Capítulo 10 "Planeando una misión"

44 6 3
                                    

Recorro rápidamente las traficadas calles de Atlanta, la ciudad que aún se me hace desconocida a pesar de que llevo unas cuantas semanas viviendo en ella.

Con cada paso que doy la mochila que cargo en mis hombros golpea levemente en la parte baja de mi espalda. Atravieso con grandes zancadas una de las pocas calles pequeñas antes de llegar a mi edificio, la cual tiene pequeñas tiendas comerciales, con vistosos letreros de colores neón que relucen en la noche.

Tengo que visitar más lugares y dejar mi rutina aburrida de escuela-departamento de todos los días.

Me detengo al percatarme de la existencia de un mini market al final de la calle.

Perfecto...

Camino entre las vitrinas del almácen sin necesidad de tomar uno de esos carritos rojos. Acerco mis manos a la parte donde están los suministros pedidos y me pongo en puntillas para alcanzar el estante, llevando conmigo una sonrisa maqueavélica dibujada en mi boca.

Espero que nadie me esté observando, porque de seguro pensarían que soy alguna loca que se ríe sola.

Y a lo mejor, sí lo soy.

Con mis manos en forma de cuneta, llevo todos los víveres con la esperanza de que no se caigan. Estoy a punto de cruzar la percha de los enlatados para llegar a la caja, cuando me detengo al observar la escena que tengo frente a mis ojos.

James, el secuestrador-Ese es un excelente apodo, por cierto- está pasando un montón de licor y snacks por la barra negra. Pero lo que realmente llama mi atención, es que el terco muchacho, va agarrado de la mano con una chica rubia y alta, y sobretodo que tiene un short que ni siquiera ha de tener un metro de tela de lo pequeño que es.

Así que no es gay. Vaya, vaya...
¿Debería decírcelo a Lottie? Necesito llegar ya al departamento.

¡Pero si salgo me va a ver!
Mierda piensa Ashley, piensa...

Con todas las cosas en mano, me escondo detrás de una figura de cartón con forma de un oso bebiendo sopa. No quiero que me vuelva a ver, ya que no creo que se apiade de mi pobre persona y esta vez, sí logre matarme.

Por los agujeros de los ojos de la figura, observo como se cierran—Gracias a Dios—las puertas de cristal, tras ellos.

Levanto mi cuerpo semi-agachado del escondite y me dispongo a irme, ya sin moros en la costa para mi buena suerte. Justo en ese momento la muchacha vuelve a entrar meneándose de un lado a otro y sonriéndole al cajero. Intercambian palabras y miradas descaradas, cuando de pronto noto que sus ojos se dirigen hacia mi.

 Desvío mis ojos y guardo las cosas, no sin antes pagarlas en otra caja muy lejana a donde ella se encuentra.

Próxima parada: Ir a mi departamento a planear la estrategia.

***


—¿Plumas artificiales?—enumera Kat, escribiendo en una mitada de una pequeña hoja de papel arrancada.

Por poco y escribe en hojas de papel higiénico...

Basta, debo concentrarme.

—¡Listo! —respondemos Lottie y yo al unísono.

Las tres estamos tumbadas en mi habitación. Katherine está recostada sobre mi cama, tomando lista de los pedidos que me realizó, mientras que Charlotte y yo nos encontramos revisando las fundas con los implementos necesarios.

En el departamento solo estamos nosotras, debido a que mi madre está en su jornada laboral y Lindsay en casa de alguna de sus locas amigas.

—¿Ketchúp?—vuelve a preguntar la castaña, mirándonos a través de sus gafas.

—¡Listo!—lanzó el pequeño frasco, hasta que impacta de golpe en el colchón, a un lado de Kat.

—¿Harina?

—¡Listo!—repito mi proceso, y envió la funda de un solo manotón.

—¿Toallas femeninas?—enarca una ceja, esperando mi respuesta.

—Listo— digo finalmente.

Sé que probablemente pensarán que somos un grupo de tres chicas chifladas que compran cosas ¿raras? Y lo somos, pero son unícamente con un mal propósito.

Sí, escucharon bien. Estás cosas son nada más y nada menos que municiones para nuestro magnífico plan encontra de un ser maligno, egocéntrico, engreído y sobre todo arrogante.

Señoras y señores, está es la operación: Ataque al idiota.

—Está todo completo—dice Kat, tumbandose a mirar el techo sobre mi preciada almohada de panda. ¿Cómo se atreve?— Entonces este es el plan: Lottie, tú te vas a encargar de la harina y Ketchúp. Ash, tú de traerlo a la trampa, y yo de las toallas y plumas. ¿Entendido?

—¿No creen que nos estemos pasando de la raya?— pregunta Charlotte, mirando de soslayo a su amiga.

—Para nada—. Achica sus ojos, y sonríe sombríamente.

—Bien, entonces está todo calculado.

Ambas se recuestan cómodamente, empujando mi adorado peluche de panda. ¡Nadie se mete con Sr.Ojeras!

—¡Cuidado con Sr.Ojeras!— reclamo con un fingido puchero a Kat que está literalmente aplastando al pobre oso.

—¿A que te refieres?— Me mira soslayo, mientras revisa su teléfono.

—¡Al panda!

—¿Esto?— señala con su dedo índice, mi preciado peluche—. Eres una exagerada.

—Gracias.— contesto airadamente, a lo que Kat pone sus ojos en blanco, y Lottie comienza a reír a carcajadas.

El resto de la tarde —Y con eso me refiero hasta cerca de las diez de la noche— nos hemos quedado conversando, viendo series, y devorando tarros de helado, doritos, y demás chatarras.

En mi defensa puedo decir que no me importa morir gorda, ¡Hay que aprovechar los placeres de la vida! Uno nunca sabe si se va a volver a encontrar con una funda de papas fritas por ejemplo.

—Me voy—dice Kat, agarrando su mochila que descansaba en el piso— Mi madre se pondrá hecha una furia donde no llegue antes de las once. Y tengo que pasar dejando a esta niña primero.

—No soy una niña—Lottie pone los ojos en blanco—.Y vivo a lado de tu casa. Dios mío, ambas son exagerada.

—Recuerda que mañana es el ataque— me dirijo hacia las dos sonriendo—. ¡El idiota pagará sus pecados!

—¡Por supuesto!

Sin más, cierro la puerta tras ellas mientras deseo mentalmente que pasen las horas deprisa, para la grandiosa guerra que se desencadenara mañana.

Eres un infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora