—Venga, dilo.
Esa petición que se escuchó tras la cámara pareció haber sido dicha con algo de súplica y desesperación, aunque era difícil discernir eso sabiendo que era Gakuhou quién lo decía y sostenía la cámara.
Al igual que en los últimos vídeos, era un pequeño Gakushuu el que estaba siendo grabado. El bebé de siete meses se encontraba sentado en el mismo sofá que uno de los vídeo anteriores, esta vez más despierto y con un mejor ánimo, se podía deducir. Su pelo anaranjado y corto se mantenía despeinado, su pijama esta vez era de color amarillo chillón (obviamente escogido por la madre) y sus ojos violetas estaban abiertos como nunca, completamente atentos a la cámara y la persona que la sostenía. El pequeño no apartaba la vista de su padre mientras mordía el chupete que estaba su boca. El sonajero que agarraba fuertemente con su mano derecha sonaba a medida que sus brazos se movían hacia arriba y hacia abajo.
Al parecer para la mente simple e inocente de un bebé de siete meses, era muy divertido mover un sonajero de arriba a abajo de forma compulsiva mientras tu padre te graba con una mirada severa.
—Vamos, dilo.— Volvió a decir Gakuhou con un tono cansado.— ¿Por qué no lo dices?
La única respuesta que el hombre recibió fue un parpadeo del niño, una risita feliz de este ante la voz de su padre y sus brazos moviéndose con más rapidez por la emoción, haciendo que el sonajero sonara con más fuerza debido al movimiento.
Gakuhou suspiró con pesadez y decidió acelerar las cosas un poco más.
—Llevo aquí casi una hora y sé que puedes entenderme, no te hagas el inocente.— Empezó a decir con seriedad.— No pienso apagar la cámara hasta que lo digas.
Otra débil risita y más ruido del sonajero. Parecía que al niño le hacía gracia ver la expresión agotada del hombre que en la cámara no podía mostrarse.
—Se acabó.— Murmuró el padre algo enfadado.— Te quedas sin chupete.
Alzando la mano con decisión, Gakuhou acabó alcanzando a su hijo para quitarle el chupete de un tirón y quedárselo en la mano, haciendo que el bebé se quedara quieto, con los labios fruncidos y mirándole con intensidad, preguntándose por qué le había arrebatado su preciado chupete con tal facilidad.
—Si lo quieres, ya sabes lo que tienes que hacer.
Esa declaración pareció ser como una burla para el niño, porque de un momento a otro pasó de estar sonriendo y animado, a entornar los ojos con algo de enfado, hinchar las mejillas y encogerse en su sitio mientras su carita mostraba una expresión enfurruñada.
Anda.
Le había enfadado.
Todo habría quedado como una anécdota adorable entre padre e hijo, si no fuera porque en su berrinche y afán por recuperar su chupete, Gakushuu decidió contraatacar con la única arma que tenía en su manos, por lo que agarró con más fuerza el sonajero y se lo lanzó a su padre en toda la cara, intentando atacarle de forma traicionera.
Obviamente el sonajero no llegó a darle a Gakuhou, primero porque el crío no tenía la fuerza suficiente como para hacer que el objeto le llegara y segundo porque la cámara se interponía entre ellos. Como era de esperarse el juguete aterrizó en el suelo, tintineando por última vez mientras que los dos implicados se miraban con atención. Ahora que su táctica de amenazarle de muerte con el sonajero había fallado, Gakushuu se había dignado a seguir con esa expresión enfurruñada y el ceño fruncido que crecía a medida que pasaban los segundos.
—No me mires así, si quieres el chupete de vuelta ya sabes lo que tienes que hacer.— Siguió insistiendo el padre, completamente indiferente ante el enfado de su pequeño.
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Video (Disc.)
Fiksi PenggemarCuando esa cámara vieja, rota y sucia fue encontrada en el bosque por casualidad, aquel que la encontró no pudo contener su insaciable curiosidad y no tardó mucho en querer saber lo que aquel aparato había grabado. Lo que no se imaginaba, era encont...