Llevo en mi mente la fiel convicción de que tenemos que buscar la belleza incluso en los lugares más oscuros y hoy me vuelvo hacia ti para decirte: gracias. Te agradezco que hayas llegado en ese momento perfecto, y que te hayas ido cuando no estaba lista para que lo hicieras; que me dejaras en ruinas, sin fuerzas, sin sentido y de nuevo, sin rumbo visible. Tuve empezar de nuevo, como suele decir mi abuelita: Luego de un terremoto, una ciudad debe reconstruirse, recuperarse y seguir avanzando. Hoy más que nunca entiendo aquello.
El final fue tan extraño, pues creí que no podía vivir sin ti, pero al mismo tiempo estaba segura que sería lo mejor. En su momento, el odio natural de ver lo que más amas alejarse de ti y saber que no piensa volver me invadió y no supe controlarlo. Intenté odiarte, culparte de toda mi desgracia, de ver todos tus defectos. Traté de idealizar un tú tan lejano a lo que realmente eras, a los que amaba.
Sin embargo, hoy estoy segura de que no fuiste un error, fuiste el mejor aprendizaje. Con el tiempo las lecciones de vida se miran desde otra perspectiva, siempre digo: No dejes que los problemas, después del tiempo sigan siendo problemas, conviértelos en anécdotas. Me di cuenta de que no me habías causado tanto daño después de todo, sino que me habías ayudado a ser más fuerte, a conocerme realmente, porque después de ti, tuve tanto tiempo para mí, para conocer mis emociones y encontrarme nuevamente. No fuiste un error, al contrario, un acierto que me ayudó a perderme para encontrarme.
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Redacciones comprimidas.
Non-FictionPensamientos encontrados en sentimientos revoloteados.