~Día 26~

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Camille POV

Desde temprano el cielo amaneció oscuro. Lleno de nubes cubriendo el sol por completo, no dejando ver ni un pequeño rayo luminoso.

Nada más entrar a la escuela, la mirada llena de furia de las chicas me dio la bienvenida. Me encanta ser recibida así, ¿a quién no?

–Hey, bajita –escuché a alguien con tono de burla.

Volteé para encontrarme a la dueña de la voz. Una chica alta, robusta, con cara de tener un mal día, mal año, mala vida. En estas circunstancias es cuando me maldigo mentalmente por ser una enana.

–¿Se te ofrece algo? –dije calmadamente.

–¿Acaso crees que tendrás alguna oportunidad con Derek luego de que lo besaras?

Más estudiantes se acercaron a mí, quedando rodeada.

–Jamás he dicho eso –respondí.

–Oh, por supuesto que no. Eres demasiado cobarde como para admitirlo. Solo te daré una advertencia: aléjate de él, o sufrirás las consecuencias.

Me empujó con una fuerza impresionante al suelo, desde donde todos se veían como gigantes, y yo como una niña indefensa. El estruendoso sonido de sus risas daba un ambiente terrorífico desde mi punto de vista. ¿Qué hacer entonces? ¿Dejar que los payasos malvados atacaran hasta acabar conmigo?

Pude ver cómo alguien se hacía espacio entre la gente, dando empujones sin importarle los quejidos y las groserías que le dirigían. Nada más escuchar su voz, le reconocí.

–¿Qué se supone que están haciendo? Váyanse o llamaré al rector en este instante –le dirigió una mirada amenazante a la mujer que me había empujado–. Le vuelves a hablar y créeme que no seguirás estudiando en este lugar.

Nico siempre me defendía. Cuando éramos más pequeños yo lo consideraba una especie de ángel guardián. Y ahora aquí estaba, una vez más, para salvarme.

–¿Estás bien? Ven, te llevaré al salón.

Me ayudó a levantarme y cogió mi mano para poder sentir su compañía. Era cálida y muy suave, siempre lo había sido. Nos alejamos del gentío y las malas miradas, al menos por un rato. Al llegar, Alice aún no estaba en su asiento. Posiblemente se encontraba afuera buscándome, siempre lo hacía cuando llegaba tarde.

–¿Te duele algo? Te diste un buen golpe contra el suelo, según alcancé a ver.

–De lo único que puedo quejarme ahora mismo, es de lo sucio que mis jeans quedaron. ¡Estaban nuevos! –intenté alivianar el ambiente.

Pero él no rio. Se mantenía serio.

–No puedo creer lo que hicieron. ¿Todo esto por celos?

–Aprovecharon mi apariencia "inofensiva". Pero me da igual, no tengo ningún problema con mi tamaño –le sonreí.

–Si te conocieran, no creerían que eres inofensiva –reí–. Ahora tendré que cuidarte más que antes.

Y ahí estaba otra vez. Mi ángel guardián. Mi héroe. Mi mejor amigo.







N/A: treat people with kindness

Hola, EnanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora