Estoy en un punto en el que el mundo me parece estúpido, o mejor dicho, la vida como tal. Desde pequeños nos preparan para el futuro; desde casa nos enseñan modales para en un futuro ir a la escuela. Vamos a la escuela para en un futuro ir a la universidad, y vamos a la universidad para en un futuro tener un empleo y ganar dinero, para en un futuro recibir una pensión para en un futuro gastarla y luego morir. Si examinamos bien, todo lo hacemos para construir el futuro, pero nadie en realidad se preocupa qué está pasando en el presente porque simplemente no hay tiempo para hacerlo. Una acción pasa a ser otra, el presente pasa a ser futuro y en realidad nunca hubo tiempo para vivir con los cinco sentidos lo que se hizo apenas unos segundos atrás. La vida es como comer un postre delicioso en un minuto. Se desea, es gustoso, pero finalmente, en el afán de comérselo no se saborea bien, nunca se siente realmente la textura, uno no se detiene a deleitarse. Y todo en la vida es así, va con prisa, con afán, con tanta intensidad para llegar a un destino fijo que destruye todo legado. Es como un sueño magnífico que se culmina al despertar, es algo momentáneo, algo que tiene un principio definido pero un fin con pinta de incógnita, pero igualmente, asegurado. Gastamos años, tiempo, vida, pensando en qué hacer con nosotros mismos, pero tranquilos, siempre hay una solución. No hagan nada si no quieren hacerlo, dejen huella en la vida de las personas, conozcan, sientan y disfruten sentir,
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Redacciones comprimidas.
Non-FictionPensamientos encontrados en sentimientos revoloteados.