El tiempo pasa, demasiado rápido a decir verdad, nos va quitando personas y cosas de nuestro lado, y otras las deja más tiempo de la cuenta. Así va la cosa. Pero la única verdad es que hay algo con lo que el maldito tiempo no puede, y son los recuerdos. Esos siempre quedan. Y esos, creánme también tienen lo suyo.
Una de los grandes problemas es que nunca avisan de cuando vienen, afloran cuando les da la gana. Son unos dormilones de sueño ligero. Sí, siempre están ahí, en algún lugar de nuestra mente dormidos, pero de pronto lo más mínimo activa un mecanismo que los hace despertar. Y te encuentran totalmente desprevenida, sin nada preparado para afrontarlos. Es ahí cuando esos desgraciados aprovechan para atacarte con todas sus fuerzas, para hundirte, para recordarte que hay cosas y sobretodo personas que no volverán. Por mucho que esperes, que confíes, que lamentes, que te arrepientas. La rabia te consume, te enfadas. Pero no sabes muy bien con quién, si con el tiempo, con los benditos recuerdos, con la vida, con el mundo o simplemente contigo misma. No sabes quién tiene la culpa, tal vez nadie la tenga. Las cosas cambian, queramos o no , pero el pasado no, el pasado y los dichosos recuerdos siguen ahí , siempre, para recordarte el cómo llegaste a donde hoy te encuentras.
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Redacciones comprimidas.
Non-FictionPensamientos encontrados en sentimientos revoloteados.