- ¿Que qué? No, de ninguna manera. - Dylan se estaba pasando, nos estábamos conociendo y ya me quería presentar a sus amigos, no.
- Miriam, dentro de poco llegará el instituto y si vamos a estar juntos en el, te tendré que presentar a mis amigos. No son violadores, creo.
- Me has tranquilizado gracias. Tienes unas maneras muy extrañas de tranquilizar a la gente. - dije sentándome en mi cama.
- Venga, no seas tonta, te divertirás. Si alguno te toca, te doy permiso para pegarles.
- Eres pésimo convenciendo, ¿lo sabías? Bueno, como me das pena, pues voy a ir.
- Te quiero. - dijo tirándose encima mía. - Ponte guapa, iremos tambien a cenar. - dijo saliendo de cuarto.
- ¿Que me ponga guapa? Eh, Dylan, vuelve a mi cuarto, ya. - Dylan como obediente, volvió a mi cuarto. - ¿Que me pongo? - dije poniendo los brazos en taza.
- Abre tu ropero, haber que tienes. - cuando abrí mi armario quedó alucinado. No se si es por la cantidad de ropa o, por las cosas bonitas que tenía. Voto mas por la primera. - Me gusta ese vestido negro ajustado. - dijo cogiéndolo.
- ¿Quieres que se me vea todo? Yo no. ¿Te gusta esta camisa negra y este pantalón roto?
- Savia elección. - dijo tirándose en la cama.
- Dylan, me voy a vestir, sal.
- Bueno creo que te debo una de ayer. Crees que no te vi, mientras me cambiaba de ropa, Miriam fuiste un poco tonta, hay que disimular. - dijo levantándose y dirigiéndose hacia a mi.
- Eso....... yo........ te lo puedo explicar. - vale, estaba muy nerviosa. ¿como le explico que no es lo que parece? es que, es como parece.
- No tienes que explicar nada. Fue mi culpa tener la ventana abierta y ser tan atractivo. - dijo riéndose. Golpeé su hombro, por lo ultimo que dijo, que era cierto. Se veía muy bien.
Salió de mi habitación dejándome sola y yo, corriendo, me puse a vestirme por si se le ocurría volver a entrar. Me puse el pantalón y cuando me intenté poner la camisa, era de cremallera. ¡Mierda!
- ¡Dylan! ¿Puedes subir, por favor? - me puse enfrente de mi espejo y lo vi venir.
- No puedes vivir sin mi, eh. - dijo acercándose a mi.
- No, te necesito. - dije posando mis manos sobre su pecho, cosa que hizo que se incomodara y se pusiese rojo. - Te necesito para que me abroches la cremallera de la camisa. - dije volviendo a mirar el espejo. Me aparté el pelo hacía un lado y vi, como mi vecino, cogía delicadamente mi camisa y abrochaba la cremallera. Se veía algo incomodo y intenté tranquilizarlo. - En mi escritorio, hay una bolsa negra, cogela y abre la, es para ti. - dije riéndome.
ESTÁS LEYENDO
¿POR QUÉ EL?
Novela JuvenilMiriam una chica buena, educada, tímida y reservada, cambia de instituto repentinamente por la muerte de su madre. Decide irse a vivir a Sevilla con su abuela, donde su vida cambiará y dará un giro de 180º. Conocerá a chicos nuevos que cada uno de...