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La había asesinado, el cuerpo de la mujer frío quedó en el suelo, los ojos de su hijo estaban abiertos en horror y las lágrimas cálidas se derramaron por sus ojos azules, los brillantes ojos se habían cerrado y la temperatura frioa de su cuerpo ya era sepulcral, sus labios comenzaban a tornarse azules.
-Madre... Grito en tristeza pasando su mano por su cabello, la espada todavía se hallaba en su pecho, como congelando el tiempo sacarla en estos momentos era la condena para su madre.
-Mi señor, debemos llevar aún mejor lugar a la señora. Comento el fiel caballero de la mujer.
El quería gritar y patear, ¿acaso no entendían que se habían llevado a su madre? Apreto sus colmillos en odio y se levanto, secándose las lágrimas.
-Vamos a llevarla a una de las catacumbas el hombre mayor asintió tomando con cuidado el cuerpo frío de la mujer. Caminaron por un largo rato antes de poner a la mujer en un ataúd de piedra, sabían que si al momento de sacar la espada lograban sellar a la mujer, quizás podría levantarse en un futura, el niño con ayuda del fiel caballero saco la espada para luego utilizar sus poderes como hijo de dos sangre pura potentes, el lugar se sello y la doncella fue encerrada en la piedra. Dormiría por un largo tiempo. Ambos varones salieron del lugar dejando atrás a la mujer que significó algo en sus vidas.
-Rido me las pagará.. Gimio el niño en odio y el caballero lo siguió.
Las dos figuras desaparecieron entre los espesos bosques y la doncella en la piedra, conocida como la madre de piedra descanso en la soledad.
Y los años pasaron y cada año el joven vampiro en desarrollo acompañado del fiel caballero visitaban el letargo de la mujer en la piedra, en vuelta en una especie de cristal de color verduzco dentro del ataúd de piedra, dejaban rosas para la mujer, limpiaban y lo sellaban nuevamente, pues su amor por su doncella era demasiado grande.

Un amor vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora