X (Parte 2)

17 3 0
                                    

  —Y entonces tú has tenido que gastar dos semanas de tu tiempo para ayudarme. ¿Por qué? No te conozco de nada y aún no entiendo que quieras ayudarme. Tienes que darme más información. 

—Te dije que soy una amiga especial. Digamos que me interesa saber qué desencadenó tu poder. Y para eso necesito tu ayuda. Yo te devuelvo el tiempo que te falta y tú me ayudas a entender qué ha pasado. 

—Así que sólo es un mero trámite. 

—Puedes verlo de ese modo. No te preocupes por mi. Tengo tiempo de sobra para utilizar. Dos semanas tan sólo es un pestañeo para mi. He recolectado mucho tiempo a lo largo de los años. Esto es más grande que tú o que yo. El mantenimiento del equilibrio en el tiempo es una cuestión primordial. 

—Hablando de eso... ¿Cómo puedo ganar tiempo? No quiero que se active por error otra vez la cosa esta y volver a tener esos dolores de cabeza tan horribles. 

—Es sencillo. El tiempo es cómo la vida. Son equivalentes. Para conseguir tiempo tienes que conseguir energía vital... De otras personas. Matarlas. 

Melisa guardó silencio durante unos instantes. Su voz se había escapado de su cuerpo y ahora el terror se había apoderado de su garganta. Estaba hablando con una asesina... Una asesina, además de confesa, que según lo que había dicho debió de matar a mucha gente. ¿De verdad esperaba que confiara en ella de esa manera?

—Sé lo que estás pensando, pero no es lo que crees. Si, he matado a gente, pero no he matado a cualquiera que se me haya cruzado por enfrente. Las reglas no me lo permiten, porque, aunque no lo creas, las hay. La gente que he matado han sido personas que se dedicaban a jugar con éste poder. Gente que alteraba los sucesos y la línea temporal a su antojo y que, además, tomaba tiempo de gente normal. Verdaderos asesinos. Puedes pensar lo que quieras, no volveré a justificarme pues no me siento culpable de nada. Después de todo, yo elegí ésta vida. 

—¿Por qué debería creerte? ¿Cómo sé que no eres una de esos asesinos de los que hablas? No he visto tu cara, no me dices tu verdadero nombre... Vienes y me sueltas todas estas cosas así de golpe y pretendes que me lo crea todo. 

—Si quisiera matarte, ya lo habría hecho. He estado justo a tu lado y podría haber puesto tu contador a cero en cuestión de segundos. Además, cómo te dije, mi interés en ti es llegar al comienzo de todo. Necesito que me lleves al momento exacto en el que se activó tu poder... Que es a las siete de la tarde de hoy. A esa hora, el día dieciocho te despertabas para ir a casa de tu tío. Ahí fue cuando se produjo el salto de las dos semanas... Lo que me espina del asunto es que estuvieras dormida. Nunca antes había visto un caso igual. En teoría es posible, pero prefiero asegurarme. 

—O sea, que cuándo averigües cómo pasó todo me dejarás en paz, ¿No es así?

—Bueno, te dije que te enseñaría a manejar tu poder. Antes de desaparecer tu vida te regalaré algo de tiempo, para que no caigas en la tentación de robar tiempo de alguien más, y te enseñaré también qué puedes y qué no puedes hacer. Recuerda que si te saltas las reglas seré yo quién acabe contigo, Melisa. 

—Vaya, si que sabes ganarte la confianza de otra persona. Es increíble. -Dijo con un tono claramente cargado de sarcasmo.-

Una pequeña risa fue audible a través del altavoz de su móvil. Era la primera vez que había escuchado a Equis reír y no le había gustado un pelo. A pesar de todo, trató de mantenerse firme. 

—Tan sólo haz lo que te digo y todo saldrá bien. Es simple. Nuestra charla ha terminado por hoy. Recuerda echarte una siesta hoy por la tarde, no debes alterar el curso de lo que pasó. Si tu poder se activó mientras dormías me encargaré de devolverlo todo a la normalidad y nos olvidaremos del asunto.  

—Claro... Olvidarse. Es muy fácil decir-

En ese momento Equis colgó la llamada, escuchándose sólo los tonos que indicaban la llamada perdida. Melisa tiró su móvil contra la cama y maldijo en voz baja. Realmente, sea quién fuera esa persona, le asustaba y sacaba de sus casillas, quizás, a partes iguales. ¿Cómo podía aparecer en su vida y soltarle todo eso? Melisa lo creía injusto. Era demasiado cómo para asimilar en sólo una noche... Noche que pasaría en vela. Cuándo la alarma de su despertador sonó, no podía creerlo. Había dormido a penas unas tres horas a lo sumo, y estaba muy cansada, pero no podía faltar a la universidad. Sabía de sobra que había faltado ya demasiados días, aunque ya ni de eso estaba segura. ¿Había faltado en el tiempo en el que se encontraba, o era cosa de ese futuro al que fue por accidente? Definitivamente, pensaba, se estaba volviendo loca. Tomó el desayuno con rapidez y se preparó para ir a clases, teniendo que ir a coger el bus, ya que su madre tenía turno doble y entraba a trabajar desde por la mañana temprano. Las clases transcurrieron con normalidad, a pesar de que tuvo que dar miles de explicaciones a Loreen sobre por qué no la llamó o contestó a sus mensajes, aunque sabía que Melisa era una chica bastante descuidada con esas cosas y el interrogatorio no duró demasiado. Ni siquiera supo cómo fue capaz de aguantar todas las clases hasta el final. El momento se acercaba, y ella estaba lo suficientemente cansada cómo para, después de haber llegado a su casa y comer, dejarse caer en la cama para que Morfeo hiciera su trabajo y la llevase al mundo de los sueños una vez más. Las tres, las cuatro, las cinco, las seis... Equis ya estaba observándolo todo, escondida en el armario. ¿Cómo había llegado allí? Ella tenía sus trucos. Miraba desde una rendija toda la habitación, esperando que llegara el momento. Entonces... Alguien apareció en la habitación, prueba de que el cambio no había sido mera casualidad. Prueba de que no había sido de manera natural. De alguna forma, esa persona debió activar el don de Melisa y ahora volvía a completar su obra una vez más. Iba encapuchado, con la misma vestimenta que Equis portaba, siendo inaccesible su rostro. No podía siquiera discernir entre si era un hombre o una mujer. Escondida en el armario, desenvainó una daga que portaba en el interior de la túnica, dispuesta a atacar si fuera necesario. Estaban a punto de dar las siete de la tarde, dónde el salto se produjo. Algo no encajaba. ¿Por qué había vuelto esa persona? Debería ser consciente de que el cambio había sido revertido. ¿Por qué arriesgarse a aparecer de nuevo para volver a realizar el mismo cambio otra vez? Algo no encajaba. En ese momento la persona misteriosa ladeo la cabeza hacia el armario, sólo siendo visible una sonrisa. Al parecer había sido consciente de la presencia de Equis todo el tiempo. De su túnica sacó un sobre, el cuál depositó sobre la cama, y luego, desapareció. Había dado un salto a alguna línea temporal paralela que Equis no pudo rastrear. Ahora sabía que algo muy peligroso estaba pasando. Algo que traería muchas consecuencias. 

''Melisa, al parecer no vas a librarte tan rápidamente de mi. 

—Equis.'' 

Página en blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora