Capítulo 1

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—Cógelo.— Se escuchó la voz alegre y dulce de una mujer tras la cámara.

Tras un destello en la pantalla y un enfoque de la lente, se pudo ver que era ella quién sostenía el aparato, cosa que se daba a entender cuando la cámara se tambaleó por un momento para luego enderezarse entre sus manos.

Tras ese zarandeo y el vídeo apenas comenzando, se enfocó en la pantalla la imagen de una habitación de hospital, con sus paredes y suelos blancos, el leve murmullo del personal del lugar sonando a lo lejos y la ventana cerrada a cal y canto, por la cuál se podía ver el clima invernal y la nieve cayendo en la gran ciudad. Aunque lo que más llamaba la atención en el vídeo, era otra cosa mil veces más llamativa.

La figura de un joven Asano Gakuhou inclinado sobre una pequeña cuna de hospital. Apoyando las manos en los bordes de esta y observando con atención lo que había allí postrado, con una expresión pensativa y casi seria.

Él no pareció escuchar las palabras que la mujer tras la cámara había exclamado, pero reaccionó al percatarse de que ella estaba muy callada y decidió hablar cuando giró la cabeza y se dio cuenta de que le estaba grabando.

—¿Por qué has encendido la cámara?— Dijo el hombre frunciendo el ceño.

—Quiero mantener el recuerdo de esto.— Respondió la mujer desde atrás con un tono alegre y suave.

—No voy a cogerle ahora.

Esa respuesta es la que dio Gakuhou mientras volvía a desviar la mirada hacia la cuna con un ligero aire de preocupación.

—¿Por qué? ¿No quieres coger a tu hijo en brazos?

Él permaneció callado ante esta pregunta y luego negó con la cabeza.

—No es que no quiera, es que está durmiendo. Y no tiene ni un día de vida, tiene que descansar.

—El que debería descansar eres tú, llevas toda la noche despierto.- Replicó la mujer.

—Eso no importa, apaga la cámara y vete a dormir, yo vigilo al niño.

Ella no respondió, pensaba seguir reprochándole a su marido el hecho de que ella ya había dormido unas horas después del parto, mientras él no había pegado ojo, pero esa orden que le había dado y sus pensamientos fueron dejados a un lado en unos pocos segundos, cuando un leve e infantil quejido se escuchó dentro de aquella cuna.

Tanto Gakuhou como su mujer se quedaron quietos y miraron a aquella dirección, sabiendo que el bebé que había nacido aquella noche y que era fruto de su matrimonio y de su amor, se había despertado y ahora se estaba revolviendo dentro de aquella incómoda cunita de hospital.

—Cógelo.— Se apresuró a decir Gakuhou mientras le miraba con algo de nerviosismo.

—No puedo, cógelo tú.— Contestó la mujer.

—Es un recién nacido, es mejor que esté con su madre.

—No, su madre lleva casi toda la noche con él en brazos. Ahora le toca a su padre.

—Pero...

Otro quejido seguido de un débil llanto les interrumpió. Gakuhou frunció el ceño mirando a la cámara y su mujer no parecía cambiar de opinión, mientras que el bebé continuaba llorando.

—No puedes dejarle ahí llorando, coge ya a tu hijo.

El hombre suspiró con pesadez y murmuró algo por lo bajo, pero pasó desapercibido ante la cámara, mucho más cuando se inclinó hacia delante, pareció colocar algunas mantas dentro del lecho y tras unos cuantos segundos de reflexión, se enderezó con lo que era su único hijo entre sus brazos.

El bebé no podía verse con claridad, debido a que estaba envuelto en una manta y todavía estaba llorando, pero sí se llegaban a ver sus pequeños bracitos moviéndose y lo que eran mechones de su pelo anaranjado asomando entre la figura de su padre. Aunque su llanto parecía haberse acallado un poco.

Gakuhou lo acunó entre sus brazos con una expresión impasible, completamente quieto y congelado en su sitio. Parecía que ni siquiera un hombre de éxito cómo él podía salvarse de la inseguridad de ser un padre primerizo, y eso se notaba al ver como miraba a su hijo con atención y expectante, como si tuviera miedo de hacerle hago malo mientras él lo sostuviera.

De forma gradual y algo inusual, el llanto del bebé pareció disminuir hasta que finalmente desapareció, dejando tras de sí la expresión levemente sorprendida de su padre y una leve risita de su madre tras la cámara.

—Se parece mucho a ti.— Dijo Gakuhou pensando en voz alta.

—No creo, se parece más a ti.- Contestó la mujer con diversión.— Sin duda tiene tus ojos.

El hombre levantó la cabeza en silencio para mirar a su mujer con una expresión interrogante. Parecía que no podía creerse sus palabras.

Otro quejido del niño llamó su atención y el crío pareció revolverse en el agarre de su padre. Gakuhou se tensó un poco ante esto, pero obviamente su expresión siguió siendo la misma, ya que su orgullo le impedía mostrar algo de debilidad y desconocimiento ante la situación.

Aunque fue cuando el hombre acercó uno de sus dedos al rostro de su hijo para limpiar sus mejillas, cuando su expresión seria cambió a una de total sorpresa y estupefacción. Porque el bebé, aún quejándose y sollozando un poco, alzo su pequeña manita para agarrar el dedo su padre con fuerza y apretarlo con toda la fortaleza de la que disponía.

La habitación se quedó en completo silencio. Gakuhou se quedó quieto, anonadado, mirando como la mano de su único hijo se aferraba a su dedo y el cómo el bebé abría los ojos con algo de pesadez. Pareció congelarse cuando interiormente le dio la razón a su mujer, pues los ojos violetas que le observaban desde abajo eran muy parecidos a los suyos, resplandeciendo bajo las luces de la habitación del hospital y mirándole fijamente con atención.

Sintiendo su pecho revolverse y sus labios temblar. Antes de que pudiera pararlo o contenerse, una solitaria lágrima de emoción recorrió la mejilla de Asano Gakuhou mientras contemplaba a su primer y único hijo entre sus brazos.

Ahora podía entender lo que era el amor a primera vista. El cariño y la ternura infinita que estaba sintiendo en ese momento hacia ese pequeño bebé que parecía absorto mirándole, era casi surrealista, algo que nunca se imaginó que sentiría.

La mujer que seguía grabando no se atrevía a decir nada, ni siquiera a moverse. Solo se le escuchó suspirar con alivio ante tan emotivo momento y acomodarse un poco mejor en la cama.

Sin embargo, el ambiente fue roto por un llanto más fuerte y más repentino del bebé, que de un momento a otro pareció alterarse y empezó a gritar y a llorar como si le hubieran hecho algo realmente malo.

Gakuhou se sobresaltó ante el llanto repentino y miró con sorpresa a su hijo, que se negaba a soltar su dedo y berreaba con fuerza, e intentó acallarle como pudo sin ningún resultado.

—¿Qué le pasa?— Preguntó con un tono levemente preocupado.— ¿Por qué llora así? ¿Le he hecho algo?

—Creo que no le ha gustado que su padre llore delante de él.— Respondió la mujer con dulzura.— Anda, dámelo, a lo mejor tiene hambre.

—Vale.

Lo último que se alcanzó a ver en el vídeo antes de que la cámara se apagara, fue como Gakuhou miraba a su hijo con una sonrisa de genuina felicidad.

Video (Disc.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora