¡Amigos de Dylan!

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- ¿Que qué? No, de ninguna manera. - Dylan se estaba pasando, nos estábamos conociendo y ya me quería presentar a sus amigos, no.

- Miriam, dentro de poco llegará el instituto y si vamos a estar juntos en el, te tendré que presentar a mis amigos. No son violadores, creo.

- Me has tranquilizado gracias. Tienes unas maneras muy extrañas de tranquilizar a la gente. - dije sentándome en mi cama.

- Venga, no seas tonta, te divertirás. Si alguno te toca, te doy permiso para pegarles.

- Eres pésimo convenciendo, ¿lo sabías? Bueno, como me das pena, pues voy a ir.

- Te quiero. - dijo tirándose encima mía. - Ponte guapa, iremos tambien a cenar. - dijo saliendo de cuarto.

- ¿Que me ponga guapa? Eh, Dylan, vuelve a mi cuarto, ya. - Dylan como obediente, volvió a mi cuarto. - ¿Que me pongo? - dije poniendo los brazos en taza.

- Abre tu ropero, haber que tienes. - cuando abrí mi armario quedó alucinado. No se si es por la cantidad de ropa o, por las cosas bonitas que tenía. Voto mas por la primera. - Me gusta ese vestido negro ajustado. - dijo cogiéndolo.

- ¿Quieres que se me vea todo? Yo no. ¿Te gusta esta camisa negra y este pantalón roto?

- Savia elección. - dijo tirándose en la cama.

- Dylan, me voy a vestir, sal.

- Bueno creo que te debo una de ayer. Crees que no te vi, mientras me cambiaba de ropa, Miriam fuiste un poco tonta, hay que disimular. - dijo levantándose y dirigiéndose hacia a mi.

- Eso....... yo........ te lo puedo explicar. - vale, estaba muy nerviosa. ¿como le explico que no es lo que parece? es que, es como parece.

- No tienes que explicar nada. Fue mi culpa tener la ventana abierta y ser tan atractivo. - dijo riéndose. Golpeé su hombro, por lo ultimo que dijo, que era cierto. Se veía muy bien.

Salió de mi habitación dejándome sola y yo, corriendo, me puse a vestirme por si se le ocurría volver a entrar

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Salió de mi habitación dejándome sola y yo, corriendo, me puse a vestirme por si se le ocurría volver a entrar. Me puse el pantalón y cuando me intenté poner la camisa, era de cremallera. ¡Mierda!

- ¡Dylan! ¿Puedes subir, por favor? - me puse enfrente de mi espejo y lo vi venir.

- No puedes vivir sin mi, eh. - dijo acercándose a mi.

- No, te necesito. - dije posando mis manos sobre su pecho, cosa que hizo que se incomodara y se pusiese rojo. - Te necesito para que me abroches la cremallera de la camisa. - dije volviendo a mirar el espejo. Me aparté el pelo hacía un lado y vi, como mi vecino, cogía delicadamente mi camisa y abrochaba la cremallera. Se veía algo incomodo y intenté tranquilizarlo. - En mi escritorio, hay una bolsa negra, cogela y abre la, es para ti. - dije riéndome.

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