestia en la que me convertiste solamente pude notarlo, y no te cansas de hacerlo, mucho menos ahora que piensas que mi pulso no existe y que no podría ir-regularizarse por tu presencia, por tus caricias, por un beso tuyo sobre mi mejilla con intenciones inocentes y poco románticas. Me destrozas lo que está muerto, y a mi me dan ganas de arrancarte las venas, y beber hasta la última gota de vida de tu cuerpo frágil y torpe de humana común y cualquiera.

Pero no puedo hacerlo, ni quiero del todo, porque sigues estando clavada en un hueco marchito, como el amor que jamás podré tener, pero por el cual no me resigno de luchar. Espero estés contenta con tu creación, porque seguirás doliéndome, ahora más que nunca.

A lo mejor mañana morirás, por así decirlo, y yo seguiré añorando tu sonrisa fácil y tus ojos de huracán.

Sé feliz amiga, me tendrás fiel a ti, hasta que tus latidos dejen de existir, y más allá de esto también. Siéntete diosa de la destrucción, de un cuerpo que ya no vibra, pero que se cree vivo y aun te adora.

Sé dichosa de haberme roto estando muerto Clary Fray.

Intenciones - ShadowHuntersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora