Capítulo 7 "Un terrible vecino"

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Silencio.

Todo el departamento estaba envuelto en un silencio lúgubre y funeral desde que mi madre salió por la puerta principal. Lo único que se escucha en la habitación es mi respiración entrecortada.

Siento como las paredes de mi mundo, las barreras felices que me albergan siempre, se debilitan. Caen, y dejan que todo el pesar de furia, decepción y todas las emociones contenidas, invadan mi cuerpo.

Mis piernas se sienten tan débiles como bolsas de plástico conteniendo agua, amenazando que en cualquier momento dejarán de sostenerme. Hago caso omiso de ellas y me obligo a caminar hasta mi habitación. Las persianas que protegen las ventanas están cerradas, por lo que todo el dormitorio está en tinieblas. En la pequeña cama que se encuentra del lado izquierdo del cuarto; entre un mar de enredadas sábanas y almohadas, descubro una maraña de cabellos castaños por encima del desorden.

Lindsay.

Me precipito hasta su cama mientras tomo uno de sus brazos y comienzo a empujarla sin miramiento alguno. En estos momentos no me importa si se cae de la cama y se fractura una pierna. Se lo merece.

Un grito ahogado y una mirada mitad adormilada, mitad furiosa, son dedicadas hacia mi. Pero esa insignificante mirada de mi hermana, no se compara a la rabia que siento contra ella en este instante. Puedo jurar que el mismísimo infierno me temería en estos momentos.

—¡Dios! ¡Deja de moverme Ashley!— la voz de Lindsay es una sinfonía de enojo. Y no, no hay ni una pizca de arrepentimiento.

Sin tomar importancia a sus quejas, con un único y firme movimiento de mi brazo, tiró de ella hasta que cae al piso. Su pecho en medio de el laberinto de edredones impacta contra la superficie, y por fin creo que he conseguido despertarla completamente.

Zafándose de sus enredos, inmediatamente se levanta con el ceño fruncido y se yergue en toda su estatura frente a mi.

—¡Basta! ¿Qué sucede?— No se si es el descaro de su pregunta, pero cada vez se almacena más furia en mi torrente sanguíneo—.

—¿Por qué me abandonaste en ese maldita fiesta?—Directamente voy al grano. No le presto atención al tono de mis palabras, pues lamentablemente han salido como un reproche engreído.

—Lo siento Ash...—su voz se fue apagando, con lo que supongo una fingida lástima—. De verdad las horas se pasaron muy rápido y...

—¿Y qué?—interrumpo su barata excusa—. ¿Te olvidaste que tienes una hermana? ¿Y qué ella solo fue por acompañarte a ese horrible lugar?

Su mirada se dirige al suelo. No tiene nada mas que decir, ni si quiera una de sus patéticas excusas, lo que me lastima aún más. Trató de no demostrar el nudo que se acaba de formar en mi garganta y me dirijo a la puerta, no sin antes voltearme y dedicarle una última mirada.

—Jamás pensé que me harías algo así Lindsay—suspiro—. No vuelvas a contar conmigo nunca mas.

***

Las gradas adjuntas a la piscina del instituto proporcionan una gran vista hacia las canchas. Me encuentro sentada en una de las más altas filas, observando el torneo de baloncesto realizado por los alumnos de segundo año de secundaria. El profesor Smith, de Literatura, tuvo un inconveniente según nos explico el director. Por lo cual, las dos horas asignadas de su materia, son libres. Ya he mencionado una infinidad de veces que odio los deportes, exceptuando la natación. Y en realidad, ni yo misma me explico que hago sentada observando algo que odio.

Ashley, acabas de descubrir que eres bipolar.

Hace una semana exactamente, no he hablado con Lindsay, por mas de que ella ha intentado entablar conversaciones. Me he limitado a responder «Si» , «No» ,y'«no sé''» . Aún sigo dolida y enojada con ella. Mi madre se ha dedicado a ignorarme, o simplemente a hablarme para darme órdenes e instrucciones de distintas cosas. El ambiente en casa se ha tornado demasiado tenso, por lo que prefiero mil veces descansar un poco mi mente de los problemas aquí en Riverdell.

Eres un infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora